Iniciamos este ciclo catequético, en el que, bajo la inspiración de Dios, abordaremos la identidad entre Jesús Maestro y cada uno de sus discípulos llamados a iluminar como antorchas suyas un mundo que ama más las tinieblas que la luz. (Jn 3,20).
Damos comienzo; unos griegos que estaban en
Jerusalén, con motivo de la Pascua, oyen hablar de Jesús. No son judíos, pero
sienten una atracción especial por este pueblo por ser monoteístas, pues
entienden que solo desde el monoteísmo es posible tener una relación afectiva y
personal con Dios.
Así pues, tenemos a estos griegos
en Jerusalén y ese "Dios Único" a quien buscan le sale al encuentro,
al propiciar que oigan a hablar de Jesús, de quién dicen que es el Hijo de
Dios. Hablan con uno de sus discípulos, Felipe, y le dicen que quieren ver a
Jesús. No sabemos si son movidos por una simple curiosidad, o por algo mucho
más serio. No importa, todo buscador de Dios, empieza sus primeros pasos movido
también por una pizca de curiosidad. Felipe los escucha, y junto con Andrés
dicen a Jesús que un grupo de extranjeros quieren verle; tengamos en cuenta que
el la Escritura, ver implica conocer e incluso estar con aquel a quien se
conoce. Es lo que Jesús llama conocer con y desde el alma al afirmar que
"El conoce al Padre y los fariseos no" (Jn 8,54-55).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com