lunes, 21 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús escuchaba su Palabra (V)

 



  Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas; solo una es necesaria, le dice Jesús al oír su protesta, porque su hermana, absorta en escucharle a Él, no la ayudaba. Los que vamos conociendo a Jesús, empezamos como Marta. Primero "nuestras cosas" que sí son importantes; y después cuando nuestra mente está medio embotada, las de Dios, nuestra relación con Él.

Con el tiempo, como pasó con Marta, el Señor va poniendo orden en nuestro corazón, nos va dando su Sabiduría, para dar primacía a nuestra alma y descubrir gracias a ello, nuestra acuciante hambre de Dios. Empezamos por tener la Sabiduría del salmista al decirnos: " Aunque uno viva setenta o hasta ochenta años, la mayor parte son fatiga inútil...se desvanecen. (Sl 90,10 ...).  Es un aviso para quienes incluso sin percatarse de ello, van relegando a Dios como prioridad de su corazón. Una buena noticia es, que a pesar de ello, Jesús repite dos veces en nombre de esta mujer: ¡Marta, Marta!.

 En Israel llamar a una persona, repitiendo como Jesús su nombre, denota un cariño muy especial. Lo mismo hace con nosotros. De mil maneras repite nuestro nombre con el fin de que algún día reaccionemos y.…"Lleguemos a amarle sobre todas nuestras cosas".

 

Seguimos el miércoles 

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 19 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra Dom. XXIX T. Ord. (Marcos 10, 35-45)

 



Dios se da a conocer a los humildes de Corazón

 Qué razón tuvo San Francisco de Asís al decir que lo que más y mejor define el Amor de Dios, es su paciencia con nosotros.  Lo vemos en sus discípulos, los primeros... y los de siempre.

En este Evangelio, Marcos relata la enésima inclinación de sus discípulos hacia el sórdido mundo de sus vanidades. Santiago y Juan expresan a Jesús, el infame deseo que, ya que han dejado todo por seguirle, merecen ocupar un lugar, junto a Él, en su Reino. El enfrentamiento en el grupo está servido y las voces de protesta volaron como puñales.

Este hecho, nos ilumina a todos. ¿Cómo pudieron Santiago y Juan, presumir de que lo habían dejado todo, si sus corazones, ahí estamos todos, era una caverna de ambiciones por ser los primeros avasallando a los demás?

Nos preguntamos si Jesús, no podía haber escogido para el Discipulado, a personas menos ambiciosas, sin vanidades. Pues no, porque Jesús vino al mundo justamente porque el pecado original, que tanto nos atrae, nos deja a todos así de tarados. No había otra solución que la de encarnarse y morir; dejarse clavar en la Cruz, anulando así, nuestros sueños y taras de grandeza.

Miramos a Jesús y oímos que nos dice: "Aprended de mí, ¡¡que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29) !!Aprender viene del verbo prender!! Dejemos hablar a Jesús: Si, prended, guardad mis palabras en vuestro corazón, reducen a la nada vuestras ambiciones y vanidades.

Llevemos hacia nuestro corazón, con amor y humildad, el Evangelio de Jesús. Ese amor y humildad que no tuvieron ni tienen los fariseos a quienes Jesús dijo y dice: "Mis palabras no prenden en vosotros" (Jn 8,37b).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 16 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra (IV) A los pies de Jesús... su Palabra

 



 

Dejamos a María de Betania con su cuerpo y los oídos de su alma, inclinados ante las palabras de Jesús. No las escuchaba para aprendérselas de memoria, que también, sino para que Jesús las escribiese en su corazón (Jer 31,33). Bien sabía, que solo así, llegaría a ser totalmente suya. Con el Evangelio en sus entrañas podría resplandecer como Luz de Dios al servicio del mundo (Mt 5,14). Ya podemos, entonces vislumbrar su relación con Jesús y comprender mejor nuestra misión como discípulos suyos, a la luz de su anuncio liberador: "Yo soy luz del mundo, el que me sigue, no caminará en tinieblas" (Jn 8,12).

Jesús es... El Resplandor de la Gloria del Padre entre nosotros, y todo aquel que le busca con corazón sincero, es alcanzado por su Glorioso Resplandor. María de Betania inclinada ante Jesús que le daba Palabras de Vida Eterna (Jn 5,68) fue revestida de la Gloria de Dios. ¿Como iba su hermana pensar que podía dejar de lado el "Tabor donde estaba toda ella ...? ¡Atentos...! ¡El Tabor que vivió María de Betania está a nuestro alcance! Jesús así lo ha dispuesto gracias al Evangelio y a la Eucaristía ¡Son nuestro Tabor!

