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lunes, 17 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra " No temas, Yo estoy contigo." Abraham (I)

 


Iniciamos con Abraham una serie de Testigos de la Escritura que reflejan a lo largo de su vida su fidelidad a la misión confiada por Dios. Abraham es un hombre muy bien situado económicamente (Gn 13,1-2) pero le faltaba lo que nos falta a todos, hasta que nos encontramos seriamente con Dios, es decir hasta que no nos situamos junto a Él.

La dimensión catequética del encuentro real de Abraham con Dios, es paradigma universal del crecimiento de la Fe. Abraham alcanzó el culmen de la Fe, cuando de la mano de Dios - de su Palabra - aprendió a esperar y confiar en Él, "contra toda esperanza" como dice San Pablo ( Rm 4,18).

 Recordemos cuando Dios le dijo que sacrificase a Isaac, el hijo que Él mismo le había concedido, anciano él y anciana Sara, su mujer. Abraham libró un portentoso combate en su corazón. No era "comprensible" que Dios le diese un hijo, para arrebatárselo después sangrientamente. Sin embargo, a esa altura de su vida, Abraham ya conoce bien a Dios; si bien sabe que no se vuelve atrás en sus promesas, e Isaac es hijo de una promesa suya. Por ello, se encamina con Isaac hacia el monte del sacrificio. Isaac le pregunta: Llevamos el fuego y la leña, pero ¿Dónde está el cordero para el sacrificio? Abraham solo sabe una cosa: que no bajará del monte solo sino con Isaac por eso, al pie del monte dijo a los criados: Quedaos aquí...el muchacho y yo volveremos. (Gen 22,5 ).

 Abraham el hombre de fe por excelencia: no sabía "como se las ibas a arreglar Dios" pero si estaba totalmente seguro de que Isaac no iba a morir por eso dijo a los criados, de paso lo oyó también Isaac: ¡Volveremos!

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 15 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra. D. VI T. O. (Lc 6;17.20-26) No temas, mi pequeño rebaño, dice Jesús

 



Entramos en este Evangelio, bajo la mirada de Jesús, que vela por su rebaño: "No temas mi pequeño rebaño, vuestro Padre, os dará su Reino- es decir- su Gloria" (Lc 12,32). Son promesas de nuestro Buen Pastor, que reflejan una Ternura, que acaricia el alma. Bien sabe, que el mundo odiará a sus discípulos, tanto como a Él: "Si el mundo os odia, sabed, que también me ha odiado a mí...Os odiará, porque al elegiros, os he sacado del mundo" (Jn 15,18-19).

 De esto, en parte, nos habla Jesús en el Evangelio de hoy: "Bienaventurados seréis cuando os odien, os injurien, declaren vuestro nombre - vuestra dignidad- como infame..."

Nos preguntamos: ¿Porque tanto odio y desprecio?  Porque los hijos de este mundo chapotean en los charcos de su propia gloria y sabiduría hasta agotarse, mientras que los discípulos de Jesús, que no somos mejores que nadie, acogimos su elección. Elección que nos mantiene erguidos, con "la mirada fija en Él, que inició y completará nuestra fe. (Hb 12,2) Él es quien nos reviste de su Gloria inmarchitable ( Jn 17,22) y también de  su Sabiduría, que nos permite adentrarnos familiarmente en su  Misterio (1 Co 2,7-10). Ojalá el mundo nos odie por esto y no por nuestras mediocridades. 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 12 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (XII)

 



Los Buscadores de Dios, terminamos siendo Discípulos de su Hijo. Cargamos como Él con el odio del mundo. Así lo expreso Jesús mismo al decir al Padre: "Les he dado tu Palabra y el mundo les ha odiado " (Jn 17,14).

   Es así porque vivir a la sombra de la Palabra de Dios, es decir, de su Sabiduría, descoloca a quienes asientan su vida en las arenas movedizas de la fluctuante sabiduría del mundo. Este desprecio estaba profetizado sobre Jesús y le alcanzó de lleno (Is 53,2-3...).

