Sabemos que Dios inspiró a David y a otros judíos de
corazón sincero la composición de los Salmos como Manantial de Oración primero
para Israel y desde Jesús, a su Iglesia.
Dicho esto, nos preguntamos cómo tuvo que ser la
conmoción de David cuando a la luz de que Dios creó al hombre - mujer a su
imagen y semejanza (Gen 1,26) asombrado le dijo: "¿Que es el hombre para
que te acuerdes de él … le coronaste de gloria y dignidad?" (Sl 8).
David no es movido por un idealismo poético; conoce la
bajeza a la que puede llegar un hombre dominado por sus pasiones. Lo sabe por
él mismo: asesino, adúltero…, y mil cosas más. Sin embargo, y ahí está su
inmensa sorpresa, Dios no le apartó de si, gracias a su sincero
arrepentimiento.
David, inspirado por Dios, nos abrió la puerta para,
sobrecogidos y perplejos sepamos la inmensa grandeza, que Dios tiene preparada
para los que confían en El.
Isaías profetiza algo sobre esta increíble promesa
"No se oyó decir, ni se escuchó, ni el ojo vio, un Dios fuera de ti, que
tanto hiciese por quien espera en El." (Is 64,3).
-à Lo
veremos el miércoles.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com