Ambos Evangelio y Eucaristía se complementan..." Se alían” para que los amigos de Dios- lo son los que le buscan incluso, a veces como Abraham, contra toda esperanza - (Rm 4,18) sean también arropados por el Divino Resplandor. Así divinizados, cruzan gloriosos el abismo de la muerte.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 14 de octubre de 2024

A los pies de Jesús, escuchaba su Palabra (III)

 



 

Lo que el Salmista profetizó acerca de María de Betania - recordemos, (Sl 45,11-12) se cumple también en todos los discípulos de Jesús, de ayer, hoy y siempre, por lo que merece un texto exclusivo ya que quien tiene su oído abierto a Dios alcanza una relación con ÉL de tal esplendor e intimidad que sobrepasa este mundo. Relación que solo es posible desde la Fuerza de Dios que reside en el Evangelio. (Rm 1,16). 

Veamos a este respecto y con cierto reparo, la semejanza entre María de Betania y Jesús. Hemos visto a María de Betania con "su oído abierto" a las palabras de Jesús. Por su parte Jesús, tiene su oído permanentemente abierto a la Voz del Padre como fue profetizado: "El Señor me ha dado lengua de discípulo para hacer llegar al cansado una Palabra alentadora. Mañana tras mañana, me abre el oído" (Is 50,4-5...). 

Jesús nos dice que recibe el Evangelio que predica del Padre que le hablaba (Jn 8,28). Esta semejanza, más divina que humana de Jesús con María de Betania es extensible a todos sus discípulos. (Jn 1,9-12). 

Oigamos esto que dice Jesús: "Mi Madre y mis hermanos, son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen" (Mt 12,49-50). Cumplir la Palabra significa llenar el corazón del Evangelio; paso a paso nos llenamos de su Gracia y su Fuerza hasta que lo vamos cumpliendo. (Rm 1,16). 

Recordemos que el Ángel llamo a María de Nazaret: "Llena de Gracia y a continuación la dijo: "El Señor está contigo" con esta Riqueza interior le salió natural decirle "Si a la propuesta de Dios " Por eso es nuestra Madre, que nos enseña el secreto para poder decir ... Si a Dios: ¡Guardando su Palabra!

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 12 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra Mi corazón en tus manos, Señor. Dom XXVIII (Mc 10 17-30)

 



Del Manantial de este Evangelio, se eleva un grito de alerta de Jesús: ¡No podéis servir a Dios y al Dinero! (Mt 6,24). Es una alerta que te invita a escoger, entre una vida, que a pesar de mil y una vueltas, queda bien engarzada, o bien otra en la que el paso del tiempo, hace que se desprendan piezas que la sostenían, incluso erguidamente.

El que sirve-adora a Dios termina siendo por obra y gracia suya, señor de sí mismo y de sus cosas. El que sirve-adora al Dinero llega poco a poco a ser esclavo de sus bienes e incluso anímicamente devorado por ellos.

El joven del Evangelio de hoy, deseaba vivir al lado de Jesús, sin dejar su dependencia del Dinero. Jesús le dio a elegir y toda su buena intención y generosidad se le vino abajo, porque tenía sus bienes atados con grandes nudos a su corazón.

Que Dios nos dé su Sabiduría para valorar nuestra vida, según el concepto que Él tiene del valor, no el nuestro. Jesús nos llama a ser, más que a tener y nuestro acierto es saber que siempre le tendremos a Él.

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 9 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús, escuchaba su Palabra (II)

 




Hoy vemos la relación existente entre María de Betania que escucha la Palabra y Jesús que cumple su misión, sostenido por la Palabra que escucha de su Padre (Jn 8,28-29). La actitud amorosa de María escuchando a Jesús, está profetizada en este Salmo: "Escucha hija, mira, inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna y el rey (Dios) se prendará de tu belleza" (Sl 45,11,12).

Sabemos que por la escucha de la Palabra, Jesús prende su Fuego en los corazones. (Lc 24,32). La relación profunda con el Evangelio, provoca una experiencia de infinitud, ante la Belleza Inmortal de las Palabras de Vida y Espíritu que Jesús le parte para su crecimiento como discípulo suyo (Jn 6,63b).

