lunes, 29 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Mi corazón te alaba Señor (III)

 

Vimos que todo buscador sincero de Dios llega a sentir su Presencia en su corazón, porque Él abre en sus entrañas las Fuentes de la Salvación (Is 12,3). Fuentes que Israel, que a todos nos representa, rechazó a cambio de cisternas agrietadas que se secan como anunció Jeremías (Jr 2,13).

  El salmo 40 profetiza el distintivo propio del Mesías, por quién podremos conocer a Dios como nuestro Padre. El distintivo es que ante la misión que le encargó su Padre, le dijo: ¡Aquí estoy! Un "Aquí estoy" que nosotros solo podremos decir a Jesús cuando dejamos que, por la alegría que nos da, dejamos que su Evangelio se encarne en nuestras entrañas (Sl 40 ,8-9) Así es como con la Palabra guardada en nuestro interior podremos hacer frente al “padre de la mentira" que intenta una y otra vez envenenar nuestra existencia (Jn 8,44).

  Jesús en su misión amó a todos, pero solo se abrazó con su alma al Padre al acoger su voluntad aquella noche en la que, abandonado por todos, fue tentado en el Huerto de los Olivos. (Mc14,32-36..) .

 Pudo hacerlo porque tatuó en su corazón la Palabra de su Padre: Manantial de Aguas Vivas. Se abrazó al Padre y nos dio su Manantial de Aguas vivas- El Evangelio - para que también nosotros pudiéramos abrazarnos a "su Padre y nuestro Padre..." (Jn 20,17)

P. Antonio Pavía 

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sábado, 27 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Dom. V de Pascua Jesús es la Vid y tú su sarmiento. (Jn 15,1-8)

 


 Esta Catequesis de Jesús provoca un gozo estremecedor en quienes la guardan en sus corazones. Jesús nos dice que Él es la Vid Verdadera, nosotros sus sarmientos y que el viñador es su Padre. Dios Padre mira con infinito amor su viña; se deleita en la Vid - Jesús y en sus sarmientos- nosotros.

Nos preguntamos, que hemos hecho para que Dios Padre, nos mire con tanto cariño. Es porque en su mirada amorosa nos ve entrelazados indisolublemente a su Hijo, la Vid Verdadera. Sabiendo esto; si nosotros en vez de hacer planes para ser grandes a los ojos de los demás, diésemos prioridad a ser grandes a los de Dios nuestro Padre, nuestra vida sería de un valor incalculable para Él, como fue profetizado (Is 43,4).

  Fijémonos en el encargo que Jesús al resucitar, dio a María Magdalena: "Vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mí Dios y vuestro Dios " (Jn 20,17).

  Todas las religiones tienen una imagen más o menos acertada de Dios. Los discípulos de Jesús la tenemos diáfana:  nuestro Dios y Padre, que es el Dios y Padre de Jesús resplandece nítidamente en las entrañas del Evangelio. Los humildes de corazón le descubren. 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 24 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Mi corazón te alaba Señor (II) (Is 12,1-6)

 


Vimos que el Señor, por su inmenso amor, abrió en las entrañas de Isaías, la riqueza infinita de sus "Aguas Vivas “portadoras de su Salvación.

El profeta estremecido por el don recibido, canta agradecido su alabanza a Dios, por llevar dentro de sí, los manantiales de la Vida. Le oímos: "Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación... ". Bien sabe Isaías que este inestimable don, está abierto a todos; a los Buscadores de Dios (Sl 62).

  Atención: Los buscadores de Dios no somos mejores que nadie, pero en nuestra búsqueda de la Verdad, hemos dejado el paso libre a Dios para que "propicie este Encuentro” y se haga cargo de nuestro corazón enfermo. (Jr 17,9).

