Entre los dones del Espíritu Santo cuya fiesta
celebramos hoy, creo que el de la Fuerza, reviste una importancia especial.
Hablamos de la Fuerza que nos sostiene, como discípulos de Jesús, frente al mal
y el odio del mundo. (Jn 15, 18...). La Fuerza del Espíritu Santo, conforta
nuestra alma tal y como profetizó David numerosas veces como en (Sl 23, 2...);
Sal 138,3...) etc.
Fijémonos en la experiencia de San Pablo. Al acoger la
llamada de Jesús a anunciar el Evangelio como discípulo suyo, su relación con
sus círculos más próximos, se resquebrajó dando lugar a toda clase de
desprecios. Llegó un momento en el que, no pudiendo ya más, suplicó a Jesús que
le ayudase. Jesús simplemente le dijo: "Te basta con mi gracia
...que mi fuerza se hace presente en tu debilidad, (persecuciones)"… Pablo
guardó con tal amor en su corazón esta promesa de Jesús, que nos
legó este incunable testimonio de la fidelidad de Jesús hacia él: "Me
gloriaré en mis debilidades para que habite en mí la Fuerza de Cristo. Por eso
me complazco en las persecuciones y angustias sufridas por Jesús, porque cuando
estoy débil, es cuando soy fuerte. (2 Co 12,8-10).
P. Antonio Pavía
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