Ahora entendemos porque María ni se enteró de los quehaceres y afanes de Marta, su hermana; y es que tenía todo su ser:  alma y cuerpo absortos en Jesús, la Palabra del Padre. Oímos antes al salmista que decía: "Inclina el oído ..." y María estaba toda ella inclinada ante Jesús, no por devoción, sino que como virgen (el alma) llena de Sabiduría, no quería en absoluto perderse ninguna de las Palabras de Vida que Jesús le daba.  A esto se le llama el saber escuchar, cuyo fruto es saber rezar, es decir, saber estar con Dios.

 

P Antonio Pavía

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lunes, 7 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra A los pies de Jesús, escuchaba su Palabra (Lc 10, 38-42)

 


Escuchar la Palabra en la Espiritualidad bíblica implica la actitud y el deseo de obedecer a Dios.

 Los primeros cristianos no escuchaban la Palabra solo para aprenderla, sino sobre todo para llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,11-12). Jesús no da a María de Betania que está a sus pies escuchándole, unas recomendaciones o un código de conducta; le está dando "Palabras de Vida Eterna". Esta mujer al escuchar a Jesús, con los oídos del corazón, anticipa, y esto vale para todos los que escuchan la Palabra como ella, la contemplación de la Gloria de Dios, su estancia a en el Cielo.

 En su conversación-catequesis con Nicodemo, Jesús le dice, que nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo. (Jn 3,1...) Está hablando de sí mismo pues "Está en el Padre y el Padre está en Él” (Jn 14,11) Jesús que viene del Padre, vuelve al Padre en su Ascensión.

 Volviendo a María de Betania, vemos desbordantes de alegría, que Jesús está diciéndonos que la oración contemplativa está al alcance de todos. No es un discurrir sobre etapas, moradas, conquistas...etc. ¡¡No!! María de Betania alcanzó con su amorosa e incondicional escucha, lo que Pablo llamó: "El Evangelio de la Gracia" (Hch 20,24). Por su forma de escuchar, Jesús creó en su alma la Gracia insondable de... ¡La Oración Contemplativa! .

                                     Seguimos el jueves .. 

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 5 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra Dom XXVII T. Ord (Mc 1O, 2-16) ¿Vives? O vas arrastrando tu vida

 



Unos fariseos interpelan a Jesús acerca del divorcio, arguyendo que fue permitido por Moisés. Jesús responde que ciertamente, Moisés legalizó el divorcio más no porque fuera algo bueno sino porque ya era un hecho en sí, debido a la dureza de corazón del pueblo. La denuncia de Jesús es clara: la sociedad decide legalizar algo e incluso proclamar, por ejemplo, que el aborto es un derecho de una mujer a poner fin a la criatura que lleva consigo, porque está socialmente aceptado. Jesús apunta a algo tan destructivo como es la dureza del corazón.

 En el Salmo 81 leemos que Israel no quiso escuchar la Voz de Dios el cual no le castigó, simplemente le dejó en manos de la dureza de su corazón. Sin Dios, Israel fue endureciendo más y más su corazón hasta convertirlo en una piedra, que se convirtió en una carga insoportable. (Ez 12,19). Carga que se intenta ignorar con fiestas, viajes, compras, proyectos, vanidades... etc. pero que se hacen notar de mil formas, como, por ejemplo, la inestabilidad emocional.

Entonces, por amor, por amor a nuestra querencia a vivir de fingimientos, se hizo hombre. Nos vio vejados y abatidos (Mt 9,36...) y compadecido nos dijo: "Venid a mí los que estáis fatigados y sobrecargados, que yo os aliviaré"... (Mt 11,28...).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 2 de octubre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (VIII)

 



Cerramos con broche de oro este ciclo Catequético sobre la Sed de Dios que nos lleva a Ser suyo; esta es la gran Herencia de sus buscadores. En este ciclo, la experiencia de Pedro nos ha iluminado el corazón y el alma.

 Hoy nos lo imaginamos en el Cenáculo, esperando la Resurrección de Jesús, como Él había dicho. Todos tienen miedo, temen las represalias del Sanedrín, por haber seguido a Jesús. Además, Pedro, está más que abatido. Le duele indeciblemente el alma, por no haber estado a la altura de sus promesas. Aun así, tuvo la humildad de estar con el grupo.

 Resonarían en su interior las palabras de Jesús: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia"(Mt 16,18). Tenía interrogantes sobre la Resurrección de Jesús, pero su Amor a Él, era mayor, más fuerte que sus dudas. En esto Jesús Resucitado se les aparece a todos y les dice: ¡La Paz con vosotros! (Jn 20,19...).

