Dejamos al fiel israelita con su decisión de dejar de
lado a dioses muertos y buscar al Dios vivo. Si, deseo tan lleno de
sabiduría choca con el sentir de los que le rodean, que le preguntan una y otra
vez: ¿Dónde está ese Dios vivo?
Esta es la pregunta de los necios; la de quiénes no
pasan de unos servicios mínimos a Dios a quien le marcan una línea roja para
que no interfiera en "sus cosas". Nos guste o no está es la realidad imperante
hoy y siempre. No nos asustemos; es la realidad con la que se encontró Jesús en
Israel.
Es cierto que asistían al culto y rezos en las
sinagogas y el Templo, pero con la superficialidad propia, en general, de quién
asiste para cumplir con un deber. Por eso, a un cierto momento, Jesús les dice:
"El que me glorifica es mi Padre de quién vosotros decís, es nuestro Dios,
sin embargo, no le conocéis." (Jn 8,54b-55).
Las burlas a este salmista: ¿Dónde está tu Dios ... el
Dios vivo? (Sl 42,3-4) alcanzaron de mil formas a Jesús, y por supuesto a
sus discípulos de todos los tiempos...por "su pretensión " de buscar
hasta encontrar " al Dios Vivo que abre en sus almas," el Camino, la
Verdad y la Vida" (Jn 14,6). Es tan
sublime lo que reciben de Dios, que no se permiten el menor juicio a nadie.
Sólo les preocupa ser Luz de Jesús para los demás.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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