... Ahora Ucrania... Nada
permanece, pero “al final” tampoco
lo hará Rusia. A los corazones inocentes de bien, les queda la Fe, la esperanza
y saberse unido a Dios en la adversidad.
La Escritura está llena de
dolor que el hombre infringe; es un perfecto retrato de la vida pasada, de hoy
y de mañana.
El espejo de toda maldad se
vive en la Cuaresma, maldad condenada pero no evitada por causa de la libertad inalienable. Vimos la peor injusticia
con Jesús a la vez que la mayor Misericordia
desde la Cruz -en manos Consagradas
para el mundo, según Su Palabra-.
Somos tan libres como para
destruir el mundo o amarlo; tan libres como querer ganar el cielo o rechazarlo.
Dios no se mete en nuestra libertad, no lo hizo con los asesinos de su Hijo... Aunque
a veces conceda milagros.
¡Qué fácil es hablar de paz
desde un escritorio sin guerra!, pero pienso en María y en cómo llevó su desdicha.
Ojalá lo siga recordando si la desolación llegara a mi país.
La rutina ya no es el modo
de vida por excelencia, ahora es el sobresalto y el miedo. Es “una tras otra”,
un no descansar de males que hieren, pero con la Gracia de Dios, se ganan batallas
en el alma y en la “calle”.
Si la guerra por maldad es
provocada, la defensa de los que luchan por su libertad, es bendecida.
Que nadie ose tener paz sin protegerla
y que Dios nos acompañe.
Madrid, marzo 2022
Emma
Díez Lobo
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