 Pedro se acordaría de haber oído en la sinagoga, de algo sobre la Paz que viene de Dios. Esa paz que " rescata el alma” (Sl 55,19). Experimentó entonces en sí mismo el rescate de Jesús, su caricia divina al hacer descender sobre él la Paz del alma que solo Dios le podía dar...Supo entonces que Jesús era el Hijo de Dios, que venía a su encuentro no como juez sino como Rescatador de su alma herida. Ante una experiencia así que todos podemos vivir...

¿Cómo no tener Sed de Dios? ¿Cómo no tener ansias de Ser suyo? Esta es la experiencia de los Buscadores de Dios, de los que no se detienen hasta que lo encuentran. (Lc 11,9...).

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 30 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (VII)

 




Hoy intentaremos sondear el estremecimiento que pudo sentir Pedro en todo su ser al saber que Jesús confiaba en él y ponía en sus manos sus ovejas, para que se las apacentase. Recordemos que eran ovejas que Él había rescatado al precio de su Sangre (1 Pe 1,17-18).  El aturdimiento de nuestro amigo, tuvo que ser ensordecedor. Aun así, tuvo lucidez para comprender que Jesús, era realmente el Hijo de Dios en quien se cumplían las profecías de las Escrituras. Seguro que más de una vez había oído esta: "Sacaréis agua con gozo de las Fuentes de la Salvación" (Is 12, 3).

Comprendió entonces que junto con la misión que le encomendaba, Jesús le iba a dar la Sabiduría para poder conducir a sus ovejas hacia las Aguas de la Vida, como había sido profetizado: "El Señor es mi Pastor, nada me falta, hacia las aguas de la vida me conduce”

(Sl 23,1-2).

Desde ese instante eterno, Pedro supo en lo más profundo de si, que Jesús, abriría en su seno una Fuente de Aguas Vivas tal y como lo había proclamado: "Si alguno tiene sed, que venga a mí, de su seno correrán ríos de Agua Viva" (Jn 7,37-38). Pedro quedó tan desconectado y perplejo.

Ante tanto Amor que solo pudo decir a Jesús, lo que ojalá un día le digamos nosotros: Tú sabes que te amo... que viene a significar: Aquí estoy, ¿Qué quieres de mí?

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 28 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Dom. XXVI T. Ord. (Mc. 9,38-43.45.47-48)

 



¿Vive Jesús en mí?

 La mayoría de los que leéis estos textos, dedicáis buena parte de vuestro tiempo a apacentar las ovejas que Jesús os ha confiado, como a Pedro (Jn 21,15...).

El Evangelio de hoy nos pregunta si predicamos en nuestro nombre o en el de Jesús. Pablo nos da pistas seguras acerca de este tema pues su experiencia anterior a su Discipulado es determinante. Su "saber" las Escrituras de memoria no le libró de sus cargas morales ni de perseguir a personas cuya culpa era creer que Jesús era el Mesías que Israel esperaba. El caso es que fue conocer a Jesús y anunciarle, no desde su engañosa sabiduría, sino desde la de Jesús resucitado. Lo sabemos por lo que escribió a los creyentes de Corinto: "Cuando fui donde vosotros, prescindí de la Sabiduría a anunciaros el Misterio de Dios... Enseñamos una Sabiduría divina, misteriosa, escondida, destinada por Dios para nuestra gloria, desconocida por los príncipes de este mundo, pues de haberla conocido no hubiesen crucificado al Señor... Y Dios nos la reveló a nosotros... (1 Co 2, 1-10) Esto es predicar en el Nombre de Jesús.

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 25 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, tú eres mi Fuente (VI)

 



Veamos una faceta de la historia de amor, más Divina que humana, entre Pedro y Jesús, que quizás nos haya pasado desapercibida. La faceta es la siguiente: Nadie puede apacentar el rebaño de Jesús, rebaño, que nace y crece en el "frondoso prado" del Calvario, si el pastor no es previamente apacentado por El, con sus " Palabras de Vida Eterna" (Jn 6,68).

 Jesús fue apacentando a sus discípulos a lo largo de tres años. Aparentemente, sus Palabras no tuvieron mucho efecto, visto que en el Calvario solo estaba Juan. Pero tenemos pistas en el Evangelio que revelan las primicias de su efecto convertidor, como, por ejemplo, aquella vez en la que, de lo más profundo del corazón de Pedro, surgió su bellísima confesión de fe: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16,15-16).

