miércoles, 19 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra No temas, Yo estoy contigo (II) Isaac

 


Isaac es un ejemplo fidedigno del paso de la fe de los padres a sus hijos, lo que no quita que son los hijos quienes tienen que decidir si acoger o no la fe recibida. Isaac oiría mil veces las maravillas que Dios había hecho en sus padres Abraham y Sara, pero cuando estaba atado, a punto de ser sacrificado y vio que Dios había dispuesto un cordero para ser inmolado en lugar suyo. Fue entonces cuando creyó en la fe de su padre, quien subiendo al monte le había dicho: ¡Dios proveerá...! (Gen 22,6-8).

 Pasamos a ver lo que nos dice la Escritura sobre Isaac una vez casado: "Isaac se estableció junto al pozo Lajai Roi (en 25,11) Lajai Roi significa:" El Viviente que me ve". Es decir que fue a vivir junto al Viviente que habló a su padre y que cumplió en él las promesas que le hizo. El Viviente que me "ve" y nos hacemos eco de la dimensión grandiosa que tiene el verbo ver en la Biblia.

 Recordemos, por ejemplo, lo que dijo Jesús a Nicodemo: "El que no nazca de lo alto, no puede ver - es decir entrar- en el Reino de los Cielos (Jn 3,3.)”. Isaac enraizó su vida junto al Viviente... Junto al Dios Vivo (Sl 84,3) Plantó su   tienda junto a Dios que le ve, le protege, el que toma en sus manos sus penas y tristezas ( Sl 10,14). Isaac, siguiendo los pasos de sus padres, se "instaló" al lado de Dios. Bien sabía que el Dios Vivo estaría con él y que realzaría su vida. Isaac es una bellísima profecía sobre los discípulos de Jesús (Jn 5,24).

P. Antonio Pavía 

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lunes, 17 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra " No temas, Yo estoy contigo." Abraham (I)

 


Iniciamos con Abraham una serie de Testigos de la Escritura que reflejan a lo largo de su vida su fidelidad a la misión confiada por Dios. Abraham es un hombre muy bien situado económicamente (Gn 13,1-2) pero le faltaba lo que nos falta a todos, hasta que nos encontramos seriamente con Dios, es decir hasta que no nos situamos junto a Él.

La dimensión catequética del encuentro real de Abraham con Dios, es paradigma universal del crecimiento de la Fe. Abraham alcanzó el culmen de la Fe, cuando de la mano de Dios - de su Palabra - aprendió a esperar y confiar en Él, "contra toda esperanza" como dice San Pablo ( Rm 4,18).

 Recordemos cuando Dios le dijo que sacrificase a Isaac, el hijo que Él mismo le había concedido, anciano él y anciana Sara, su mujer. Abraham libró un portentoso combate en su corazón. No era "comprensible" que Dios le diese un hijo, para arrebatárselo después sangrientamente. Sin embargo, a esa altura de su vida, Abraham ya conoce bien a Dios; si bien sabe que no se vuelve atrás en sus promesas, e Isaac es hijo de una promesa suya. Por ello, se encamina con Isaac hacia el monte del sacrificio. Isaac le pregunta: Llevamos el fuego y la leña, pero ¿Dónde está el cordero para el sacrificio? Abraham solo sabe una cosa: que no bajará del monte solo sino con Isaac por eso, al pie del monte dijo a los criados: Quedaos aquí...el muchacho y yo volveremos. (Gen 22,5 ).

 Abraham el hombre de fe por excelencia: no sabía "como se las ibas a arreglar Dios" pero si estaba totalmente seguro de que Isaac no iba a morir por eso dijo a los criados, de paso lo oyó también Isaac: ¡Volveremos!

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 15 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra. D. VI T. O. (Lc 6;17.20-26) No temas, mi pequeño rebaño, dice Jesús

 



Entramos en este Evangelio, bajo la mirada de Jesús, que vela por su rebaño: "No temas mi pequeño rebaño, vuestro Padre, os dará su Reino- es decir- su Gloria" (Lc 12,32). Son promesas de nuestro Buen Pastor, que reflejan una Ternura, que acaricia el alma. Bien sabe, que el mundo odiará a sus discípulos, tanto como a Él: "Si el mundo os odia, sabed, que también me ha odiado a mí...Os odiará, porque al elegiros, os he sacado del mundo" (Jn 15,18-19).