  La trayectoria de Jesús desde los inicios de su predicación hasta su muerte infame en la Cruz, fue todo un sin sentido de odio, rechazo, humillaciones. Fue objeto de toda una conspiración diabólica con la aceptación de prácticamente toda Jerusalén y que se coronó al pedir la Vida para un asesino (Barrabás) al tiempo que solicitaban la muerte para del "Cordero Inocente".

  Sin embargo, este pueblo oyó con sus propios oídos el "precio de su culto a la Mentira a la que se habían aferrado con tal de no convertirse. Lo vio y lo oyó cuando uno de los malhechores crucificados con Jesús proclamó -para vergüenza de todos ellos- que Aquel a quien habían despreciado, humillado, odiado y por último condenado a muerte era El Señor.  (Lc 23,42) El Padre hizo justicia a su Hijo frente a los hijos de la Mentira, por medio de un malhechor condenado por sus maldades. Así Dios Padre denunció a los verdaderos agentes del mal. La historia nos revela que Dios siempre hizo justicia a los que vivieron en su carne y en su alma el odio del mundo por ser primero Buscadores de Dios y como resultado de su búsqueda, Discípulos de su Hijo. Los Santos canonizados - que son una superínfima parte de los así considerados por Dios, dan fe de que Dios les hizo justicia ante la soberbia de tantos hombres que intentaron aplastarles. Si...no hay duda. Vale la pena buscar a Dios...porque Dios vela por sus Buscadores. 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 10 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (XI)

 




Recordemos a la mujer que, yendo hacia Jesús, atrajo la Fuerza de su Espíritu al tocar su manto y quedó curada. Jesús reaccionó y, atentos, porque lo que dice es Vida Eterna para todos los que le   buscan. Jesús al sentir la Fuerza que había emanado de Él preguntó ¿Quién me ha tocado?  Vaya pregunta, le dicen sus discípulos.  Están todos apretándote como   como si fueses un muñeco de feria y ¿preguntas quién te ha tocado? Jesús, insiste; recorre a todos con su mirada hasta dar con los ojos de la mujer. ¡Con que ternura la miraría! Imposible evaluar el cariño con el que el Buen Pastor amó a esta oveja, un qué abriéndose paso entre el remolino de curiosos, había llegado hasta Él, buscando la Vida que no tenía, y cuya carencia se manifestaba con su pérdida continúa de sangre.

Está y solamente está es la acogida amorosa que Jesús hace a todos los que le buscan. son hombres y mujeres que saben que sin Él...se les escapa la Vida del alma. Y quien no tiene Vida en su alma es un muerto que no sabe de dónde viene ni a donde va. Se mueve solo por impulsos cada vez más inconsistentes. Todo aquel que aspira a la Vida Eterna y que al menos intuye que Dios se la puede dar, ya está muy cerca de dar con El: Jesús dice a esta mujer: Hija, ¡tú fe te ha salvado! (Mc 5,34).

 Leamos bien, Jesús no dice, te ha curado, sino, te ha salvado. Salvación que nos viene como resultado de buscar a Dios, contra viento y marea.

Dos mil años de experiencia nos confirman que todo aquel que busca a Dios abrazándose al Evangelio como "Ancla de Salvación" le encuentra.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 8 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Dom V T. O. (Lc 5,1-11) No te separes de mí, Señor.

 


 

Los discípulos de Jesús, vuelven con su barca a la orilla; no han pescado nada. Jesús les dice: Remad mar adentro y echad las redes. Pedro objeta: Hemos estado pescando toda la noche - el tiempo más propicio para pescar- sin ningún resultado, pero apoyado en tu Palabra echaré las redes.

No encontramos con una Catequesis determinante para la fe. La objeción de Pedro, es más que razonable. Es pescador desde niño, mientras que el oficio de Jesús, era el de carpintero. Sin embargo, Pedro da más valor a la Palabra de Jesús que a su razón. Actuó como María, que, ante la propuesta de Dios, aparcó los planes que razonablemente, habían hecho José y ella y respondió: ¡Hágase en mi según tú Palabra!

 Pedro se dirigió mar adentro, echo las redes, la pesca fue abundantísima; supo entonces que estaba ante el Hijo de Dios. Tembloroso se postró ante El y suplicó: Apártate de mí que soy un pecador. Tembló de miedo como Israel en la Teofanía del Sinaí. (Ex 19,16...)  Jesús podría recordarle lo que había dicho Juan Bautista acerca de Él: Que era el Enviado del Padre para "cargar con sus pecados "... sin pasar factura (Jn 1,29).

