miércoles, 31 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Solo en Dios descansa mi alma (VI)

 


Vimos que Juan nos anunciaba que Jesús inclinando su cabeza, entregó su espíritu al Padre. En la espiritualidad bíblica, la cabeza representa la dignidad de la persona; los reyes la realzan con sus coronas.  La cabeza de Jesús en la Cruz, parecía un guiñol ensangrentado, tan desagradable a la vista, que, como profetizó Isaías, era mejor desviar la mirada, para no vomitar.

 Escuchamos a Isaías: " Despreciable, desecho de los hombres...ante quien se vuelve el rostro" (Is 53,3). Esto fue lo que vieron "los espectadores" del Calvario; pero Dios, que no abandonó a su Hijo, ni   a nadie que sigue sus pasos, abrió los ojos de los burlones, para que vieran cumplida en Él, desfigurado, la profecía del salmista: "Solo en Dios descansa mi alma, porque de Él me viene la salvación (la Resurrección) ... Solo Él es mi roca...(Sl 62,2-3 ).

  Podemos poner en Jesús Crucificado este soliloquio con su Padre: "Sólo en ti Padre mío, me he podido apoyar. Tú has sido para mí, mi Buen Pastor, mi Roca; en ti, me apoyo, me recuesto... (Sl 23, 1...) Y Entonces, inclinando su cabeza, entrego su espíritu al Padre... y el Padre con un Amor tan indecible como desconocido, le recostó en su seno. Una última apreciación: " Este Amor del Padre, indecible y desconocido, es nuestra herencia, como Discípulos de su Hijo".

P. Antonio Pavía 

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lunes, 29 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Solo en Dios descansa mi alma (V)

 




Hemos visto que Jesús vino al mundo a cumplir la voluntad del Padre: "que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tm 2,4 ).

 En este sentido, fijémonos en el Calvario, en Jesús crucificado. Primero se dejó despojar de su dignidad, al aceptar su condena a muerte, no como un héroe sino como un malhechor, una basura a los ojos de todos. Vemos al Cordero Santo, Inocente, en los estertores de su agonía, entregando su espíritu al Padre diciéndole:

 ¡Todo está cumplido! (Jn 19,30). Fue su grito de victoria y que resonó glorioso en el Cielo e hizo temblar a los demonios, pues había comenzado la cuenta atrás de su dominio sobre el hombre. El príncipe de la Mentira fue vencido por Jesús, Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6).

  Desde la Cruz Jesús que había dicho a un escriba que quería seguirle: "El Hijo del Hombre no tiene donde reposar la cabeza (Mt 8,20 b) la reposó en la Cruz...y resulta que los brazos de madera de la Cruz...se convirtieron en los brazos acogedores del Padre que le susurraba al oído... ¡Misión cumplida... Descansa en mi Hijo mío!

 Os doy una Buena Noticia: Así es como el Padre, acoge en su muerte, a los Discípulos de su Hijo.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 27 de julio de 2024

PARTIENDO La PALABRA Dom XVII T. Ord. Con el alma hambrienta

 


Hoy Jesús hace un milagro: da de comer, multiplicando unos panes, a miles de personas que   hambrientos de sus Palabras de Vida Eterna llevaban horas y horas escuchándole. Nos preguntamos si este milagro de Jesús es solo una obra de misericordia - Dar de comer al hambriento- o nos da a entender que Él es quien sacia el Hambre del Alma que no está habitada por la Verdad, por Dios.

 El milagro de Jesús, sin desdeñar la obra de misericordia, apunta al hambre del alma que es como un cáncer para nuestra Trascendencia. Desde la óptica de esta profecía del libro de los Proverbios intuimos que Jesús apunta al daño que nos hacemos cuando vivimos de perfil a esta nuestra Trascendencia.

 Abordamos la profecía: "Anuncia la Sabiduría... Venid a mí los necios y escasos de discernimiento y comed de mi pan...dejad la insensatez y seguid el camino de la Sabiduría(Prov 9, 1-6).   Los fariseos conocían bien esta y otras profecías parecidas; pero cuando la Sabiduría de Dios vino al mundo la despreciaron.