  Dios lo acoge y le hace digno de su Sabiduría, que es la Diadema regia, propia de su Palabra.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 22 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Mi corazón te alaba Señor (I) (Is 12,1-6)

 


 Partimos este pasaje de Isaías, sabiendo que de sus entrañas mana el Espíritu de Dios. El profeta entona este himno de alabanza a Dios, agradeciendo la inminente liberación de Israel, de la opresión de Babilonia, en términos parecidos a la proclamación gloriosa del pueblo elegido, al cruzar ileso el Mar Rojo (Ex 15, 1...).

  Isaías inicia así su canto de alabanza a Yahvé: "Te alabo Señor mío... porque me has compadecido..."El profeta bendice a Dios en Nombre de todo el pueblo, por su compasión con ellos, y reedita la misma alabanza que sus antepasados entonaron a orillas del Mar Rojo: " Tu eres mi fuerza, mi poder y mi salvación..."

  No puedes alabar sin más a Dios, sólo porque esté escrito en un libro de cantos, sino por lo que Él ha hecho y hace por ti. El que hace un camino serio hacia Dios partiendo de su Palabra, con el tiempo será testigo interior de las maravillas, como María, (Lc 1,49) que Dios está haciendo por él y en él, empezando por el cambio de su corazón.

   Sí, porque quién guarda la Palabra, el Evangelio en su corazón; sus entrañas ya no albergan fuentes de aguas amargas, sino de Aguas Vivas que brotan de la Presencia de Dios dentro de él.  (Jn 14, 23-24).

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 20 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Dom .IV Pas. (Jn 10, 11-18) Tú le importas a Jesús, y mucho.

 


 Jesús nos dice hoy que es el Buen Pastor, el que da su vida por nosotros, porque le importamos. Con esto, marca la distancia abismal existente entre Él y los pastores de Israel, que más bien viven de sus ovejas, como dijo Ezequiel (Ez 34,1-3...) Visto esto, ojalá que nuestra alma se acerque a nuestro Buen Pastor, a quien tanto importamos, sea cual sea nuestro pasado...y nuestro presente, porque nunca es tarde para recibir de Él "la vida en abundancia" (Jn 10,10).

  Le importamos tanto que no dudó en rescatarnos del "padre de la mentira" (Jn 8,44 ) el que envenenó nuestra existencia con cantos de sirena.

 Le importamos tanto que nos rescató, como dice Pedro, al precio de su Sangre (1 P.1,18-19) ¡Como temblaría Pedro al escribir estas palabras!.  Seguro que, a la luz de sus tres negaciones, recordaría aquella mañana en la que, sentado junto a Jesús, oyó que le decía tres veces: ¿Me amas? ¡Apacienta mis ovejas!

 Podría añadir: Las he rescatado en el Calvario...te las confío para que "me" las apacientes. Pedro, al límite de sus fuerzas, pues le parecía inconcebible que Jesús confiase en él, que fuese tan importante para El, ¡¡apenas pudo balbucir !!Señor, ¡¡tú sabes que te amo!! Pedro se rindió por completo ante el Amor de Jesús. Os doy una Buena Noticia. Todos hemos de pasar por esta experiencia de Pedro, para poder alcanzar el discipulado con su consiguiente evangelización.

 ¿Nos atreveremos a dejarnos amar así por el Hijo de Dios, como se dejó amar Pedro?

 

P.  Antonio Pavía 

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miércoles, 17 de abril de 2024

Partiendo la Palabra "A los pies de Jesús" (IV) (Lc 10,38-42)

 


Dejamos a María a los pies de Jesús y a su hermana Marta atareada con las cosas de la casa.   María ha optado por la Palabra de Dios.

  Unos 100 años más tarde, San Ignacio de Antioquia, con la audacia propia de los amigos de Dios, rendido ante Él, nos regala esta sublime confesión: "Ya he llegado a ser Palabra de Dios "Está testificando, analógicamente, como San Pablo: "Ya no vivo de mis palabras, sino de las la Palabra de Dios que vive en mi" Por eso, Ignacio, a punto de ser martirizado, escribió que oye una Voz en sus entrañas que le dice: " ¡Ven al Padre! ". 