 De esto, en parte, nos habla Jesús en el Evangelio de hoy: "Bienaventurados seréis cuando os odien, os injurien, declaren vuestro nombre - vuestra dignidad- como infame..."

Nos preguntamos: ¿Porque tanto odio y desprecio?  Porque los hijos de este mundo chapotean en los charcos de su propia gloria y sabiduría hasta agotarse, mientras que los discípulos de Jesús, que no somos mejores que nadie, acogimos su elección. Elección que nos mantiene erguidos, con "la mirada fija en Él, que inició y completará nuestra fe. (Hb 12,2) Él es quien nos reviste de su Gloria inmarchitable ( Jn 17,22) y también de  su Sabiduría, que nos permite adentrarnos familiarmente en su  Misterio (1 Co 2,7-10). Ojalá el mundo nos odie por esto y no por nuestras mediocridades. 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 12 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (XII)

 



Los Buscadores de Dios, terminamos siendo Discípulos de su Hijo. Cargamos como Él con el odio del mundo. Así lo expreso Jesús mismo al decir al Padre: "Les he dado tu Palabra y el mundo les ha odiado " (Jn 17,14).

   Es así porque vivir a la sombra de la Palabra de Dios, es decir, de su Sabiduría, descoloca a quienes asientan su vida en las arenas movedizas de la fluctuante sabiduría del mundo. Este desprecio estaba profetizado sobre Jesús y le alcanzó de lleno (Is 53,2-3...).

  La trayectoria de Jesús desde los inicios de su predicación hasta su muerte infame en la Cruz, fue todo un sin sentido de odio, rechazo, humillaciones. Fue objeto de toda una conspiración diabólica con la aceptación de prácticamente toda Jerusalén y que se coronó al pedir la Vida para un asesino (Barrabás) al tiempo que solicitaban la muerte para del "Cordero Inocente".

  Sin embargo, este pueblo oyó con sus propios oídos el "precio de su culto a la Mentira a la que se habían aferrado con tal de no convertirse. Lo vio y lo oyó cuando uno de los malhechores crucificados con Jesús proclamó -para vergüenza de todos ellos- que Aquel a quien habían despreciado, humillado, odiado y por último condenado a muerte era El Señor.  (Lc 23,42) El Padre hizo justicia a su Hijo frente a los hijos de la Mentira, por medio de un malhechor condenado por sus maldades. Así Dios Padre denunció a los verdaderos agentes del mal. La historia nos revela que Dios siempre hizo justicia a los que vivieron en su carne y en su alma el odio del mundo por ser primero Buscadores de Dios y como resultado de su búsqueda, Discípulos de su Hijo. Los Santos canonizados - que son una superínfima parte de los así considerados por Dios, dan fe de que Dios les hizo justicia ante la soberbia de tantos hombres que intentaron aplastarles. Si...no hay duda. Vale la pena buscar a Dios...porque Dios vela por sus Buscadores. 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 10 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (XI)

 




Recordemos a la mujer que, yendo hacia Jesús, atrajo la Fuerza de su Espíritu al tocar su manto y quedó curada. Jesús reaccionó y, atentos, porque lo que dice es Vida Eterna para todos los que le   buscan. Jesús al sentir la Fuerza que había emanado de Él preguntó ¿Quién me ha tocado?  Vaya pregunta, le dicen sus discípulos.  Están todos apretándote como   como si fueses un muñeco de feria y ¿preguntas quién te ha tocado? Jesús, insiste; recorre a todos con su mirada hasta dar con los ojos de la mujer. ¡Con que ternura la miraría! Imposible evaluar el cariño con el que el Buen Pastor amó a esta oveja, un qué abriéndose paso entre el remolino de curiosos, había llegado hasta Él, buscando la Vida que no tenía, y cuya carencia se manifestaba con su pérdida continúa de sangre.