 Pedro lloró amargamente cuando le negó por tres veces; pero lloró mucho más y está vez de gratitud y amor al sentirse aludido cuando Jesús gritó desde la Cruz: ¡Padre, perdónales, no saben lo que hacen! No lo saben, porque dependen de la sabiduría del mundo, con tintes piadosos, pero cuando resucite serán revestidos de nuestra Sabiduría y alcanzarán el Discipulado. ¡Ojalá lleguemos un día a amar a Jesús, como le amó Pedro, el del corazón noble! 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 5 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (X)

 




Hoy y el próximo lunes hablaremos de una mujer que nos muestra el porqué de su búsqueda de Dios.

Hace años que tiene flujo de sangre; aclaramos que la sangre en la Escritura simboliza la vida, ella pues refleja al hombre sin Dios. Sabe muy bien que, aunque destaque sobre el candelero a su alrededor, es consciente de que se le está yendo la vida. Por más que ha intentado solucionar para detener sus hemorragias con mil soluciones, incluso costosas, el hecho es que va a peor (Mc 5,25-26). En este morirse implacable, oye hablar de Jesús. En su corazón hay una lucha, una duda entre resignarse o ir al encuentro de Jesús, exponiéndose a una decepción más en su ya penoso historial. Por otra parte, está ya cansada de seguir aparentando con su “cara de fiesta" que ya no engaña a nadie.

Armándose de audacia decide acercarse a Jesús, que está justamente en la ciudad en la que vive. Sabe algo de Él, se ha corrido la voz de que sus palabras "son Espíritu y Vida " y ellas son la medicina que detendrán sus hemorragias. Conocedora de las Escrituras sabe que si alcanza a tocar su manto, que representa el espíritu de la persona que lo lleva se curará ( 2 Ry 2,9-16). Venciendo sus dudas y el miedo a un posible a hacer el ridículo, se abrió paso entre el gentío y tocó el manto. 

 

P. Antonio Pavía

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lunes, 3 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadoras de Dios (IX)

 



 

Fijamos nuestros ojos en Lidia, una mujer que nos sorprende por su interés en su búsqueda de Dios. Nos atrae, porque le busca con su corazón y con su alma. Tengamos en cuenta que alma y corazón comparten significado en la Espiritualidad de la Palabra.

Vamos a los hechos. Pablo y Timoteo llegan a la ciudad de Filipos y se dirigen a la orilla del río para orar discretamente. (Hch 16,11 - 15.) Allí se topan con un grupo de mujeres lavando la ropa en el río. Pablo y Timoteo aprovechan esta circunstancia para a anunciarlas el Evangelio de Jesús. Nos llama la atención que Pablo puntualiza lo siguiente: "una de ellas llamada Lidia nos escuchaba. “El Señor, comenta Lucas, le abrió el corazón, para que se adhiriese a las palabras de Pablo" Nos parece maravilloso, pero... ¿Y las demás mujeres? Quizás fueron a escuchar la Palabra, por curiosidad, por descansar un poco de sus trabajos...etc. O sea que oyeron a Pablo y Timoteo sin percatarse de que tenían Palabras de Vida Eterna para ellas. No fue esa la actitud de Lidia; es como si intuyese que estaba ante la ansiada oportunidad para encontrar al "Dios Vivo" al   que tantas veces había rezado, por ejemplo, en los Salmos (Sl 42,1-3) (Sl 84,1-3).

 Estás intuiciones se tienen cuando rezamos con los labios del corazón a más que con los de la boca. Lidia, "comía y bebía en su alma  la predicación de estos dos discípulos de Jesús y por eso mismo, "El Señor le abrió el corazón para que - su corazón - se adhiriese a las palabras de Pablo".  Palabras habitaron en ella, como nos dice Jesús (Jn 14,23) Dios cumplió en ella esta promesa ya  anunciada:  Entonces, buscarás a Yahvé tu Dios, y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma" (Dt 4,29) Así  buscó a Dios Lidia, y le encontró...y le encuentran todos los que así le buscan.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 1 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Dm. IV T. Ord. Lc 2,22-40) ¿Tienes miedo a la muerte?

