miércoles, 8 de julio de 2020

La Virgen del Mar en la Historia de Nuestra Salvación (VI)




Hoy  es  una  ocasión  estupenda  para  llenarnos  de  alegría  y empezar a  compartir. Virgen  del  Mar, nuestro  corazón  se dobla al peso de tanta promesa. Queremos ser esponja recalada en tu esencia, mar tranquilo...
María! “Morada de grandeza, /templo de caridad y de hermosura, /resplandece en Ella, la humanidad profunda,/ que la lleva a escuchar/ para ponderar y luego actuar,/ por ella hablan: su vida,/ testimonio de coherencia,/ porque conoce y sabe/ de dónde le viene,/ su valor y su dignidad,/ que plasma en la responsabilidad/ de la que sabe amar”.
Con estas hermosísimas palabras, Fray Luis de Granada nos deja entrever la hermosura sin par de la Madre de Dios.
No me desampare tu amparo, no me falte tu piedad, no me olvide tu memoria.
Si tú, Señora, me dejas, ¿quién me sostendrá? Si tú me olvidas, ¿quién se acordará de mí? Si tú, que eres Estrella de la mar y guía de los errados, no me alumbras, ¿dónde iré a parar?
Porque ejercitar el amor significa convertir la tierra en cielo, escribía san Juan Crisóstomo, por consiguiente el cielo es el Reino del amor y san Anselmo llamaba a la Virgen “cielo del cielo”. ¿Cabe otra alabanza mayor?
Gracia, plenitud de gracia del Señor que está en Ti. Bendita entre las mujeres por tu fe, y dichosa por el fruto bendito de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruégale en nosotros pecadores, desde ahora hasta el encuentro tras la muerte. Amen. Salve Virgen del Mar en Almería, la tierra de tus amores, gracias por permitirnos gozar cada día de tus gracias y de todas y cada una de tus glorias. Una mirada tuya puede encender y alimentar el fuego del amor entre las personas.
Una mirada inagotable es la que necesitamos, pues estamos esencialmente creados para un encuentro y como escribe Romano Guardini también podemos decir que vivimos de tu mirada: Me recibo continuamente de tus manos, esa es mi verdad y mi alegría; tus ojos me miran constantemente y yo vivo de tu mirada.
Y a nosotros, que nos dé espíritu de sabiduría, ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama. Solo desde el amor la libertad germina y la fe crece. Desde el cimiento mismo del corazón despierto, desde la fuente clara hay que ver a las personas y al mundo con la mirada limpia y el corazón cercano, ofrecer gozo y misericordia, soñar, amar, servir y esperar.
¡Qué despilfarro el nuestro, que hemos escuchado la buena noticia y no sabemos lo que hacer con ella! Hoy es una ocasión estupenda para llenarnos de alegría y empezar a compartir. Virgen del Mar, nuestro corazón se dobla al peso de tanta promesa. Queremos ser esponja recalada en tu esencia, mar tranquilo, agua de bonanza; déjanos la dicha de sabernos acogidos entre tus manos cada vez que salgamos a tu encuentro volteando nuestro corazón ardido en alborozos íntimos.
¿Qué más podríamos soñar que estarnos para siempre bajo el dardo encendido de tu dulce mirada y quedarnos prendidos en el silencio de tu morada como yedra joven, que sube y crece?
Escribía Villaespesa:
“La Virgen del Mar no está en su camarín dorado. ¡Naufragó un barco, y la Virgen anda salvando a los náufragos! ¡Marineros de Almería, no temed a los naufragios, porque la Virgen va siempre al timón de vuestros barcos”!
Gracias Virgen del Mar, bendice y premia a todos los hermanos de tu Hermandad en Madrid, en Almería, Barcelona y Sevilla, trae sobre nuestro corazón las olas de tus bendiciones divinas para que atempere el ardoroso palpitar de nuestro corazón. Invocamos tu luz para no abandonar la estela de tu barca y para gozo y alegría de toda la Iglesia. ¡Santa María, Reina y Madre, Virgen del Mar, ruega por nosotros!
Concluyo con las palabras que Pío XII cerraba la oración del Año Mariano: “Eres, ¡Oh María! la gloria, eres el gozo, eres el honor de nuestro pueblo”. Virgen del Mar, Tú eres nuestra sólida esperanza de salvación, de tu mano cantaremos eternamente las misericordias del Señor.
Gracias por permitimos celebrar en tu honor el SESENTA Aniversario de la fundación de nuestra Hermandad en Madrid y danos fortaleza para seguir la senda que nos tienes revelada.

Miguel Iborra Viciana

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