Partimos de lo que nos dice Juan en el Prólogo del
Evangelio, al relacionar la Palabra de Dios con la verdadera conversión. Dice
que la Palabra es la Luz verdadera que a todos ilumina, y que aquellos que la
reciben-acogen llegan a ser hijos de Dios, y puntualiza "A los que creen
en su Nombre” (Jn 1,9-12.).
Creer en el Nombre de Jesús significa confiar en Él,
en su Santo Evangelio. Nuestra mente vuela al Calvario donde, sobreponiéndose a
aquellos indeseables que se burlaban de Jesús Crucificado, un malhechor
crucificado con Él creyó en su Nombre y lo proclamó sobreponiéndose a la jauría
de los blasfemos diciendo: "Jesús, es decir, Salvador, acuérdate de mí
cuando vengas con tu Reino..." (Lc 23,43-44).
Para nuestro asombro, aquellos que fueron al Calvario
para burlarse y divertirse a costa de Jesús, al constatar la Luz interior de
este ladrón, y también la grandeza del Señor al perdonarles, así como la
entrega de su alma en las manos de Dios, su Padre, golpeándose el pecho testificaron
que era realmente el Hijo de Dios (Lc 23,48). Se golpearon el pecho como el
publicano cuya oración alcanzó el corazón de Dios (Lc 18,13-14).
Recordemos esto
que había dicho Jesús: " Vosotros sois la luz del mundo" ( Mt 5,14 )
Pues bien; este malhechor-asesino crucificado junto a Jesús, tuvo su momento de
lucidez, de Gracia; lo aprovechó, alcanzó su salvación y abrió el camino de
conversión para aquellos bufones que se mofaron de Él.
(P. Antonio Pavía)
comunidadmariamadreapostoles com
No hay comentarios:
Publicar un comentario