 




 Este Evangelio nos presenta a un anciano llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, es decir al Mesías.

Esto indica su gran dimensión espiritual; todo su ser estaba pendiente de la Venida del Mesías, su Salvador. Dios le había hablado al corazón diciéndole que no moriría sin ver antes al Mesías. Movido por esta promesa, iba al Templo, y un día vio a José y María con Jesús en brazos para presentarlo ante Yahvé. Jesús, no tenía una luz especial, ni una estrella en la frente...etc., pero Simeón le reconoció, por obra y gracia del Espíritu Santo. Alborozado le tomó en sus brazos y exclamó: ahora, mi Dios, ya puedo morir en paz, porque mis ojos han visto a tu Hijo.

Creo que todos tenemos envidia de este hombre; desearíamos tener una experiencia tan determinante y rompedora del Hijo de Dios, como la suya, que nos mueva a proclamar: Jesús, ya puedo morir en paz.

Para ello, os invito a leer despacio lo que dice el autor de la carta a los hebreos sobre Moisés, en su misión de conducir a Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida. Nos dice que caminaba firme como "si viera al Invisible" (Hb 11,27).

Ahí tenemos el secreto para morir llenos de esperanza, como Simeón. Moriremos con su misma certeza si hacemos de la Palabra de Dios, sobre todo del Evangelio, el Manantial Vivo de nuestra oración. ¡¡Es nuestra amorosa relación con el Evangelio, - como por ejemplo la de San Francisco- lo que abre nuestras entrañas al secreto …!! ¡Del Misterio de Dios!.

 Conforme vamos entrando en el Misterio de Dios, su Hijo traspasa a nuestro corazón su Sabiduría y un día, sabremos sin lugar a dudas, que...cuando Jesús dijo: "Nadie va al Padre, si no es por mi" (Jn 14,6,) …lo decía por ti y por mí. Entonces ya perderemos el miedo a la muerte. (Jn 5,24) Ya no envidiaremos a Simeón. 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 29 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (VIII)

 



 

Hoy hablamos de un buscador de Dios, Pedro, de quien es muy fácil encariñarse quizás porque nos parecemos bastante a él. Vamos a verle después de sus tres negaciones a Jesús. Nos lo imaginamos en su noche de lágrimas, noche con su corazón quebrantado por tanto dolor. Noche de abatimiento, también de amor a Jesús, que nos permite ver su gigantesca grandeza. Lo más fácil para él, después de sus caídas, habría sido desaparecer; poner tierra por medio y volver a Galilea, a su barca y sus redes. No lo hizo: ¿Por qué? Porque a pesar de sus traiciones a Jesús, las huellas que Él había dejado en su corazón, eran su tesoro, y no quería perderlo...

Decidió esperar para comprobar si era verdad que Jesús iba a resucitar, o no. Esperar, suponía para él, la humillación de volver al grupo de los Apóstoles que sin duda conocían su cobardía. No, no era fácil para él, volver junto a ellos. Jesús, le había nombrado cabeza del grupo, y su amor propio, todos sabemos lo venenoso que puede ser, le frenaba. En la imponente grandeza de su amor a Jesús, volvió, posiblemente, muerto de vergüenza, al grupo. Jesús, sabedor de su terrible combate, también de los nuestros, se sentó junto a él en la arena del mar y abriendo su corazón, le preguntó tres veces: ¿Me amas?

