jueves, 2 de julio de 2020

La Virgen del Mar en la Historia de Nuestra Salvación (I)



Una  heroica  historia  de  devoción mariana  y  espiritual que ha  logrado  superar  algunas  pequeñas  adversidades, pero  ahí está nuestro prestigioso boletín y la edición del libro.

La Hermandad de la Virgen del Mar, en Madrid, nació hace 60 años y ha permanecido en la historia gracias a la fidelidad y a su carisma mariano sustentado por las raíces de aquellos hermanos fundadores, que han sido siempre nuestro espejo y que nos han permitido perseverar y persistir durante este medio siglo y 10 años más, los suficientes para estar celebrando este significativo sexagésimo aniversario.
Una heroica historia de devoción mariana y espiritual que ha logrado superar algunas pequeñas adversidades, pero ahí está nuestro prestigioso boletín y la edición del libro, con motivo de los 50 años, que narra nuestra Historia y dan fe de ello.
Para un servidor, redactar sobre la Hermandad de la Virgen del Mar, en Madrid, sería referirme una vez más a lo ya escrito, que para mí fue una gran oportunidad de investigación, de gratitud y de acción de gracias, pues me beneficié de tanto don y presencia aportada por la Santísima Virgen María, en su advocación del Mar. Nuestros fundadores y siguientes hermanos nos dejaron tantas menciones explicitas de su devoción, espiritualidad, sensibilidad e inolvidables acontecimientos de hermandad, prevaleciendo siempre el aspecto mariano y el amor a nuestra querida tierra almeriense que propició y propicia un ambiente de auténtica fraternidad.
Pero lo que sí puedo y debo es dirigirme a nuestra Patrona la Virgen del Mar, que es un misterio de gracia y una historia de fe, y me complace saludarla de un modo muy especial y como un signo de gran interés por todo lo que anima la vida religiosa y mariana de esta ya muy longeva y sexagenaria Hermandad, fundada por almerienses para robustecer el espíritu de nuestra distinguida piedad mariana, devoción que forma parte del rico patrimonio espiritual del pueblo almeriense.
¡Salve Madre, Virgen del Mar, en la tierra de tus amores: Almería, Barcelona, Sevilla y Madrid y la de todos tus hijos repartidos por el mundo!
Dios te Salve, Virgen María, causa de nuestra alegría. Luz de la tierra almeriense. Alba de Dios... Agua donde las almas se miran, manantial, fuente y brisa en la brisa. Dios te salve María, Madre de Dios, por Ti las olas del mar, ya aplacadas y sedadas, nos trajeron con gozo y suavidad tu presencia entre nosotros.
La Virgen del Mar, Almería y un almeriense muy mariano, valores que me hacen profesar amores que no se doblegan, son fuente de renovación de alabanzas a la Madre de Dios.
Tomando como base las palabras del Magníficat, escribir de la Virgen es, ante todo, un acto de obediencia a la voluntad del Eterno, una manera de recordar sus maravillas y de celebrar su gloria. Tu nombre es Miriam.
El eco de tu nombre ultrapasa los confines del mundo. Cada pueblo lo dice con acentos diversos repletos de ternura. Cumplen así la profecía que en casa de Isabel resonó en las montañas: “Todos los pueblos me llamarán bendita”.
Tu cántico fue música al oído y para el vientre danza. Pregunto por tu nombre, tu nombre diminuto que en un solo golpe de voz podría pronunciarlo. Pero Tú tardarás tanto en responderme… Porque, pequeño, a la vez es tan grande que tendrás que susurrarlo de infinitas maneras.
Es como un arco iris que brilla cuando la lluvia pasa y con su inmensa curva abraza el horizonte, con el espectro sutil de todos los colores. Así también tu nombre, en cada meridiano, lo escucho decir con ternura indecible y en mi oído convoca nuevamente a la danza.
Por detrás de las palabras, tantísimas, que designan tu nombre, Te escondes sola, inconfundible y única. Suena tu nombre a mar. A pleamar diría. Tal vez por eso, nos deja entre los labios el gusto de la sal que abandonan las olas. Al decirlo, se iluminan los ojos.
Cuando alguien balbuciente Te llama, se encienden las estrellas y la noche adquiere luz de plenilunio. Reverberas la intensa claridad de un sol que tras de Ti se esconde, pero en Ti se adivina.
Miguel Iborra Viciana

http://www.hermandadvirgendelmar.es/





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