 Se lo oímos a Jesús: "Estudiáis las Escrituras buscando en ellas palabras de Vida Eterna y no queréis venir a mi para tener Vida (Jn 5,39-40). Por eso, no dejaron de ser necios ante la Verdad, ante Dios. 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 24 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Solo en Dios descansa mi alma (IV).

 


Respecto a que solo en Dios descansa nuestra alma, ya vimos el anuncio profético de Isaías, la Encarnación de Jesús, como Emmanuel: Dios con nosotros. Jesús la Palabra del Padre, que vuelve a Él con su misión cumplida, a nuestro favor. Jesús, fue enviado por el Padre, no para juzgar al mundo sino para redimirlo (Jn 3,17).

  Una redención, rescate, realizada no por medio de oro o plata sino, como dice Pedro, con la Sangre del Cordero sin mancha: Jesucristo (1 Pe. 1,18-19). Jesús al asumir su misión en el mundo, pone su vida en manos del Padre. Bien sabe que el Príncipe de este mundo, envenenará corazones y conciencias para que sea condenado a muerte; muerte afrentosa de maldito, de malhechor, de pecador infame.

 Aceptó tan infinitas afrentas, porque era nuestra vida la que estaba en juego; que, para salvarla, tenía que ofrecer la suya. Fue un ofrecimiento voluntario, por amor. Realzó nuestra vida a costa de que la suya fuese aplastada como un perro.

 Jesús nos ofrece su maravillosa adhesión al Padre para salvarnos, con estas palabras que deberíamos enmarcar con letras de oro en nuestras entrañas: "Llega el Príncipe de este mundo; no tiene ningún poder sobre mí, pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que hago lo que me dice" (Jn 14,30-31). 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 22 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Solo en Dios descansa mi alma [III]

 



Ya dijimos anteriormente que “La misericordia triunfa sobre el juicio". (St 2,13b). Hasta tal punto prevalece la Misericordia de Dios sobre nuestras desviaciones, que Dios Palabra, se hizo carne y habitó entre nosotros. Imaginémonos a Jesús viendo al pueblo elegido tan lejos de la Verdad, de Dios; y sobre todo tan indiferente a la conversión del corazón, y lo que es peor, sometiéndolo a un engaño tras otro.

  Ante esta realidad, deprimente de por sí, Jesús lloró, al constatar, que los cumplimientos del pueblo, eran solo una fachada con la que intentaban ocultar sus miserias ocultas. (Lc 19, 41...). Estas lágrimas de Jesús tienen un nombre: !!Su Misericordia! Al ver la incongruencia y falsedad de corazón de su pueblo, le dolió tanto el alma, que de ella salió el dolor punzante porque "vio a una muchedumbre vejada y abatida como ovejas sin pastor" (Mt 9,36).

 Bien sabía Él que su Padre le había enviado con la misión de dar su vida por ellos, que esas ovejas eran en realidad, muertos vivientes, ambulantes sin rumbo ni meta alguna. Bien sabía Jesús que solo muriendo por ellas...por todos. Serían y seríamos liberados del disfraz que solemos llevar intentando, en vano, ocultar nuestra escasez de vida. 

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 20 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Dom. XVI T. Ord. (Mc 6,30-34)

 




Deberíamos estremecernos ante el dolor que siente Jesús al ver a toda una muchedumbre con el corazón vacío y estéril, por no estar pastoreado. Mateo en el mismo contexto nos narra la tristeza de Jesús al ver tantos israelitas vejados y abatidos por no estar pastoreados, por la carencia de Palabras de Vida en sus almas. (Mt 9, 36...) Esa fue la realidad que se encontró el Hijo de Dios y el peligro de que esta realidad se repita es constante. A este respecto, Jesús hablará de la vaciedad de "los preceptos enseñados por hombres" (Mt 15,9) que no poseen la Fuerza de las Palabras de Vida Eterna que sí cambian el corazón.