 ¿Sabéis una cosa? Estas tres preguntas de Jesús: ¿Me amas? es el Patrimonio de infinita riqueza, que tenemos los Discípulos de Jesús. No nos lo dejemos arrebatar.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 27 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (VII)

 




Jesús va a Jericó. Al salir de la ciudad con sus discípulos y una muchedumbre, un ciego que pedía limosna, preguntó el porqué de tanto ruido. Le dijeron, que era a causa de Jesús de Nazaret, que acababa de pasar por su lado. Entonces Bartimeo, este era su nombre, se dijo a sí mismo: Esta es mi oportunidad; ahora o nunca, y se puso a gritar: ¡Jesús, ten piedad de mí! Aparentemente, Jesús no le hizo caso...Esto nos ha pasado a todos, ¿No es cierto? Aun así, el ciego sigue gritando. Muchos le increpan:

¡Cállate! ¿No ves que no le importas?, sin embargo, el ciego no desiste, redobla sus gritos. Jesús, le manda llamar y él arrojando su manto, llegó donde Jesús. El manto simboliza el interior de la persona. Nuestro amigo al saber que Jesús le llamaba, se deshizo del hombre viejo que era: dependiente del mal y de la mentira, para llegar a ser el Hombre Nuevo del que nos habla San Pablo (Ef 4,17-24).

Este pasaje es una catequesis fortísima sobre los verdaderos buscadores de Dios. 

Veamos porque: Una vez curado podía haber dicho: Ojos nuevos, vida nueva, e irse a su casa. Pero no; había encontrado a Jesús y comprendió que seguirle, era lo mejor que le podría pasar en su vida. Por eso, como nos dice Marcos: "...le siguió por el camino"

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 25 de enero de 2025

Partiendo la Palabra (III) D. T. Ord. (Lc 1,1-4. 4,14_21) Dame Señor tu Espíritu.

 



"El Espíritu del Señor está sobre mí". La proclamación de esta profecía de Isaías, se hace realidad en Jesús y así lo hace constar al anunciar   a los fieles de la sinagoga de Nazaret: "Esta Escritura que acabáis de escuchar, se cumple hoy". Al hablar así, está anunciándonos a todos que Él es el Mesías, el Enviado del Padre para, como dirá a su tiempo San Pablo, reconciliar al mundo con Dios" (2 Co 5,19).

Revestido de la Fuerza propia del Espíritu Santo, Jesús inicia el proceso divino de nuestra reconciliación-rescate de la muerte, al precio de su Sangre, como nos dice Pedro (1 Pe 1,18-19). Rescate Salvador y universal haciendo suyos nuestros pecados; así lo proclamó en su agonía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen… o lo que es lo mismo: Ya lo ves Padre: ¡Todos me han vendido y me seguirán vendiendo por treinta monedas! ¡¡Perdónales...no saben que se tasan a sí mismos, por apenas treinta monedas!! ¡Perdónales!

 Al resucitar, Jesús envío a su Iglesia con la misma Fuerza del Espíritu Santo al mundo, con el mismo Evangelio con el que Él fue enviado por su Padre (Jn 12,49-50).

 Y es el Evangelio dentro del alma el que nos hace ver y saber qué … ¡¡Valemos infinitamente más que 30 monedas en las que el Tentador pretende tasarnos y comprarnos!!

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 22 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios. (VI)

 




Hoy hablamos de una mujer, presentada por Lucas, como pecadora pública. Está alejada de Dios, y en cuanto tal nos representa a todos. Ha oído hablar de Jesús y sabe que está comiendo en casa de un fariseo. Aun así, desafiando rechazos e incluso insultos por parte de los comensales, decide, pase lo que pase, ir a su encuentro. Es consciente de que es su ocasión para encontrar la Vida, y no quiere desaprovecharla. Entra pues en la casa; sus ojos encuentran a Jesús y acercándose, se arrodilla a sus pies y se los lava con sus lágrimas. Para entender mejor el gesto de esta mujer, es necesario saber que los pies, en la Espiritualidad de la Palabra, simbolizan el Evangelio del que emana la Vida. Está mujer probablemente oyó, de niña en la sinagoga profecías mesiánicas, como por ejemplo esta: "Que hermosos son los pies de los que anuncian la Buena Nueva ..." (Is 52,7) Ninguno de los comensales reparó en que está profecía se cumplía en Jesús; ella   sí; por eso se abrazó a sus pies...a Él, como estaba profetizado en el Cantar de los Cantares: "Encontré el amor de mi alma, lo he abrazado y jamás lo soltaré..." (Ct 3,4a) Así hizo: se acercó a Jesús y con sus besos y lágrimas y lo retuvo en el regazo de su corazón. Jesús la perdonó todo porque en su audaz búsqueda demostró que le amaba "con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas." (Dt 6,4).

