Nos sumergimos en uno de los manantiales de este Evangelio: El de la perseverancia de los discípulos de Jesús; perseverancia que conlleva la fidelidad a Él en un mundo que nos odia como bien sabemos (Juan 17,14). Perseverancia -Fidelidad que no es una carga sino la piedra preciosa, angular del discipulado. Es la perseverancia que salva nuestras almas (Lc 21, 19).
Damos un giro de 180 grados a este pasaje y oímos a un discípulo de Jesús preguntándole: ¿Quién dice la gente que soy yo? Él respondería que eres un exagerado, que dedicas mucho tiempo a orar, a anunciar el Evangelio, a ayudar a los demás..., etc. El discípulo le preguntaría entonces: y Tú, ¿Quién dices que soy yo?
Ahí Jesús con una
ternura infinita le susurraría al oído: Tú eres un discípulo amado mío, y
mi Padre dice de ti: Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco (Mt 3,
17)
P. Antonio Pavía
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