  Volvemos a Marta. No entiende la elección de su hermana; Jesús la dice cariñosamente: "María ha escogido la mejor parte". Años más tarde, también ella supo escoger.

 Hablemos de nosotros. Ojalá un día podamos testificar como el Salmista: "Señor, tú eres mi bien, los dioses y señores de este mundo, no me satisfacen. ...El Señor es el lote de mi herencia...mi suerte (mi vida) está en sus manos…" (Sl 16).

 Esto es lo que deseaba y buscaba María a los pies de Jesús escuchando su Palabra. Está mujer es un icono de todos los Buscadores de Dios. No pide ni busca milagros...sino:  !!El Milagro permanente!! La vida de Dios en ella por tener su oído abierto a su Palabra. (Is 50, 4...)

 

(P. Antonio Pavía) 

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lunes, 15 de abril de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús (III) (Lc 10,38-42)

 


Seguimos a los pies de Jesús con María de Betania. Hacemos una breve síntesis. Jesús llega a Betania; Marta y su hermana María le reciben en su casa. Como es normal, hay mil cosas que hacer y Marta, con la mejor de las intenciones, se afana por hacerlas; María sin embargo escoge lo que necesita y pide su alma. No siempre tienen al Hijo de Dios como huésped, así que decide que...todo lo de la casa puede esperar, que no pasa nada si almuerzan un par de horas más tarde. Así pues, como nos dice Lucas: "Sentada a los pies de Jesús, escuchaba su Palabra". Bien sabe esta mujer que está tiene ante sí, la respuesta al vacío que siente su alma, por lo que escoge sin, dudar su prioridad: recibir la Vida de su alma, que mana como Manantial de la boca de Jesús, a quien los primeros cristianos llamaban: La Palabra del Padre. A los pies de Jesús, sentada, quizás en un cojín, bebía extasiada "la Vida y el Espíritu" que son sus palabras (Jn 6,63). Las escuchaba y sus entrañas se llenaban del mismo Hijo de Dios, de forma que pudo decir años antes que San Pablo: "Ya no soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mi” (Gal 2,20).

 En una maravillosa y celestial alquimia, esta mujer, igual que todo Discípulo/a de Jesús que hace del Evangelio el principio y plenitud de su Discipulado, es revestida de la divinidad del Hijo de Dios. De Él, como Palabra del Padre, recibe la Fuerza para llegar a ser hijo de Dios. (Jn 1,12).

 

Seguimos el jueves.  

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 13 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Dom. III de Pascua Cambia Señor mi corazón (Lc 24,35-48

 


Iniciamos el comentario catequético del Evangelio de este Domingo con la constatación del salmista: " Dice el necio en su corazón: Dios no existe" (Sl 14,1). Nos preguntamos en quienes está pensando este hombre al afirmar algo tan lamentable. Creo que está aludiendo al mismo Israel, de quién Jesús, siglos más tarde, con el alma dolorida dijo: "Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mi " (Mt 15,8).

 Le sorprende tristemente a Jesús esta piedad externa, y la verdad es que " una simulación así "nos puede alcanzar a todos. Recordemos a sus dos discípulos de Emaús. Habían salido desanimados de Jerusalén hacia su aldea. Jesús, como Buen Pastor, se junta a ellos.   Los dos se muestran escépticos ante la noticia de que, según unas mujeres, Jesús habría resucitado. Él, a quien no habían reconocido, les llamó necios de corazón por no haber creído en los textos de los profetas que habían anunciado la muerte y resurrección del Mesías (Lc 24,13...) Los dos se sabían estos textos de la Palabra, de memoria, pero Ella " estaba muy lejos de sus corazones".

  Ante esto nos preguntamos: Si esta es la realidad del hombre, ¿qué esperanza podemos tener? En el Evangelio de hoy tenemos la respuesta. A un cierto momento..." Jesús abrió los entendimientos de sus discípulos - en realidad sus corazones - para que comprendiesen las Escrituras. Si, para que las comprendiesen, al hacerlas, "Entrañas de Dios en sus propias entrañas".