Está y solamente está es la acogida amorosa que Jesús hace a todos los que le buscan. son hombres y mujeres que saben que sin Él...se les escapa la Vida del alma. Y quien no tiene Vida en su alma es un muerto que no sabe de dónde viene ni a donde va. Se mueve solo por impulsos cada vez más inconsistentes. Todo aquel que aspira a la Vida Eterna y que al menos intuye que Dios se la puede dar, ya está muy cerca de dar con El: Jesús dice a esta mujer: Hija, ¡tú fe te ha salvado! (Mc 5,34).

 Leamos bien, Jesús no dice, te ha curado, sino, te ha salvado. Salvación que nos viene como resultado de buscar a Dios, contra viento y marea.

Dos mil años de experiencia nos confirman que todo aquel que busca a Dios abrazándose al Evangelio como "Ancla de Salvación" le encuentra.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 8 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Dom V T. O. (Lc 5,1-11) No te separes de mí, Señor.

 


 

Los discípulos de Jesús, vuelven con su barca a la orilla; no han pescado nada. Jesús les dice: Remad mar adentro y echad las redes. Pedro objeta: Hemos estado pescando toda la noche - el tiempo más propicio para pescar- sin ningún resultado, pero apoyado en tu Palabra echaré las redes.

No encontramos con una Catequesis determinante para la fe. La objeción de Pedro, es más que razonable. Es pescador desde niño, mientras que el oficio de Jesús, era el de carpintero. Sin embargo, Pedro da más valor a la Palabra de Jesús que a su razón. Actuó como María, que, ante la propuesta de Dios, aparcó los planes que razonablemente, habían hecho José y ella y respondió: ¡Hágase en mi según tú Palabra!

 Pedro se dirigió mar adentro, echo las redes, la pesca fue abundantísima; supo entonces que estaba ante el Hijo de Dios. Tembloroso se postró ante El y suplicó: Apártate de mí que soy un pecador. Tembló de miedo como Israel en la Teofanía del Sinaí. (Ex 19,16...)  Jesús podría recordarle lo que había dicho Juan Bautista acerca de Él: Que era el Enviado del Padre para "cargar con sus pecados "... sin pasar factura (Jn 1,29).

 Pedro lloró amargamente cuando le negó por tres veces; pero lloró mucho más y está vez de gratitud y amor al sentirse aludido cuando Jesús gritó desde la Cruz: ¡Padre, perdónales, no saben lo que hacen! No lo saben, porque dependen de la sabiduría del mundo, con tintes piadosos, pero cuando resucite serán revestidos de nuestra Sabiduría y alcanzarán el Discipulado. ¡Ojalá lleguemos un día a amar a Jesús, como le amó Pedro, el del corazón noble! 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 5 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (X)

 




Hoy y el próximo lunes hablaremos de una mujer que nos muestra el porqué de su búsqueda de Dios.

Hace años que tiene flujo de sangre; aclaramos que la sangre en la Escritura simboliza la vida, ella pues refleja al hombre sin Dios. Sabe muy bien que, aunque destaque sobre el candelero a su alrededor, es consciente de que se le está yendo la vida. Por más que ha intentado solucionar para detener sus hemorragias con mil soluciones, incluso costosas, el hecho es que va a peor (Mc 5,25-26). En este morirse implacable, oye hablar de Jesús. En su corazón hay una lucha, una duda entre resignarse o ir al encuentro de Jesús, exponiéndose a una decepción más en su ya penoso historial. Por otra parte, está ya cansada de seguir aparentando con su “cara de fiesta" que ya no engaña a nadie.

Armándose de audacia decide acercarse a Jesús, que está justamente en la ciudad en la que vive. Sabe algo de Él, se ha corrido la voz de que sus palabras "son Espíritu y Vida " y ellas son la medicina que detendrán sus hemorragias. Conocedora de las Escrituras sabe que si alcanza a tocar su manto, que representa el espíritu de la persona que lo lleva se curará ( 2 Ry 2,9-16). Venciendo sus dudas y el miedo a un posible a hacer el ridículo, se abrió paso entre el gentío y tocó el manto. 