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 20 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (V)

 





 Simeón, un anciano de Israel, percibe en lo íntimo de su alma, la intuición de que no morirá, sin antes ver al Mesías prometido por Yahvé. Este hombre es un verdadero buscador de Dios, ante esta promesa va cada día al Templo esperando su cumplimiento, pues sabe que un día sus padres lo llevarán allí, como prescribía la Ley. Simeón actúa con fe profunda; no pide a Dios una señal para reconocer al Mesías: una luz en sus manos, estrellas en la frente etc…, por eso le presentamos como buscador fiel a Dios. Va al Templo todos los días llueva, haga calor o nieve. Quiere ver con sus ojos al Salvador profetizado y ningún impedimento:  cansancio, malestar, e incluso dudas le hace desistir de su búsqueda.

Sabemos que Dios premió su fidelidad y constancia. (Lc 2,25-32). Todo encuentro decisivo con Dios, es fruto de dos fidelidades: la del buscador, como, por ejemplo, la de Simeón, y la de Dios que, a su tiempo, ilumina las entrañas de sus buscadores, como diciéndoles:  Me has buscado, a veces entre brumas e incluso tinieblas y ya ves...¡¡Estoy contigo! 

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 18 de enero de 2025

Partiendo la Palabra D. II T. O. (Jn 2, 1-11) ¿Sabes esperar a Dios?

 




Entendemos mejor este Evangelio, aclarando que, en la Espiritualidad de la Palabra, el vino simboliza la Vida, la Fiesta del Alma, como vemos por ejemplo en el (Sl 23,5).

 Hoy vemos a Jesús, que, con su Madre y sus discípulos, son invitados a una boda, que, en las familias pudientes, y está lo era, duraban varios días. Por falta de previsión, el vino empezó a escasear. María se da cuenta y se lo dice a Jesús quien, aparentemente, rehúye el problema. Aun así, María dice a los sirvientes: "Haced lo que Él os diga”.

 Veamos:  María tiene autoridad moral para mover a estos sirvientes a que hagan lo que Jesús les diga, pues ella hizo lo que Dios le anunció por medio del Ángel Gabriel, que le dijo algo tan inverosímil, como que concebiría en su seno al Hijo de Dios, por obra y gracia del Espíritu Santo, asegurándola, que para Dios no hay nada imposible. Al escuchar al Ángel, María rompió el plan trazado cuidadosamente con José y se acogió al "Dios que hace lo imposible” respondiendo: "Hágase en mi según tú Palabra” María estaba en "el hoy”; su mañana siempre lleno de incertidumbre, lo puso en manos de Dios.

 María, la que supo esperar a Dios, representa la Belleza y Fecundidad del Discipulado, desmarcándose así de los fariseos a quienes Jesús dijo, y sigue diciendo: ¿Por qué me llamáis Señor, Señor y no hacéis lo que os digo? (Lc 6,46)

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 15 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (IV)

 





Hoy hablamos de Natanael aquel que, al decirle Felipe, que había encontrado al Mesías- Jesús de Nazaret- le respondió con sarcasmo: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1,45-49). El caso es que cuando llegó ante Jesús, este le dice: "He aquí a un israelita en quien no hay engaño "Natanael se sorprendió ante estas palabras y entonces Jesús añadió: Te vi cuando estabas bajo la higuera Natanael, con la luz de la fe en su alma proclamó: ¡Tú eres el Hijo de Dios!

 Nos preguntamos que aconteció para que Natanael pasará de la incredulidad-sarcasmo a tan luminosa confesión de fe. Resulta que la expresión. "estar debajo de la higuera" se aplica a aquellos que, aun yendo a la sinagoga para cumplir con la ley, que no está mal, necesitaban buscarle con mayor profundidad y se iban bajo un árbol para llevar y guardar en el corazón las Escrituras que los rabinos les habían proclamado.  Natanael estaba pues, rumiando la predicación que acababa de escuchar en la sinagoga, para asentar Palabras de Vida en su interior. O sea, había dado el paso de "Cumplir con Dios" al de "Estar con Él" Natanael representa a los verdaderos buscadores de Dios. Jesús viendo la transparencia de su corazón dijo: "No hay engaño en él" A los que son como Natanael se refirió Jesús al proclamar: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8).

