sábado, 19 de abril de 2025

Partiendo la Palabra Amor con Amor se paga (Jn 20,1-9)

 



Prestamos atención a lo que vieron Pedro y Juan al llegar al sepulcro, con María Magdalena. Encontraron las vendas en el suelo y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, doblado cuidadosamente, en un lugar aparte, quizás en una repisa. Este dato nos estremece. No fueron manos humanas las que doblaron amorosamente el sudario, sino manos celestes. Nos atrevemos a decir que fueron las de Dios Padre a quien se le rompió el corazón al ver cómo la cabeza de su Hijo- que representa la dignidad de la persona-, era groseramente ultrajada, maltratada, escupida y por si fuese poco, sometida a la infamia burlesca de ser coronada de espinas. ¿Como vería su Padre esta denigrante escena? Me atrevo a decir que, si en el cielo se llorase, lo vería hecho un mar de lágrimas. Por eso en un acto de Amor Infinito, El o sus ángeles, lo mismo da, tomaron el sudario en sus manos, con una Ternura Indescriptible y la doblaron haciéndonos ver qué la cabeza ultrajada de Jesús, sería coronada, porque Él es “El Rey de reyes y Señor de señores" (Ap. 19,16) El sudario tan amorosamente doblado, da paso al cumplimiento de esta profecía del salmista acerca de Jesús ...y sus Discípulos de todos los tiempos: " ...Tú Señor, eres mi gloria, tú realzas mi cabeza " (Sl 3,4).

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 12 de abril de 2025

Partiendo la Palabra DOMINGO DE RAMOS ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?

 



Los discípulos de Jesús, como Él, cargamos con El odio del mundo: desprecios, persecuciones e incluso la condena a muerte ignominiosa. (Jn 15,18...) Sucede así porque como dijo el mismo Jesús, los hombres aman más las tinieblas que la Luz (Jn 3,19b).

En este contexto, oímos el grito desgarrador de Jesús: ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Con este "Gemido Santo" en el Calvario, Jesús quiso identificarse con todos los hombres del mundo, que de una forma u otra nos vemos agobiados por la desesperación, sean cuales sean causas.  Desesperación que se adhiere a nuestra alma como una lapa, seamos o no creyentes en Dios.

 La diferencia abismal entre unos y otros es que la desesperación del no creyente se cierra sobre él, que no tiene más apoyo, que el abismo de la increencia, mientras que la del creyente, se asienta sobre Jesús, su Roca (Mt 7,24...).

Por eso puede gritar con El y como Él:  Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu al final de sus días...y también antes de este final, puede clamar así a Dios: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu; mi alma herida. (Lc 23,46).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 9 de abril de 2025

Partiendo la Palabra Si el grano de trigo no muere... (IV)

 




 Dice Jesús: "El que ama su vida, la perderá...".  Claro que los discípulos de Jesús amamos nuestra vida. La cuestión es qué entendemos por "vida". Si la limitamos solo a lo que abarcan nuestros sentidos y a nuestras proyecciones nos quedamos bien escasos. Nos limitamos y naufragamos en mínimos al bloquear nuestras expectativas eternas; cercenamos la posibilidad de alcanzar la Infinita grandeza de la que nuestra alma es portadora.

Recordemos la Catequesis que Jesús nos dio a este respecto. (Lc 16-21).  Un hombre tuvo una gran cosecha en sus campos. Probablemente ni en sus mejores sueños concibió una cosecha tan abundante. El problema es que ..., le pareció insuficiente y proyectó hacerse graneros mayores para el futuro. Fue tan necio que en vez de agradecer a Dios y cultivar su alma, solo pensó en tener más y más...

Jesús le llamó: Necio. Si, necio por su vivir en la tierra, despreciando su "vivir para Dios" Despreció a Dios, porque no dio importancia a lo más valioso que Él le había dado: El Alma. 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 7 de abril de 2025

Partiendo la Palabra Si el grano de trigo no muere (III)

 



 Si el grano de trigo no muere, su vitalidad queda amputada, su existir, esterilizado; la soledad que escogió es el clamor de su fracaso.

