Los Buscadores de Dios, terminamos siendo Discípulos de su Hijo. Cargamos
como Él con el odio del mundo. Así lo expreso Jesús mismo al decir al Padre:
"Les he dado tu Palabra y el mundo les ha odiado " (Jn 17,14).
Es así porque vivir a la sombra de la Palabra
de Dios, es decir, de su Sabiduría, descoloca a quienes asientan su vida en las
arenas movedizas de la fluctuante sabiduría del mundo. Este desprecio estaba
profetizado sobre Jesús y le alcanzó de lleno (Is 53,2-3...).
La trayectoria de Jesús desde los
inicios de su predicación hasta su muerte infame en la Cruz, fue todo un sin
sentido de odio, rechazo, humillaciones. Fue objeto de toda una conspiración
diabólica con la aceptación de prácticamente toda Jerusalén y que se coronó al
pedir la Vida para un asesino (Barrabás) al tiempo que solicitaban la muerte
para del "Cordero Inocente".
Sin embargo, este pueblo oyó con sus
propios oídos el "precio de su culto a la Mentira a la que se habían
aferrado con tal de no convertirse. Lo vio y lo oyó cuando uno de los
malhechores crucificados con Jesús proclamó -para vergüenza de todos ellos- que
Aquel a quien habían despreciado, humillado, odiado y por último condenado a
muerte era El Señor. (Lc 23,42) El Padre
hizo justicia a su Hijo frente a los hijos de la Mentira, por medio de un
malhechor condenado por sus maldades. Así Dios Padre denunció a los verdaderos
agentes del mal. La historia nos revela que Dios siempre hizo justicia a los
que vivieron en su carne y en su alma el odio del mundo por ser primero
Buscadores de Dios y como resultado de su búsqueda, Discípulos de su Hijo. Los
Santos canonizados - que son una superínfima parte de los así considerados por
Dios, dan fe de que Dios les hizo justicia ante la soberbia de tantos hombres que
intentaron aplastarles. Si...no hay duda. Vale la pena buscar a Dios...porque
Dios vela por sus Buscadores.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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