Es una catequesis bellísima que nos mueve a amar "las cosas de Dios,
más que nuestras cosas". Es el amor que nos libera de nosotros mismos con
nuestros castillos de paja y nos permite llegar a ser: "Pobres de
espíritu" (Mt 5,3).
María y José acogen la respuesta de Jesús con humildad y sabiduría. Lo
sabemos por lo que nos dice Lucas de María, que es extensible a José:
"María guardaba cuidadosamente estas cosas en su corazón" (Lc 2,51b).
A estos "Pobres de espíritu" como María y José, se refirió Jesús
al decir estremecido de alegría al Padre: "Te bendigo Padre...porque has
ocultado estás cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a los
pequeños" Y recordemos que en el Nuevo Testamento, pequeño es sinónimo de
discípulo...de Jesús.
P. Antonio Pavía
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