 Si, al igual que los demás Apóstoles, Pedro recibió la Sabiduría para "partir la Palabra" y así, apacentar las ovejas que Jesús le confiaba, no desde su propia sabiduría sino desde la Sabiduría del Hijo de Dios. Esto hace que la predicación sea una Fiesta Divina en el alma, de los que la escuchan.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 23 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, tú eres mi Fuente. (V)

 




Al decir Pedro a Jesús, Tú sabes que te amo, no le estaba haciendo promesa alguna: bien sabía, que, con esa pregunta, Jesús le estaba liberando del sepulcro a donde le habían llevado sus pecados; estaba pues   cumpliendo en él la promesa   hecha a sus antepasados por medio de Ezequiel: “Sabréis que soy Yahvé cuando abra vuestros sepulcros...Yo Yahvé lo digo y lo hago" (Ez 37,13-14).  

Podemos imaginarnos la temblorosa conmoción de Pedro al constatar que Jesús, le estaba sacando del sepulcro de sus debilidades; que su promesa de hacer de él un pescador de hombres, esto es el Discipulado, la estaba cumpliendo a pesar del abismo sin fondo de su pobreza moral... Si, Jesús le estaba diciendo:

¡Aquí estoy cumpliendo la promesa que te hice! Te amo...y te doy el poder para apacentar mis ovejas. Las apacentarás no con palabras de sabiduría humana, pues se debilitarán como tú...yo pondré en tu boca "Mis Palabras de Vida Eterna" (Jn 6,68...) para que tengan Vida Eterna.

 ¡¡¡Las grandes promesas de Jesús, están grabadas en su Evangelio... Ojalá hagamos de él...!!! El Libro por excelencia, de nuestra vida...así veremos igual que Pedro, que también cumple con nosotros sus promesas.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 21 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Dom XXV. T. Ord. (Mc 9,30-37). Átame a ti, Señor

 



En su caminar, Jesús va instruyendo a sus discípulos acerca de su Pasión; estos no se enteran de nada. ¿Por qué? Porque durante la instrucción, discutían entre si sobre quien era el más importante de ellos. Esto nos parece tan vulgar como inadmisible, les pasó porque jamás habían acogido en sus corazones la Palabra, que oían en la sinagoga desde niños. De esto habló Dios a su pueblo en este Salmo: "Israel no me quiso obedecer y lo abandoné a la dureza de su corazón" (Sl 81,12-13a).

Ante su dureza de corazón, Jesús les invitó a ser como los niños, libres de vanidades y ambiciones. Nadie puede alcanzar por sí mismo, esta libertad, que, en el fondo, es dejar que Jesús, con la Fuerza de su Evangelio, cree en nosotros el vuelo del alma, que es el Discipulado.

 La Buena Noticia es que en el (Salmo 131) Dios promete que llegaremos a ser como niños: Sin ambiciones ni vanidades propias del príncipe de este mundo.

Leemos la profecía que Dios inspiró al salmista: " Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros...acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre... (es decir, en los tuyos mi Dios) Así nos ama Dios, nuestro Padre y también Madre (Sl 131).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 18 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (IV)

 



Que estremecedor tuvo de ser el impacto de David, al saberse elegido por Dios, a pesar de sus enormes caídas. También al considerar la inmensidad del Universo, con sus innumerables estrellas y satélites, por lo que apenas pudo decirle: ¿Que es hombre para que te acuerdes de él? (Sl 8,5).

A la Luz de la perplejidad de David, nos acercamos a Pedro. ¡Cómo tuvo que quedar su corazón al oír al Hijo de Dios vivo esta pregunta tan irreal como inconcebible:

¿Me amas? El Creador pregunta a un simple y débil hombre que sí le ama. Creo que el mismo Jesús tuvo que sostenerle, pues fue una pregunta, cómo para caer fulminado por un infarto. Jesús se lo preguntó y al mismo tiempo acarició su corazón con su mirada tranquilizándole. Nos parece bellísimo, pero hay más: La pregunta de Jesús es también dirigida a ti, a mí; a todos los que tan débiles como Pedro hemos emprendido el camino del Discipulado, porque tenemos Sed de Dios y queremos ser suyos.

