Isaac es un ejemplo fidedigno del paso de la fe de los padres a sus hijos, lo que no quita que son los hijos quienes tienen que decidir si acoger o no la fe recibida. Isaac oiría mil veces las maravillas que Dios había hecho en sus padres Abraham y Sara, pero cuando estaba atado, a punto de ser sacrificado y vio que Dios había dispuesto un cordero para ser inmolado en lugar suyo. Fue entonces cuando creyó en la fe de su padre, quien subiendo al monte le había dicho: ¡Dios proveerá...! (Gen 22,6-8).
Pasamos a ver lo que nos dice la
Escritura sobre Isaac una vez casado: "Isaac se estableció junto al pozo
Lajai Roi (en 25,11) Lajai Roi significa:" El Viviente que me ve". Es
decir que fue a vivir junto al Viviente que habló a su padre y que cumplió en
él las promesas que le hizo. El Viviente que me "ve" y nos hacemos
eco de la dimensión grandiosa que tiene el verbo ver en la Biblia.
Recordemos, por ejemplo, lo que dijo
Jesús a Nicodemo: "El que no nazca de lo alto, no puede ver - es decir
entrar- en el Reino de los Cielos (Jn 3,3.)”. Isaac enraizó su vida junto al
Viviente... Junto al Dios Vivo (Sl 84,3) Plantó su tienda junto a
Dios que le ve, le protege, el que toma en sus manos sus penas y tristezas ( Sl
10,14). Isaac, siguiendo los pasos de sus padres, se "instaló" al
lado de Dios. Bien sabía que el Dios Vivo estaría con él y que realzaría su
vida. Isaac es una bellísima profecía sobre los discípulos de Jesús (Jn 5,24).
P. Antonio Pavía
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