viernes, 18 de julio de 2025

Partiendo la Palabra Domingo XVI del Tiempo Ordinario (Lc 10, 39-42)

 



El Kairos

 

Kairos es un término griego muy común en la Iglesia Primitiva, que significa: "La ocasión propicia". Bien sabían los primeros cristianos que Dios se les manifestaba con acontecimientos que iban mucho más allá de simples casualidades. Acontecimientos que les movían a decir: Esto es un paso de Dios en mi vida.

El Kairos tiene que ver con el Evangelio de hoy. Jesús llega a la casa de Marta y María.  Ambas se alegran muchísimo, pero Marta sigue afanada en las cosas de la casa, porque hay que hacerlas. María, aprovecha el Kairos; decide que las cosas de su casa pueden esperar; su casa interior, su alma, no. Dejando pues "sus cosas" se sienta a los pies de Jesús, no para mirarle embelesada sino para recibir de Él la Vida que fluye de su Palabra.

Atentos... escuchaba a Jesús, sentada a sus pies, es decir, no para "aprenderse una lección bíblica" sino para que su alma quedase prendida a lo que escuchaba. Se llama: ¡Obediencia a Dios!

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 16 de julio de 2025

Partiendo la Palabra Si el grano de trigo no muere

 



 "El que ama su vida la perderá" dice Jesús (Jn 12,25). La cuestión es qué nos dice Jesús respecto a "perder la vida". Si por vida entendemos, solo nuestras aspiraciones y proyecciones, marginando a nuestro Buen Pastor, nos quedamos bastante escasos.

Bloquear nuestra Trascendencia, es como vivir, haciendo contorsiones en el seno de una burbuja, sin ver más allá de nuestros límites. Así, ignoramos irresponsablemente nuestra vulnerabilidad. Lo peor es que nos hacemos a un lado, ante la infinita grandeza de nuestra alma creada para la Eternidad.

 Recordemos a este respecto la Catequesis que nos dio el Señor Jesús. (Lc 12,26-21). Los campos de un hombre dieron una excelente cosecha. Quizás nunca soñó con frutos tan abundantes; los suficientes para colmar sus deseos y ambiciones. Pues no fue así. Lo primero que pensó   fue edificar graneros mayores, para almacenar sus ganancias.

 No se le ocurrió agradecer a Dios, ni compartir algo con los necesitados. O sea que fue tan necio, así le llamó Jesús, que, en vez de cultivar su alma, creciendo así en su relación con Dios, insaciable como era, solo se preocupó en acumular más bienes, y más y más... Como ya dije, Jesús le llamó necio. Si, necio porque solo tuvo ojos para los bienes de este mundo, pero fue totalmente ciego para los Bienes Eternos: Los que vienen de Dios...a quien excluyó dominado por su insensatez.

P. Antonio Pavía 

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lunes, 14 de julio de 2025

Partiendo la Palabra El Evangelio y sus frutos (III)

 


Si el grano de trigo muere, da fruto. Pero si no muere a la larga, su existir pasa desapercibido; la soledad que escogió al marginar a Dios, le pesa como una losa; es como si cargara con la muerte que lleva sobre sus espaldas, Sin embargo, el grano   que aceptó ser arrojado a tierra al rechazar ser arropado por el mundo se ve acogido por la Ternura de las manos de Dios.

 Apenas cuatro personas estuvieron en el Calvario, cuando Jesús fue condenado por él Sanedrín y arrojado como escoria hacia el Calvario. Sin embargo, a pesar de tan espantosa soledad, el Mal con todo su poder, no consiguió evitar que el Despreciado por antonomasia hablase una y otra vez con su Padre dando así constancia de lo que había proclamado a sus Discípulos durante la Última Cena: "Yo estoy con el Padre y el Padre está en mi" (Jn 14,11).

Los Discípulos de Jesús no nos morimos solos, porque, unos más y otros menos, todos tenemos la experiencia de haber vivido "con y junto al Señor Jesús a causa de su Evangelio acogido y por supuesto, de los Sacramentos.

Todos llevamos en nuestras entrañas la confesión de fe de San Pablo: "Ya no soy yo quien vive, es Jesús el que vive en mi "Vivir acompañados por él Señor, no es una fórmula mágica: es el cumplimento de promesas hechas por Jesús, como, por ejemplo: "Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros si me veréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros"(Jn 14,19-20).