 

En una situación de desconcierto de los Apóstoles, Jesús les preguntó si querían dejarle; entonces Pedro iluminado por el Espíritu Santo dio, y a todos nos sirvió, la razón para seguir con El; la razón de ser del Discipulado:  Así respondió a Jesús: ¡Donde iremos Señor, Tú tienes Palabras de Vida Eterna!! (Jn 6,67-68). No nos engañemos: si no nos dejamos pastorear por las Palabras de Jesús, es decir por su Santo Evangelio, nuestras almas estarán abatidas y aplastadas, tal y como las vio Jesús en esa muchedumbre de la que hemos hablado. Y la respuesta solo la puedes dar tú...busquemos en nuestras Parroquias comunidades o grupos que nos pastoreen con el Evangelio de Jesús. 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 17 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Solo en Dios descansa mi alma (II)

 




Vimos que Dios decide encarnarse para ser Emmanuel, el Dios con nosotros, para que, ofreciéndose en el Calvario como Cordero inocente pudiéramos amar a Dios "con todo nuestro corazón, alma y fuerzas" (Dt 6, 4…). Podemos decir que Jesús vino al mundo con este letrero en la frente, que después "copió" San Pablo:

"Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20b). La cuestión es que no hay praxis ni ascesis por muy intensa que sea, que pueda anular nuestra enfermiza querencia al pecado. Lo dijo San Pablo de sí mismo: "Estoy vendido al poder del pecado..." (Rm 7,14).

  Evidentemente, con el tiempo, se dejó cambiar el corazón por la Fuerza de la Gracia. Gracia alcanzada por Jesucristo, que, en la Cruz, aplastó la cabeza de la serpiente, como estaba profetizado (Gen 3,15).

 En el texto anterior vimos que Dios enviaría al mundo su Palabra - Jesús, y que no volvería a Él, sin haber cumplido su misión (Is 55,10-11). En su muerte Jesús dio cumplimiento a la súplica de este salmista:  "Si llevas cuenta de nuestros pecados, Señor, ¿quién podrá resistir? pero de ti procede el perdón..."  (Sl 130, 3...).

  Así fue y así es; Jesús proclamó en la Cruz el perdón para todos... "Padre, perdónales, no saben lo que hacen". Ojalá nos acojamos al perdón de Dios, concedido en el Calvario, sean los que sean, nuestros pecados.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 15 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Solo en Dios descansa mi alma (I)

 


 

Llevamos hacia el corazón, como María, la exhortación que nos hace Isaías en nombre de Dios: "Buscad a Dios mientras se deja encontrar, llamadle mientras está cercano..."(Is 55,6). 

 Creo que en general, todos deseamos que esto sea verdad. Israel lo creyó, pero no se puso en guardia ante el padre de la mentira (Jn 8,44). Este sembró tanta cizaña, cuna de la necedad, en sus corazones que dieron "por bueno y suficiente" hacer rezos y rezos, incluso con Salmos, sin preocuparse por la sintonía entre lo que rezaban y la mentira que campeaba inmune en sus corazones, provocando así una piedad endeble, infructuosa.

 Dios, que por encima de todo es Padre, vio que el Tentador había dejado ciego y sordo a su pueblo y, compadecido, no solo de su pueblo, sino de toda la humanidad, también ciega y sorda, decidió la Encarnación de su Hijo. Jesús, Palabra Viva y Verdadera, descendió, cumplió su Misión y ascendió al Padre, como el mismo Isaías, había profetizado: "Mi Palabra, no volverá a mí de vacío sin que haya cumplido la Misión a la que la envíe" (Is 55,11).