  Es la soledad de no dar a Dios un espacio en su corazón. Por el contrario, el grano de trigo que acepta ser arrojado en tierra y en ella morir, jamás conocerá la soledad. Sólo y desvalido dejaron a Jesús en el Calvario. Junto a Él, apenas cuatro personas: su Madre, Juan, María Magdalena y María de Cleofás y a una cierta distancia, como dictaba la ley romana. Aun así, el poder del Mal, no consiguió, que Jesús alzase sus ojos para hablar con su Padre. Así atestiguó lo que había dicho a sus Discípulos: "Yo estoy con el Padre y el Padre está conmigo" (Jn 14,11 ).

 Es así como los Discípulos de Jesús dejamos este mundo, porque el Discipulado es, sobre todo, vivir con Dios. Aunque nos condenaran a vivir en una isla despierta, como aconteció a algún Discípulo de Jesús de la Iglesia Primitiva- como por ejemplo San Juan que fue desterrado a la isla de Patmos - no nos alcanzará el estigma de la soledad, espectro que sí alcanza a otros que dejan este mundo con personas junto él, pero no Dios, por las razones que sean.

 Los Discípulos de Jesús, no somos mejores que ellos pero ya vencimos nuestra soledad, el día que igual que San Pablo dijimos: "Ya no soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mi" (Gal 2,20 ).

 Atentos, no hace falta ser perfectos para experimentar esto de San Pablo; el hecho, de desearlo, es ya señal de que Jesús ya vive en ti.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 5 de abril de 2025

Partiendo la Palabra V Dom. Cuaresma (Jn 8,1,11)

 




Cambia Señor, mi corazón 

 

Jesús está partiendo la Palabra en el Templo, cuando unos fariseos le traen a una mujer sorprendida en adulterio. Según la ley ha de ser lapidada y así se lo dicen a Jesús, para ver cómo reacciona. Estos hombres también saben que Dios dijo por medio de Ezequiel, que no quiere la muerte del pecador, sino que cambie de conducta y que viva (Ez 18,23).  Ante esto, Jesús se agacha y escribe en el suelo. Quizás estuviera escribiendo que había sido enviado por el Padre para dar Vida en abundancia (Jn 10,10b) y por eso dice a los acusadores que el que esté sin pecado, que tire la primera piedra.

 Se fueron todos. Jesús se acerca a la mujer y le dice: ¡No peques más! No es una orden, es la Buena Noticia de que sí acoge la Vida que Él le ofrece con su Palabra (Jn 1,1-5) no tendrá que buscar migajas en el mundo, que socaven su dignidad. 

 P. Antonio Pavía 

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miércoles, 2 de abril de 2025

Partiendo la Palabra El Evangelio y sus frutos (II) (Jn 12,20_32)

 



 Vimos que Felipe y Andrés dijeron a Jesús, que unos extranjeros querían verle. Jesús responde a este deseo, con una Catequesis profundísima, llena de Palabras de Vida, para todas las generaciones; para todos aquellos que tengan el deseo, el pálpito de ser sus Discípulos Amados... Oímos y oiremos a lo largo de todo este ciclo, a Jesús, que empieza diciéndonos:

"En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda él solo, sin fruto". No hay mayor soledad, que la de vivir, sin dar los frutos que brotan del Evangelio. Ser granos de trigo arrojados en tierra, nos asemeja a Jesús despreciado por su propio pueblo al Calvario. (Is 53,3...) Vivimos con la tentación, de defender nuestra vida, arropándola, por la música atractiva de este mundo, sin calibrar que esté mundo en cuyos brazos te arrojas, deja de arroparte, cuando lo que te ofrece no da más de sí, porque jamás estará a la altura de la infinitud y ansias de tu corazón. El Salmista dirá que quienes se abrazan al mundo, son personas que se " dejan pastorear por la Muerte" (Sl 49,15).

 Busquemos a Aquel que murió por nosotros para ser nuestro Buen Pastor que nos conduce por Pastos- Palabras que son "Espíritu y Vida" a la medida de nuestra  infinitud  (Jn 6,63).

 

P. Antonio Pavía 

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