Es curioso cómo los años te traen
nuevos planes: Lo que te preocupaba deja de hacerlo, lo que te gustaba, ya no
te interesa y lo único que prevalece es lo que siente el corazón.
Y guardaba tantas cosas... Ilusiones
que el tiempo de mi tiempo se llevó antes del disfrute. Pues ¡Vaya un
plan!
Así es, “todo” va desapareciendo,
pero Dios va viniendo. Es un cambio silencioso que la mayoría de la juventud no
entiende y dice que son cosas de mayores; sí, tal vez y gracias que en algún momento
lo sea. Bendigo a los jóvenes que viven
con Dios.
Es como si lo inmaterial
comenzara a tener consistencia, color... Nada se esconde en corazón ajeno ni en
propio, ahora se ve a través de la “baraja”.
Es tiempo de consejos y me hace
gracia cuando te dicen: “Esa es tu
opinión” y tú sabes que ya no son opiniones sino verdades.
El “plan” ofrece un
Evangelio desde dentro y comienzas a ver personas no practicantes que yo antes
“criticaba” pero que viven y actúan con corazones de carne, nada que ver con algunos
corazones
de piedra que se arrodillan en la Iglesia. Como me dijo un amigo: “Él es bueno y caritativo ¿Verdad?, pues es lo que importa”.
Los años te hacen más sabio
sin querer, intuyes y aciertas lo que antes eras incapaz de advertir ¿Más fácil
ahora?, ¡más crudo y real!
Lo intangible se vuelve material
y lo tangible invisible ¡Buen plan, mejor plan!
Emma
Díez Lobo