Nadie que conociera a Carlos Ballbé habría apostado por verle algún día en
Los más sorprendidos fueron sus
compañeros de equipo, que hoy siguen gastándole bromas para ir poco a poco
asimilando su futuro después de los Juegos. Si ya es difícil encontrar hoy a
jóvenes que sientan la llamada de Dios, resulta casi único toparse con que uno
de ellos compitiendo con la
Selección de hockey que ayer se estrenó en Londres con un
empate (1-1) ante Pakistán.
«Litus» es «el seminarista de los Juegos»
y es tal el interés que ha despertado en la Prensa de todo el mundo que su entrenador le ha
aislado para que pueda concentrarse. Para hablar con él, una se tiene que colar
en el vestuario cual «groupie», de la misma manera que antaño lo hacía su club
de fans. Porque a sus 27 años, «Litu» ha tenido novias «y muchas» que también
se quedaron «heladas» con la noticia. «Pero es lo que hay. Yo había estudiado
en La Obra y es
cierto que era de ir a Misa todos los domingos, pero nunca me planteé ser
seminarista hasta que un día me di cuenta que era esto lo que me hacía más
feliz», dice tras el empate.
El proceso fue largo. En 2005 pidió a
Dios ayuda mientras competía en el Mundial sub’21. Hicieron historia. Así que
no le quedó más remedio que cumplir su promesa e ir a Medjugorje (el famoso
pueblo de Bosnia-Herzegovina donde la
Virgen se apareció a una niña). A su vuelta siguió con sus
«fiestas hasta el amanecer» habituales. Pero luego hizo un segundo viaje y
hasta un tercero y poco a poco se fue centrando. «Tanto en el terreno deportivo
como en el humano, las cosas empezaban a tener sentido y decidí meterme en el
seminario», comenta.
Uno de los sacerdotes le aconsejó no
dejar el hockey y gracias a Dios –nunca mejor dicho– le hizo caso. La cita con
Pekín no fue posible, pero en esta ocasión un pacto con el seminario de
Barcelona y el Club Atlético Terrassa han logrado que el atleta haya podido
cumplir su sueño.
«Mis compañeros no paran de gastarme
bromas y dicen que hago todo esto para lavar mi imagen. Están convencidos de
que algún día saldrá el ‘‘Litus’’ de antes. Incluso hay algunos que intentan
buscarme novia. Pero yo sé que dentro de mí hay algo que ha cambiado. Y estoy
más feliz que nunca», explica. Cada noche eso sí, reza por alcanzar el objetivo
del equipo: llegar a semifinales. Luego, tras Londres 2012, el seminarista
seguirá vinculado al Hockey pero a «otro nivel» porque tiene claro que su
camino ya no está sobre la hierba con una Selección que está llamada a luchar
por las medallas.
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