  Si cambiamos el Evangelio, artífice de nuestra relación de intimidad con Dios, por otras cosas, por muy pías que nos parezcan, vetamos el paso a Jesús, a nuestros corazones, y Él es el único que tiene poder para cambiar nuestras entrañas necias en una hoguera alimentada por la Presencia de Dios...y es que hay total identidad entre la Palabra y la Presencia   de Dios.

 

(P. Antonio Pavía) 

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miércoles, 10 de abril de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús (II) (Lc 10,38-42)

 


Vimos el significado, a la luz del Evangelio, del hecho de "creer en Jesús". Es un creer que implica confiar en El, en su Santo Evangelio. Sabemos que Jesús, significa Salvador, nombre que se abre a títulos mesiánicos de los que dio fe la Iglesia Primitiva. Los primeros cristianos llamaron a Jesús: La Palabra del Padre, y San Pablo dijo que era la Sabiduría y la Fuerza de Dios (1 Co 1,24).  Sabiduría y Fuerza de Dios que salen al encuentro de todos los que le buscan, y les sintonizan con su Misterio.

 Veamos a este respecto, algún pasaje del Antiguo Testamento, acerca de la Sabiduría.

Leemos este: "Fácilmente la encuentran - la Sabiduría - los que la buscan”. Se anticipa a darse a conocer a los que la anhelan…pues ella misma va por todas partes, buscando a los que son dignos de ella" (Sb 6,12-16).

Veamos este otro:  "...  Dios ama a quien vive con la Sabiduría “(Sb 28)...es decir a los que guardan sus palabras  en su corazón (Jn 14,23-24).   Sepamos que Dios considera "almas santas" a los que le buscan con corazón sincero. Personalmente, creo que sí te tomas tiempo para leer esto que Dios me inspira es porque le estás buscando con corazón sincero. 

                              Seguimos el próximo lunes…  

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 8 de abril de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús (I) (Lc 10,38-42)

 


Partimos de lo que nos dice Juan en el Prólogo del Evangelio, al relacionar la Palabra de Dios con la verdadera conversión. Dice que la Palabra es la Luz verdadera que a todos ilumina, y que aquellos que la reciben-acogen llegan a ser hijos de Dios, y puntualiza "A los que creen en su Nombre” (Jn 1,9-12.).

 Creer en el Nombre de Jesús significa confiar en Él, en su Santo Evangelio. Nuestra mente vuela al Calvario donde, sobreponiéndose a aquellos indeseables que se burlaban de Jesús Crucificado, un malhechor crucificado con Él creyó en su Nombre y lo proclamó sobreponiéndose a la jauría de los blasfemos diciendo: "Jesús, es decir, Salvador, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino..." (Lc 23,43-44).

 Para nuestro asombro, aquellos que fueron al Calvario para burlarse y divertirse a costa de Jesús, al constatar la Luz interior de este ladrón, y también la grandeza del Señor al perdonarles, así como la entrega de su alma en las manos de Dios, su Padre, golpeándose el pecho testificaron que era realmente el Hijo de Dios (Lc 23,48). Se golpearon el pecho como el publicano cuya oración alcanzó el corazón de Dios (Lc 18,13-14).

  Recordemos esto que había dicho Jesús: " Vosotros sois la luz del mundo" ( Mt 5,14 ) Pues bien; este malhechor-asesino crucificado junto a Jesús, tuvo su momento de lucidez, de Gracia; lo aprovechó, alcanzó su salvación y abrió el camino de conversión para aquellos bufones que se mofaron de Él.


 (P. Antonio Pavía) 

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sábado, 6 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Dom. II Pascua (Jn 20,19-31)

 

En tu presencia estoy, Señor.

 Los Apóstoles están encerrados en el Cenáculo por miedo a los judíos. Lo más "sensato" era haberse vuelto a Galilea, pero al igual que Abraham, que esperó contra toda esperanza, (Rm 4,18...) permanecieron en Jerusalén para ver, si el -Resucitaré al tercer día- dicho por Jesús, era verdad o la fantasía de un soñador.

