Prestamos atención a lo que vieron Pedro y Juan al llegar al sepulcro, con María Magdalena. Encontraron las vendas en el suelo y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, doblado cuidadosamente, en un lugar aparte, quizás en una repisa. Este dato nos estremece. No fueron manos humanas las que doblaron amorosamente el sudario, sino manos celestes. Nos atrevemos a decir que fueron las de Dios Padre a quien se le rompió el corazón al ver cómo la cabeza de su Hijo- que representa la dignidad de la persona-, era groseramente ultrajada, maltratada, escupida y por si fuese poco, sometida a la infamia burlesca de ser coronada de espinas. ¿Como vería su Padre esta denigrante escena? Me atrevo a decir que, si en el cielo se llorase, lo vería hecho un mar de lágrimas. Por eso en un acto de Amor Infinito, El o sus ángeles, lo mismo da, tomaron el sudario en sus manos, con una Ternura Indescriptible y la doblaron haciéndonos ver qué la cabeza ultrajada de Jesús, sería coronada, porque Él es “El Rey de reyes y Señor de señores" (Ap. 19,16) El sudario tan amorosamente doblado, da paso al cumplimiento de esta profecía del salmista acerca de Jesús ...y sus Discípulos de todos los tiempos: " ...Tú Señor, eres mi gloria, tú realzas mi cabeza " (Sl 3,4).
P. Antonio Pavía
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