Entramos en este Evangelio, bajo la mirada de Jesús, que vela por su
rebaño: "No temas mi pequeño rebaño, vuestro Padre, os dará su Reino- es
decir- su Gloria" (Lc 12,32). Son promesas de nuestro Buen Pastor, que
reflejan una Ternura, que acaricia el alma. Bien sabe, que el mundo odiará a
sus discípulos, tanto como a Él: "Si el mundo os odia, sabed, que también
me ha odiado a mí...Os odiará, porque al elegiros, os he sacado del mundo"
(Jn 15,18-19).
De esto, en parte, nos habla Jesús
en el Evangelio de hoy: "Bienaventurados seréis cuando os odien, os
injurien, declaren vuestro nombre - vuestra dignidad- como infame..."
Nos preguntamos: ¿Porque tanto odio y desprecio? Porque los hijos de
este mundo chapotean en los charcos de su propia gloria y sabiduría hasta
agotarse, mientras que los discípulos de Jesús, que no somos mejores que nadie,
acogimos su elección. Elección que nos mantiene erguidos, con "la mirada
fija en Él, que inició y completará nuestra fe. (Hb 12,2) Él es quien nos
reviste de su Gloria inmarchitable ( Jn 17,22) y también de su Sabiduría,
que nos permite adentrarnos familiarmente en su Misterio (1 Co 2,7-10).
Ojalá el mundo nos odie por esto y no por nuestras mediocridades.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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