 Jesús se les aparece y vivieron en todo su ser la Alegría que sabe a eternidad. La Alegría que acompaña a la Ternura de Dios... la Alegría de su Presencia como estaba profetizado. (Is 9, 1-2). 

 David nos dice algo de esta Alegría sobrenatural, porque la conoció. Rendido ante la intimidad que Dios tiene con él, a pesar de su desastroso pasado, estremecido ante su Amor que le trastoca por completo le dice: "Tu Señor, eres mi lote y mi heredad... Me enseñarás el camino de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua junto a ti." (Sl 16, 5-11).

 Esta Alegría, tantas veces profetizada en el Antiguo Testamento, alcanzó de lleno a los discípulos de Jesús al constatar el Evangelio que les había predicado...

¡¡Es la gran Verdad para ellos y para todo hombre!! 

Que sus palabras, no son una quimera y sobre todo entendieron en lo más profundo de su ser que valía la pena "poner sus vidas al servicio de Jesús y su Evangelio. porque las recuperarían Gloriosas. (Mc 8, 35) Por eso, estos hombres que habían huido por miedo ante el Calvario, pudieron decirle: ¡Aquí estoy! Nada ha cambiado... nuestro Aquí estoy a Jesús, solo es posible, si creemos en la Fuerza de Dios que reposa en el Evangelio, esperando a quienes crean en él lo hagan suyo.

 

P. Antonio Pavía

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viernes, 5 de abril de 2024

Jesús se apareció otra vez a los discípulos… (Jn 21, 2-14).

 


 Leyendo esta mañana los tres primeros versículos, a bote pronto y sin pensar más allá, me ha producido la sensación de que un grupo de amigos están pasando un día de asueto. Como si estuvieran en la playa del lago Tiberíades pasando el día y uno de ellos, Pedro, propone, lo que podía parecer una actividad terapéutica o para matar el tiempo, irse a pescar. Al resto le parece buena idea y se apuntan, que diríamos ahora en un lenguaje coloquial. “Vamos nosotros también contigo”.

Pero, claro, a medida que me he ido adentrando y concentrando en el trascurso de la lectura he recapacitado y pensado que más bien estaban allí a la espera: “…id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea…”  (Mt 28, 10). O sea, que no están allí pasando el día, sino aguardando el gran acontecimiento: ver al amigo resucitado. Pero como los seres humanos nos solemos poner muy tensos y nerviosos cuando esperamos y no acaba de llegar el suceso, en vez pasar el tiempo ociosos, que se haría más largo y estarían más desasosegados, Pedro opta por la actividad productiva. Hacer lo que sabía hacer, su antigua profesión:  pescar. 

 Pero no pescan nada y   retornan aún peor, más malhumorados. Mas, hete aquí que allí en la quietud de la playa solitaria en un nuevo amanecer les aguarda su íntimo deseo: ver nueva y físicamente al Maestro, su amigo y mentor. La confirmación del deseo. Sin embargo, ese “Muchachos, ¿tenéis pescado?” por parte de un aparente desconocido les produce cierta inquietud, cierto desequilibrio interior, entre ver que parece que se cumple su deseo y el no querer creérselo para no caer en una nueva desilusión. Tanta felicidad por haber conseguido lo deseado y no querer romper el momento por si fuera una falsa alarma. Aquel desasosiego interior los estaba matando.

Hasta que explota lo que nunca falla, el amor. Aquel discípulo a quien Jesús amaba grita “Es el Señor”. El amor no se equivoca, la intuición amorosa nunca falla y en consecuencia aparece el ímpetu de Pedro: se ató la túnica y se echó al agua. Ya no podía esperar más y estalla. Entre la timorata incertidumbre y el deseo de la realidad, gana ésta. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era para no romper el momento de felicidad, porque sabían muy bien que era el Señor. Y es que aquella invitación “Vamos, almorzad” era la prueba definitiva, ¡tantas veces lo habían visto partir el pan!