  Y en el contexto de la Misión de Jesús señalamos que El, creó con su Evangelio, la Fidelidad de nuestros corazones a Dios, para que pudiéramos descansar en Él.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 13 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Dom XV. T. Ord (Mc 6,7-13) Yo cuidaré de vosotros


Centramos nuestra atención en las palabras que dice Jesús, al enviar a sus discípulos a anunciar el Evangelio de la conversión. Les envió con poder sobre los espíritus inmundos. Es el poder que nace de la libertad de no estar atado a los bienes de este mundo. Quién está sujeto a ellos termina siendo siervo del Dinero, y Jesús es muy claro a este respecto, como vemos en su Catequesis por excelencia: el Sermón de la Montaña (Cap 5, 6 y 7 Mateo.) En ella oímos esta declaración que no puede ser más diáfana: "No podéis servir a dos señores...no podéis servir a Dios y al Dinero"  (Mt 6,24).

Es cierto que la evangelización supone unos gastos de estructuras, mantenimiento...etc. Mas cierto es, lo que nos dice Jesús a este respecto: "No andéis preocupados diciendo: ¿Que vamos a comer o vestir? ... etc. Ya sabe vuestro Padre del Cielo que tenéis necesidad de todo eso (Mt 6, 31-32).

  A quienes así evangelizan, Jesús les da Palabras de Vida Eterna para sus almas y para las almas que les confía, a fin de    apacentarlas bien.  (Jn 21,15...)

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 10 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Besos de Dios al alma (VIII)

 



Terminamos estas Catequesis sobre los besos que Dios da al alma de quién ama y guarda su Palabra con una referencia sobre las primeras Comunidades Cristianas.

 El centro de su Espiritualidad era Jesús. Él era su Roca frente a tantas persecuciones; le llamaban: "La Palabra del Padre". Era tal el Fuego que ardía en sus entrañas al "guardar su Palabra" como Él les había dicho (Jn 14,23) que uno de sus primeros Obispos, San Ignacio de Antioquía, íntimo amigo de San Juan, nos ofrece este bellísimo testimonio en una carta escrita poco antes de su martirio: "Si sufro el martirio, me convertiré en Palabra de Dios".

 Podemos ver también este otro testimonio, antiquísimo, de San Cirilo de Alejandría: "Desde la Encarnación de la Luz del Unigénito, somos transformados en la misma Palabra, que da Vida a todas las cosas".

 Digamos pues que alcanzamos nuestra Plenitud como Discípulos de Jesús, gracias a la Palabra guardada y al insondable Misterio de la Eucaristía. De la Palabra y la Eucaristía, surgen los besos de Dios a nuestras almas.

 

P Antonio Pavía 

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lunes, 8 de julio de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Besos de Dios al alma (VII)

 



Hemos dicho que es nuestra disposición interior lo que hace que nuestra alma sintonice con la Palabra que escuchamos. Es una disposición que hace brotar de nuestra alma, la oración que agrada a Dios. Oración que no es un trámite piadoso sino un Encuentro Festivo con Dios. Tenemos un ejemplo bellísimo en la Escritura acerca de esta disposición interior para encontrar a Dios. Al llegar Pablo y Timoteo a Filipos, fueron primero a orar a orillas del río y encontraron allí unas mujeres. Pablo y Timoteo aprovecharon la ocasión para predicarlas el Evangelio. El cronista hace está puntualización: "Una de ellas llamada Lidia, que adoraba a Dios, nos escuchaba..." (Hch 16, 14...)  Fruto de su escucha pidió el Bautismo. Lidia los escuchaba... ¿Y las demás? Pues estarían en el grupo por curiosidad, o por distraerse... etc.

 Algo parecido a tantos que van a la Iglesia por cumplir, quedar bien, temor, etc.. pero que hasta tal punto "no escuchan" que una hora después no recuerdan las lecturas y menos aún la predicación. Lidia. como buena Buscadora de Dios escuchaba con toda el alma y El suscitó en ella la Gracia de pedir el Bautismo: la Gracia inestimable del Discipulado.

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 6 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Dom. XIV T.O. (Mc 6,1-6) ¿Qué esperas tú de Jesús?

