Celebramos la Institución de la
Eucaristía.
La noche en la que fue entregado al
poder del mal, que había echado raíces en toda la Humanidad, Jesús tomó el Pan
y dijo a los suyos: " Tomad y comed esto es mi Cuerpo...tomad y
bebed, está es mi Sangre derramada para el perdón de los pecados..." Nos
centramos en la Sangre de Jesús, derramada voluntariamente (Jn 10,17-18) Su
Sangre purifica de tal forma nuestro corazón, que San Pablo proclama
que Jesús nos presenta santos e inmaculados ante el Padre. (Ef 1, 4).
Jesús y su Evangelio son nuestra
Plenitud ante Dios Padre. Conocemos nuestras debilidades, caídas...etc. como
para soñar con tan sublime santidad ante Dios Padre. A nosotros nos parece
imposible, a Jesús no, de ahí su Sangre derramada por nosotros. Dice San Juan
en el Apocalipsis que apareció en el Cielo una multitud de personas revestidas
con túnicas blancas; preguntaron quiénes eran y respondieron: Estos son los que
vienen de la gran tribulación - en referencia a los discípulos de Jesús odiados
por el mundo (Jn 15,18...).
- Continúa el relator: Estos han
lavado sus túnicas con la Sangre del Cordero. (Ap 7,9-14). He ahí la respuesta a nuestras reticencias:
¡Somos santos e inmaculados ante Dios nuestro Padre, gracias a la Sangre de su
Hijo derramada por nuestra total purificación! Falta un problema por resolver:
¿Te dejarás amar así por Dios?
¿Te dejarás...?
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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