jueves, 24 de marzo de 2022

Nada permanece

 


                                

                             

... Ahora Ucrania... Nada permanece, pero “al final” tampoco lo hará Rusia. A los corazones inocentes de bien, les queda la Fe, la esperanza y saberse unido a Dios en la adversidad.    

La Escritura está llena de dolor que el hombre infringe; es un perfecto retrato de la vida pasada, de hoy y de mañana.

El espejo de toda maldad se vive en la Cuaresma, maldad condenada pero no evitada por causa de la libertad inalienable. Vimos la peor injusticia con Jesús a la vez que la mayor Misericordia desde la Cruz -en manos Consagradas para el mundo, según Su Palabra-.        

Somos tan libres como para destruir el mundo o amarlo; tan libres como querer ganar el cielo o rechazarlo. Dios no se mete en nuestra libertad, no lo hizo con los asesinos de su Hijo... Aunque a veces conceda milagros.

¡Qué fácil es hablar de paz desde un escritorio sin guerra!, pero pienso en María y en cómo llevó su desdicha. Ojalá lo siga recordando si la desolación llegara a mi país.          

La rutina ya no es el modo de vida por excelencia, ahora es el sobresalto y el miedo. Es “una tras otra”, un no descansar de males que hieren, pero con la Gracia de Dios, se ganan batallas en el alma y en la “calle”.      

Si la guerra por maldad es provocada, la defensa de los que luchan por su libertad, es bendecida.

Que nadie ose tener paz sin protegerla y que Dios nos acompañe.    

Madrid, marzo 2022

 

Emma Díez Lobo

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