 



El Evangelio de hoy nos describe al hombre sin discernimiento, representado por el pueblo elegido. Israel asienta su fidelidad a Dios, a base de impulsos limitados, por ejemplo, milagros como el Paso del Mar Rojo, el Maná que les permitió cruzar el desierto, la conquista de la Tierra Prometida...etc...  Así las cosas, su debilidad, se sobrepone a la Palabra que Dios le hace llegar por medio de los profetas. De ahí los "gemidos de Dios" para despertar a su pueblo que tanta ama, de sus letargos consentidos. Gemidos como, por ejemplo: Ojalá escuchéis hoy mi Voz... ¡No endurezcáis el corazón...! (Sl 95,7b- 8).

  Así es como encuentra Jesús a su pueblo en la sinagoga de Nazaret. Estaban todos expectantes, pues conocían sus milagros. Milagros, que como anunciaron los profetas, por ejemplo (Is 35,4-6) testificaban que Él era el Mesías prometido. Entonces surgió el problema real: Ya no podían decir, cómo sus antepasados: ¡Mañana, cuando venga el Mesías, nos convertiremos ¡Buscaron entonces, otra salida falsa: ¡Solo es el hijo del carpintero...! 

  He aquí el problema eterno para convertirnos al Evangelio, como nos anuncia Jesús, (Mc 1,15) ... ¡Que no creemos que la conversión, el Evangelio, ¡suponga una ventaja para nuestra calidad de Vida! Recemos para no caer como Israel, en la Gran Mentira, encubierta.

 

 Antonio Pavía

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miércoles, 3 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Besos de Dios al alma (VI)

 



Iniciamos estas Catequesis, sobre los besos de Dios al alma, con las primeras palabras que la esposa -alma del Cantar de los Cantares- decía sobre Dios: ¡Que me bese con los besos de su boca! (Ct 1,2). Hacia el final del libro, la esposa-alma que sabe muy bien lo que es ser amada por Dios, nos confiesa que el amor de Él hacia ella, son dardos de Fuego, llamaradas divinas (Ct 8,6).

 Esto es mucho más que un lenguaje alegórico o místico. De hecho, lo experimentaron los dos discípulos de Emaús, conforme iban guardando en su corazón, las palabras que les decía Jesús.

  Oímos su testimonio: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc 24,32) Así es: cuando Jesús "nos parte su Palabra" su Fuego avanza hacia  nuestro corazón. Este don de Jesús, eleva intensamente la calidad de nuestra oración; Jesús comparte su Fuego con nosotros.

 Nos viene muy bien a este respecto el testimonio de Santa Teresa de Lisieux, Carmelita descalza, que voló al Padre con apenas 24 años. Decía a Jesús: ¡Atráeme hacia ti...Tú Evangelio me basta...! 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 1 de julio de 2024

Partiendo la Palabra Besos de Dios al alma. (V)

 



Hemos abordado el problema de la ineficacia    de la oración, debida a la lejanía y a veces desinterés, con respecto a la Palabra que escuchamos o leemos. A veces es un rezar Salmos de corrido, sin recibir de Dios, la inmensa riqueza de sus Palabras. 

  Veamos un Salmo en el que Dios hace ver a Israel cual es la causa de sus tibiezas y consiguientes infidelidades. No es porque "no rece"; la causa es que, tanto en la sinagoga como en el Templo, los asistentes rezan con los labios, pero sus corazones están lejos de Dios; y Él, que ama tanto a su pueblo, también a nosotros, consternado le dice: ¡Escucha, pueblo mío! ¡Ah, sí quisieras escucharme ...! Pero Israel no escuchó mi voz, no quiso obedecerme, por eso les abandoné a la dureza de su corazón. (Sl 80,9-14).

 Ya dije que Dios no excluye a nadie; desea conceder a todos poder gozar de la intimidad de su Presencia. No hace acepción de personas a la hora de besar nuestras almas, pero evidentemente, no va a forzar la puerta de tu alma para besarla.

  Dios besa las almas de quienes tienen las puertas de su alma y esto, está en consonancia con tener abiertos los oídos interiores al escuchar y rezar con la Palabra (Is 50,4).

 

P. Antonio Pavía 

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