Para éste Santo hablar
con “Angelino” -nombre que puso al
suyo- era el día a día; le veía desde muy niño y pensaba que eso era normal. Yo
no tengo esa suerte pero no importa, yo envío a Manuel aunque no tenga respuestas de vuelta, ni sepa si vienen ángeles
a mí; a lo mejor es que no me envían ninguno ¡Misterio!
¿Os pasa a veces que
la mente os trae a alguien y en ese momento tenéis noticias?, pues ¿quién nos asegura
que no sea el ángel de una persona que quiere decirnos algo?
El Santo era
genial, sin saber idiomas, hablaba todos en confesión y cuando recibía cartas
de todo el mundo, no las abría, decía que su Angelino ya se lo había contado... Los Capuchinos se quedaban pasmados,
y ¡Yo!
Era un ángel espectacular,
no paraba, se iba, volvía, venían otros, marchaban... Tuvo el Santo tantas
experiencias y hay tantos testimonios que merece la pena leerlos.
Gracias San Pío por
iluminarme y a mi Ángel Custodio Manuel
por estar ahí, a quien un día conoceré en el último viaje.
-Padre Pío, mándame a Angelino, si le ves por
allí, para que diga al mío que “funcione” porque o no sé hablarle, o se
despista o... ¡No me hace ni caso!
Emma Diez Lobo
No hay comentarios:
Publicar un comentario