Lucas narra que había en Belén unos pastores que, en la noche, vigilaban sus rebaños, pues los robos de ovejas eran frecuentes, y que de pronto se les apareció un ángel que, envolviéndoles con la Luz de la Gloria del Señor, les dijo: ¡Os ha nacido el Salvador! La Palabra, nos dice Juan, "...la Luz verdadera que ilumina a todo hombre..." (Jn 1,9) Así fue; estos pastores fueron iluminados por la Luz de Dios inherente a su Palabra, exactamente igual a lo que le sucedió a Pablo cuando Jesús le llamo al Discipulado. (Hch 9,3-4)
Nos centramos en la reacción de los pastores al ser visitados así por Dios con su Palabra-Luz. Al ser envueltos por la Luz, envolvieron sus corazones con la Buena Noticia recibida y dejando atrás sus pertenencias- las ovejas que custodiaban- fueron corriendo al encuentro del Hijo de Dios, habitados por la Palabra recibida y acogida. Vemos en ellos unas primicias de los futuros hijos de María, la que guardo en su corazón la Palabra recibida. Los pastores corrieron al encuentro del Señor y le encontraron...
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