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 13 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (III)

 





Tres hombres de una región cercana a Palestina han oído hablar, quizás por los viajantes de comercio, que ha nacido en Israel un niño, que según anunciaban sus profetas, era el Mesías, el Rey de los judíos. Los tres, a quienes conocemos con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar se ponen en camino para conocerle y homenajearle. Les mueve el hecho de que Israel es la única nación en todo el entorno, que es monoteísta, lo que da a sus creencias, gran credibilidad. Movidos por " este fuego interior” emprenden el viaje, tan penoso como peligroso, a causa de los asaltantes de las caravanas. Llegan a Jerusalén gozosos, pero por poco tiempo.

A Herodes no le gustó nada oír hablar de "un tal Rey de los judíos" y los dirigentes religiosos se pusieron de perfil para no desairar al monarca.  La única información que recibieron nuestros amigos fue, que, según las Escrituras, el Mesías nacería en Belén.

Ante tanta indiferencia por parte de todos, cualquiera se hubiese desanimado; estos tres hombres no. Habían dejado sus casas y seguridades en búsqueda del Hijo de Dios y no iban a volverse sin encontrarle y adorarle. Dios premió sus desvelos; colmó "el hambre de sus almas".

 Caminaron hacia Belén, encontraron a Jesús y le adoraron.

He ahí la respuesta de Dios a quienes le buscan con sincero corazón y con el riesgo de ser objeto de desaires e incluso de burlas. Terminan adorando con el Fuego de sus "almas hambrientas" a quien tiempo atrás empezaron a buscar.

Le buscaron porque no podían aceptar que su vida se redujese sin más a lo que abarcaban con sus sentidos. (Mt 2,1-12).

 

P. Antonio Pavía 

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viernes, 10 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Bautismo de Jesús (Lc 3,15-16. 21-22)

 



 

En la narración del Bautismo de Jesús, Lucas escribe que "mientras Él oraba, se abrieron los cielos".

 Dejando de lado, tratados pesadísimos sobre como orar, Jesús nos muestra la Vida que brota de toda oración hecha en "espíritu y verdad" (Jn 4,23-24), y que tiene la Fuerza para abrir los cielos escuchando así la   Voz del Padre. La Belleza de esta forma de rezar, no tiene parangón: ¡El hombre que habla con Dios y Dios que habla con el hombre! Es, por parte del hombre, un hablar con Dios, con los labios de su alma y un escucharle con sus oídos interiores, como diría San Agustín. Volvemos al Jordán y oímos al Padre diciendo a Jesús: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco" Lo inaudito es que estas Palabras dichas por el Padre a Jesús, son aplicables a sus discípulos de todos los tiempos. Está es nuestra Infinita Grandeza, que se eleva majestuosa sobre el odio y desprecio del mundo profetizado por Jesús (Jn 17,14).

 Es el Tesoro que contiene nuestra Vida Eterna...junto a Aquel que nos dijo un día: Tu eres mi Hijo Amado....y sean los que sean tus pecados...me has buscado y me he dejado encontrar y por eso: ¡En ti me complazco! Y, ¿Aún nos parece desfasado predicar el Evangelio que crea nuestra filiación divina? (Jn 1,12).

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

miércoles, 8 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (II)

 




 

Un grupo de pastores pernoctan en las afueras de Belén, vigilando por turnos sus rebaños. Vigilan ya que eran frecuentes los robos de ovejas y tenían que defenderse como pudiesen: piedras, puñales, estacas...etc. Como entre ellos tenían fama de ladrones, no podían entrar en el Templo. Pues bien; en medio de la noche, estos hombres fueron visitados por Dios, por medio de unos ángeles que les dijeron: " Os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor... (Lc 2,10).

A continuación, viene la sorpresa, lo inaudito y que caracteriza a los verdaderos buscadores de Dios. Estos pastores, avezados a defender sus pertenencias por medio de la violencia, echan a correr monte abajo; desean llegar cuanto antes al encuentro de su Salvador... del Hijo de Dios que se les acaba de anunciar. Casi sin aliento llegaron al pesebre, y junto a José y María encontraron la Luz y Razón de ser de sus existencias: Jesús, el Señor.