  A este respecto, llevemos a nuestro corazón la promesa hecha por Jesús, una vez resucitado, de su permanente Presencia con sus Discípulos a lo largo de la misión que nos confío: " Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 12 de julio de 2025

Partiendo la Palabra Domingo XV del Tiempo Ordinario (Lucas 10, 25-37)

 



Señor, acaricia tú mi corazón

 ¿Quién no desea llegar a amar a Dios con todo su corazón, como leemos en el Evangelio de hoy? Todos lo deseamos. Amar a Dios con todo nuestro corazón no supone despreciar tantos bienes del mundo. La cuestión es a quien dejamos que estampe su firma en nuestras entrañas, si a Dios, o al mundo. Para no vivir engañados puntualizo lo siguiente: Dios habita en nosotros por medio de su Santo Evangelio (Jn 14, 23).

Que estampe su firma en nuestro corazón, no depende de sentimentalismos, ni de propósitos; ni siquiera de compromisos. Todo esto son veletas a merced del viento. Jesús estampa su firma en nuestro corazón, solo si se lo dejamos hacer, y eso implica nuestra perseverancia día a día.

La fe que agrada a Dios es que le dejemos las manos libres para que cada día, estampe en nuestro corazón un trazo, un pasaje de su Evangelio... Y es que, Jesús mismo, se identifica espiritualmente con su Evangelio (Mc 8, 35).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 9 de julio de 2025

Partiendo la Palabra El Evangelio y sus frutos (II)

 


 

Escuchamos la respuesta, catequesis de Jesús a aquellos griegos que querían verle. Aparentemente no es una respuesta, sin embargo, las Palabras dichas por Jesús, definen la identidad de los que son y serán sus Discípulos a lo largo de la Historia.

Escuchamos a Jesús:  "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo. "Él dilema, o mejor dicho, el escándalo está servido: Si no eres grano de trigo arrojado en la tierra, por el desprecio del mundo (Jn 15,18...)  no serás más que un grano estéril e inservible. Si defendemos nuestra vida y dignidad, arropados por la gloria de este mundo, mala inversión hemos hecho de nuestra existencia, porque tarde o temprano el mundo a quien confiaste tu dignidad te abandona a tu suerte.

El que no escoge a Dios se echa en brazos de la soledad porque las pompas de este mundo revientan y te ves arrojado al vacío...aunque sigan adulándote.  Nuestra alma es muy exigente, no le colma ninguna adulación; solo las caricias de su Padre, las de Dios. No tengamos miedo. Todo aquel que es capaz de decir a Dios: !Aquí estoy! …como Abraham, Moisés Esther, Jeremías...y por supuesto María de Nazaret tiene garantizada la victoria sobre el mundo y su príncipe Satanás, y tiene garantizada también la Gloria Inmortal de Dios, gracias a Jesús, el Señor (Jn 17,22-24).

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 7 de julio de 2025

Partiendo la Palabra EL Evangelio y tus Frutos (I)

 




Iniciamos un ciclo catequético en el que con la ayuda de Dios abordaremos la identidad entre Jesús Maestro y nosotros sus Discípulos, llamados a dar fruto, como servicio al mundo. Somos semillas en las manos de nuestro Buen Pastor quien, desde sus mismas manos nos hace crecer como "espigas suyas".

El ciclo tendrá como base el pasaje de: (Jn 12,20-32) que empieza hablándonos de unos griegos que están en Jerusalén y oyen hablar de Jesús. No son judíos, pero sienten una atracción especial por Israel, a causa de su monoteísmo. Son conscientes de que, si existe Dios, tiene que ser Uno y no un racimo de divinidades con distintas funciones: dios del mar, de la agricultura, del pensamiento...etc.

 Estos griegos, que están de visita en Israel y como he dicho oyen hablar de un tal Jesús, él Mesías esperado; van donde Felipe y le dicen: Queremos ver a Jesús. No sabemos si les mueve la simple curiosidad o algo mucho más serio. A estas alturas esto no importa mucho; además todo buscador de Dios es inicialmente movido por cierta curiosidad. ¡¡¡Lo mejor de quien en su perseverancia, encuentra a Dios es que... nunca jamás estará solo!!! Dios a quien buscó y encontró vive con Él.

 Jesús mismo le da la mano en el momento de su muerte y le presenta como Discípulo suyo al Padre. Jesús nos lo dijo, con otras Palabras, pero nos lo dijo: "Nadie va al Padre sino por mi " (Jn 14,6).

 

P. Antonio Pavía 

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