 

P. Antonio Pavía

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lunes, 3 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadoras de Dios (IX)

 



 

Fijamos nuestros ojos en Lidia, una mujer que nos sorprende por su interés en su búsqueda de Dios. Nos atrae, porque le busca con su corazón y con su alma. Tengamos en cuenta que alma y corazón comparten significado en la Espiritualidad de la Palabra.

Vamos a los hechos. Pablo y Timoteo llegan a la ciudad de Filipos y se dirigen a la orilla del río para orar discretamente. (Hch 16,11 - 15.) Allí se topan con un grupo de mujeres lavando la ropa en el río. Pablo y Timoteo aprovechan esta circunstancia para a anunciarlas el Evangelio de Jesús. Nos llama la atención que Pablo puntualiza lo siguiente: "una de ellas llamada Lidia nos escuchaba. “El Señor, comenta Lucas, le abrió el corazón, para que se adhiriese a las palabras de Pablo" Nos parece maravilloso, pero... ¿Y las demás mujeres? Quizás fueron a escuchar la Palabra, por curiosidad, por descansar un poco de sus trabajos...etc. O sea que oyeron a Pablo y Timoteo sin percatarse de que tenían Palabras de Vida Eterna para ellas. No fue esa la actitud de Lidia; es como si intuyese que estaba ante la ansiada oportunidad para encontrar al "Dios Vivo" al   que tantas veces había rezado, por ejemplo, en los Salmos (Sl 42,1-3) (Sl 84,1-3).

 Estás intuiciones se tienen cuando rezamos con los labios del corazón a más que con los de la boca. Lidia, "comía y bebía en su alma  la predicación de estos dos discípulos de Jesús y por eso mismo, "El Señor le abrió el corazón para que - su corazón - se adhiriese a las palabras de Pablo".  Palabras habitaron en ella, como nos dice Jesús (Jn 14,23) Dios cumplió en ella esta promesa ya  anunciada:  Entonces, buscarás a Yahvé tu Dios, y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma" (Dt 4,29) Así  buscó a Dios Lidia, y le encontró...y le encuentran todos los que así le buscan.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 1 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Dm. IV T. Ord. Lc 2,22-40) ¿Tienes miedo a la muerte?

 




 Este Evangelio nos presenta a un anciano llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, es decir al Mesías.

Esto indica su gran dimensión espiritual; todo su ser estaba pendiente de la Venida del Mesías, su Salvador. Dios le había hablado al corazón diciéndole que no moriría sin ver antes al Mesías. Movido por esta promesa, iba al Templo, y un día vio a José y María con Jesús en brazos para presentarlo ante Yahvé. Jesús, no tenía una luz especial, ni una estrella en la frente...etc., pero Simeón le reconoció, por obra y gracia del Espíritu Santo. Alborozado le tomó en sus brazos y exclamó: ahora, mi Dios, ya puedo morir en paz, porque mis ojos han visto a tu Hijo.

Creo que todos tenemos envidia de este hombre; desearíamos tener una experiencia tan determinante y rompedora del Hijo de Dios, como la suya, que nos mueva a proclamar: Jesús, ya puedo morir en paz.

Para ello, os invito a leer despacio lo que dice el autor de la carta a los hebreos sobre Moisés, en su misión de conducir a Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida. Nos dice que caminaba firme como "si viera al Invisible" (Hb 11,27).

Ahí tenemos el secreto para morir llenos de esperanza, como Simeón. Moriremos con su misma certeza si hacemos de la Palabra de Dios, sobre todo del Evangelio, el Manantial Vivo de nuestra oración. ¡¡Es nuestra amorosa relación con el Evangelio, - como por ejemplo la de San Francisco- lo que abre nuestras entrañas al secreto …!! ¡Del Misterio de Dios!.

 Conforme vamos entrando en el Misterio de Dios, su Hijo traspasa a nuestro corazón su Sabiduría y un día, sabremos sin lugar a dudas, que...cuando Jesús dijo: "Nadie va al Padre, si no es por mi" (Jn 14,6,) …lo decía por ti y por mí. Entonces ya perderemos el miedo a la muerte. (Jn 5,24) Ya no envidiaremos a Simeón. 

 

P. Antonio Pavía 

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