La lepra en la Biblia simboliza la inmundicia que deja en el alma la idolatría. Este Evangelio nos presenta un leproso que conmueve el corazón del Señor, al decirle: ¡Si quieres, puedes limpiarme! La humildad de este hombre es entrañable. Sabe que Jesús es el enviado del Padre para sanar sus y nuestras heridas, haciéndose cargo de ellas como estaba profetizado. (Is 53, 5...) Al oír Jesús la súplica del leproso, cargada de fe y confianza, le respondió con indecible ternura: Quiero, ¡queda limpio! Son varias las veces a lo largo del Evangelio, que Jesús repite este " Quiero " que nos limpia interiormente y nos santifica.
"Ahora mi alma está turbada y qué voy a decir
Padre, líbrame de esta hora? ¡Pero si he llegado a esta hora para esto!".
(Jn 12, 27).
P. Antonio Pavía
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