lunes, 8 de abril de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús (I) (Lc 10,38-42)

 


Partimos de lo que nos dice Juan en el Prólogo del Evangelio, al relacionar la Palabra de Dios con la verdadera conversión. Dice que la Palabra es la Luz verdadera que a todos ilumina, y que aquellos que la reciben-acogen llegan a ser hijos de Dios, y puntualiza "A los que creen en su Nombre” (Jn 1,9-12.).

 Creer en el Nombre de Jesús significa confiar en Él, en su Santo Evangelio. Nuestra mente vuela al Calvario donde, sobreponiéndose a aquellos indeseables que se burlaban de Jesús Crucificado, un malhechor crucificado con Él creyó en su Nombre y lo proclamó sobreponiéndose a la jauría de los blasfemos diciendo: "Jesús, es decir, Salvador, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino..." (Lc 23,43-44).

 Para nuestro asombro, aquellos que fueron al Calvario para burlarse y divertirse a costa de Jesús, al constatar la Luz interior de este ladrón, y también la grandeza del Señor al perdonarles, así como la entrega de su alma en las manos de Dios, su Padre, golpeándose el pecho testificaron que era realmente el Hijo de Dios (Lc 23,48). Se golpearon el pecho como el publicano cuya oración alcanzó el corazón de Dios (Lc 18,13-14).

  Recordemos esto que había dicho Jesús: " Vosotros sois la luz del mundo" ( Mt 5,14 ) Pues bien; este malhechor-asesino crucificado junto a Jesús, tuvo su momento de lucidez, de Gracia; lo aprovechó, alcanzó su salvación y abrió el camino de conversión para aquellos bufones que se mofaron de Él.


 (P. Antonio Pavía) 

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