Dicen
los científicos que el cuerpo humano es agua en un 75% ó 65% dependiendo de la
edad. El resto es materia sólida: carbono, nitrógeno, calcio etc. Si lo
pusiéramos todo en botes separados su coste no superaría los 30 €. Por
supuesto, el cuerpo humano también tiene aire, oxígeno y calor. Pero parece que
se olvidan del componente más grande del cuerpo humano (lo digo porque nunca se
suele mencionar)… …”el espacio”.
Los
científicos también dicen (y nadie duda de ello) que todos estos elementos
están formados por moléculas, éstas, a su vez, están formadas por átomos (compuestos
de núcleo y electrones que giran a su alrededor).
Pero
lo sorprendente es que el átomo está casi todo vacío. Su tamaño está
determinado por las órbitas más exteriores de los electrones. El átomo es algo
muy pequeño: tiene aproximadamente 0,0000001 mm de diámetro.
Para
hacerlo de una manera más gráfica, si equiparamos el tamaño del átomo como el
de un campo de fútbol, el núcleo sólo tendría el tamaño del botón de una camisa,
es decir, el átomo y, por tanto, el cuerpo humano son fundamentalmente espacio
vacío.
Así
que, muchas veces, cuando miro a las personas, recuerdo que eso que veo es
fundamentalmente espacio vacío, pero sin embargo ese espacio está lleno de un
hálito vital, un alma habitada por Dios.
Como
si fueran esas semillas que al abrirlas están vacías y en las que, sin embargo,
en ese vacío se aloja todo el potencial para que nazca una planta o un árbol
que dará cobijo a pájaros y animales.
También
cuando quiero imaginar a Dios “con esto que tengo encima de los hombros”, lo
asemejo al Espacio, donde todo tiene su existencia y es capaz de penetrarlo
todo.
Fundamentalmente
todo el mundo manifiesto es ”espacio”
donde unos átomos se combinan y vibran en diferentes frecuencias dando lugar a
que veamos cuerpos físicos con nombre y forma.
Nosotros
lo experimentamos como muy sólido y real considerando las cosas como realidades
separadas que tienen su propia existencia independiente, pero nos olvidamos del
espacio común donde se soporta toda la vida.
Una
puerta de entrada en el mundo espiritual es dar la atención a vivir en el mundo
físico representando nuestros papeles en el drama de la vida; pero es muy
importante ser, al mismo tiempo, consciente del espacio inmóvil, imperturbable,
común, esa criatura de Dios, con su gran quietud que es la fuente y subyace a
toda la Creación.
Y
a través de esto reconoceremos que todo está penetrado por Dios. De esta
manera, el mundo físico no se vuelve a experimentar como un conjunto de realidades
separadas, sino que se ven formas viviendo en un hogar común lleno de
bienaventuranza, donde se manifiesta la consciencia, y Dios está presente por
todas partes.
Dicen
los hombres santos que deberíamos ver a Dios en todo. Si hacemos eso, todos
nuestros actos se tornarían en bendición. Entonces nuestros ojos verían y nuestros
oídos oirían de verdad. De esta manera, el mundo de los sentidos, que nos ha
estado estafando todo el tiempo, nunca más lo haría, sino que, por el
contrario, comenzaría a ayudarnos.
J. J.
Prieto Bonilla.