Un buscador de Dios sabe liberarse de "esas cosas " que entorpecen la firmeza de sus pasos. Corren ligeros de equipaje... ¡Como pesan los dioses adquiridos!

 Un buscador de Dios va sabiendo desprenderse progresivamente de lo que le amordaza el corazón y también el alma con tal de poder encontrarse un día abrazado a Dios.

 

P. Antonio Pavía 

Comunidadmariamadreapostoles.com

 

lunes, 6 de enero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (I)

 



Iniciamos una serie sobre, Buscadores de Dios, que siempre los ha habido, hay y habrá. Son personas que, a un cierto momento de su vida, y no necesariamente porque les vaya mal, deciden prestar atención a esas "intuiciones del alma" así las llamó Henry Bergson, que se hacen notar en forma de preguntas como: Mi vida ¿empieza y termina en este mundo? Mis afanes, angustias, alegrías y penas, mis metas alcanzadas o aun por coronar... ¿Tienen un final irrevocable? Entonces es cuando el empieza el hombre a sondear su "posible Trascendencia "...es como un rasgar el pesado telón que le instala en el absurdo del ser, solo para morir eternamente.

Cuando una persona elevándose sobre sus inercias se atreve a preguntarse estas cosas, ya está llamando persistentemente a Dios, quien le eleva hacia Él. El autor del Libro de la Sabiduría nos ofrece algunos rasgos que definen a estos Buscadores de Dios: "La Sabiduría es radiante, Fácilmente la contemplan los que la aman, la encuentran los que la buscan. Se anticipa a darse a conocer a los que la anhelan…Ella misma va por todas partes buscando a los que son dignos de ella...

(Sb 6, 12-16).

 En los próximos textos sondearemos   algunas personas del Nuevo Testamento que buscaron a Dios y le encontraron. Su experiencia nos ayudará a todos. 

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

domingo, 5 de enero de 2025

…y el Verbo era Dios (Jn 1, 1)

 



       “Verbum”, palabra. Fijémonos la importancia de la esta palabra, “palabra”, por su significado: Dios.

       Nuestros mayores sí que lo entendían, pues cuando daban su palabra, la cumplían pasara lo que pasara y por encima de todo porque era signo de honor, honestos consigo mismos y con los demás. Empeñar la palabra significa al pie de la letra que esa palabra es fiadora de uno mismo, es nuestro aval, garantía de nuestra conducta; lo cual significa que en y a ella confiamos nuestro ser, todo nosotros íntegros. Si no la cumplimos, perdemos todo nuestro prestigio y honor, seremos aquella persona que no tiene credibilidad y del que todos desconfían y en consecuencia no vale nada ante los demás.

También la palabra es la facultad de transmitir, comunicarse con otras personas. Dar a conocer nuestro interior, aflorar nuestros sentimientos, exponerlos ante los demás. Abrirnos para que los otros conozcan lo que siente nuestra alma. Pero, claro, lo que demos ser es calidad, no podemos ni debemos ser unos defraudadores. Lo que mostremos será calidad, no baratija. Debemos ser joyas, no bisutería.

Y todo ello porque la Palabra es el propio Dios. Dios viene a hacerse hombre, acampa entre nosotros, o sea, vive como uno más y con ello nos eleva a dioses. Por esto es por lo que debemos ser excelentes guardadores de la Palabra, porque nos ha transformado en el “súmmum”, Dios. Si somos los transmisores de Dios debemos ser asépticos y objetivos, no defraudadores de la Verdad y la Luz. Íntegros y cabales porque ya no somos Pedro, Juan o Andrés, sino que somos seres imbuidos en la calidad divina y por tanto obligados a ser y actuar en consecuencia. Gran responsabilidad la nuestra que vamos disfrazados de hombre, pero dentro somos Dios. Si en todo instante actuáramos en consecuencia, otro gallo nos cantaría, el mundo sería un verdadero paraíso. Convirtamos la palabra en Palabra.

 

Pedro J. Martínez Caparrós

 Valencia, comienzo de 2025