 La Eucaristía nunca puede fallar. Es nuestro momento de encuentro íntimo con el Señor.

 

(Pedro José Martínez Caparrós)

miércoles, 3 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Canto a la Gloria de Dios (II) (Jn 16,32)

 



Vimos que Jesús, lleno de la Gloria del Padre, fue elevado en la Cruz, Pórtico de su Ascensión al Cielo, y que empapó la tierra con su Gloria, como profetizó el Salmista: "Elévate sobre el Cielo, Dios mío, y llena la tierra de tu gloria, para que se salven tus predilectos."(Sl 108, 6.. ).

  Jesús ya se elevó al Cielo con su mirada al decir al Padre: ¡En tus manos encomiendo mi Espíritu! Elevación que culminó en su Ascensión dejándonos su Bendición. (Lc 24,50). Nos Ben-dijo, es decir nos dejó como herencia, la Buena Palabra...!!! ¡¡¡Su Santo Evangelio!!! Si, el Evangelio de cuyas palabras emana la Gloria de Dios...para ti. Sólo los que suben, con su cruz...cruces, hacia su Calvario- Templo Santo de la Gloria de Dios como ya vimos el lunes, comprenden que el Santo Evangelio, es el vínculo perfecto con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es por eso que Pablo le llama: “El Evangelio de la Gloria de Dios" (1 Tm 1,11).

  El mismo Pablo dice a los convertidos de Tesalónica: "Dios os llamó por medio de nuestro Evangelio, para que alcancéis la Gloria de nuestro Señor Jesucristo" (2 Tes 2,14).

 Que nadie se engañe. Las devociones son buenas, yo las tengo.  Pero si no están sustentadas por el Evangelio de Jesús son...muy poca cosa para crecer como discípulos amados suyos.

 

 (P. Antonio Pavía)

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lunes, 1 de abril de 2024

Partiendo la Palabra Canto a la Gloria de Dios (I) (Jn 16,32)

 

 

Aún con el perfume en el alma, de la Resurrección de Jesús, sondeamos un prisma catequético bellísimo acerca de su victoria sobre la muerte. Nos situamos en el Monte-Huerto de los Olivos. Allí, como profetiza Ezequiel es donde se desplazará la Gloria de Dios que residía en el Templo de Jerusalén (Ez 11,23).

  En el Monte-Huerto de los Olivos, Jesús proclamó su "Aquí estoy" definitivo a la misión que le había encomendado el Padre (Mt 26, 36,45). Allí, Judas consumó su traición; allí fue apresado y allí se quedó solo, pues como dice Mateo, todos los discípulos le abandonaron (Mt 26,56). No le extrañó esto a Jesús, de hecho, lo había anunciado durante la Última Cena: "Llega la hora en la que os dispersareis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo" (Jn 16, 32a).

  Nos parece inaudito, pero toda cobardía es posible cuando el hombre no tiene aún la Fuerza y la Gracia de Dios que sustenten su fidelidad a Él.  Sin embargo, Jesús no se quedó solo; completamos la cita anterior: "...Pero no estoy solo, mi Padre está conmigo. (Jn 16,32b).

  Efectivamente, en la terrible soledad de su Hijo, Dios Padre cumplió la profecía anunciada por Ezequiel: “su Gloria abandonó el Templo de Jerusalén y vino a posarse sobre Jesús”, quien, al ofrecer su vida por nuestra salvación, se había quedado sólo y a expensas del odio del mundo. Como he dicho, Dios Padre le revistió con su Gloria y le acompañó traspasando una infamia tras otra, hasta llegar al Calvario. Por eso la muerte no pudo con El. Y por la misma razón nuestro propio Calvario es el Templo Santo en el que nuestra Cruz nos reviste de la Gloria de Dios. 

 

Continuamos el miércoles.

 

P. Antonio Pavía

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