No nos desanimemos ante nuestra debilidad. La propuesta de Jesús para ser sus Discípulos, va acompañada con su Fuerza que somete nuestras carencias.  Es la Fuerza que emerge de su Santo Evangelio como nos dice Pablo (Rm 1,16...) 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 16 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (III)

 




 

En este ser de Dios, en el que tiene mucho que ver la toma de conciencia de que es una experiencia existencial, pues la ausencia de Dios en el alma la desvitaliza, volvemos a mirarnos en Pedro, que representa al hombre caído, arrollado por su debilidad. También es aquel, que fue elevado a lo más alto porque Jesús no consintió en absoluto que se le perdiera una oveja tan querida, como tampoco está dispuesto a perdernos a nosotros que estamos haciendo pasos fascinantes como discípulos suyos.

Los más predilectos de Jesús, son los que tienen conciencia de que, a pesar de tantos propósitos, apenas son unas "mechas humeantes” (Is42,3). Si, mechas   humeantes, pero que no hemos renunciado a dar un paso tras otro, sostenidos por El, porque como el " Pedro caído " no renunciamos a ser discípulos de Jesús, el que dijo: " He venido a traer Fuego a la tierra... y que angustia hasta que se cumpla " (Lc 12,49-50) Si, angustia, porque solo entregándose a la muerte en la Cruz, se encendería con su resurrección el Fuego Divino capaz de transformar nuestro corazón.

 Ahí vemos el amor de Pedro por Jesús, en su deseo de ser su discípulo, por eso a pesar de su caída, supo esperar su abrazo una vez resucitado...y Jesús le abrazó intensamente al decirle: ¡Olvídate de tu caída, clavé tu debilidad en mis manos traspasadas en la Cruz! ¡Me has esperado y buscado! ¡Te confío mis ovejas para que me las apacientes!

 Pedro...volvió a llorar…ni en sus mayores sueños de ciencia-ficción pudo imaginar un Amor así... ni así ser amado. ¿Como no decir a Jesús, también nosotros? ¡Aquí estoy...necesito ser amado así por ti...y amarte con toda mi alma!

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 14 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Dom XIV T. Ord (Mc 8,27 - 35) Sólo a ti, te miraré, Señor

 



Pregunta Jesús a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? Hubo toda clase de respuestas: Que eres Elías, Jeremías...o sea cualquier profeta, pero no el Mesías. Aceptarle como Mesías implicaba aceptar que llegó el tiempo de convertirse y para quien cree superficialmente en Dios, hay que mantener las distancias ante la conversión pues corta las alas; es mejor ponerse de perfil.  Jesús les dice entonces: Y vosotros: ¿Quién decís que soy yo? Pedro en nombre de todos dijo: " Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo".

Pedro habló con la Sabiduría de Dios. Es cierto que en su Pasión negó a Jesús, pero recordemos que Él le había prometido que llegaría a ser pescador de hombres; que esto es el Discipulado. Pedro debería de ser nuestro espejo. En su debilidad, supo esperar el cumplimiento de la promesa de Jesús.

 Damos un salto y vemos a Pedro en la noche anterior a su martirio.! cuantas palabras de amor y gratitud a Jesús! Si, porque esa noche pudo decirle una y otra vez con el alma temblorosa y estremecida ¡Tú eres el Hijo de Dios vivo! ¡Abre tus brazos, que en unas horas estoy contigo!  Y ¿aún no te has enterado que Jesús quiere repetir la historia de Pedro en ti?

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 11 de septiembre de 2024

Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente ( II )

 




Cuando el desánimo, una de las armas preferidas por Satanás para tambalearnos, perfora nuestra alma, mente y corazón, hemos de sostenernos con la Sabiduría -Palabra de Dios- Hagamos nuestra la promesa de Dios a Israel cuando su esperanza de seguir siendo su pueblo elegido, estaba casi desvanecida. Oigamos como Dios reaviva su esperanza casi perdida: "Con amor eterno te amé, por eso reservé gracia y misericordia para ti…y tu alma será como un huerto regado" (Jer.31, 2..12).

  Reseco y árido estaba el huerto del alma de Pedro en esa noche de traiciones; sin embargo, con una humildad que a todos nos enamora, supo esperar a Jesús, quien con un amor " incomprensible", le confió sus ovejas.

  Damos un salto y vemos a Pedro en la noche anterior a su martirio. Sobrepasando sus miedos normales, podemos decir que su gozo era ya eterno, ¿Por qué? Porque en su misión de apacentar las ovejas que Jesús le había confiado, seguramente, haría suyas estas palabras de la esposa-alma del Cantar de los Cantares: "Los frutos, tanto los nuevos, como los añejos, los he guardado, amado mío, para ti "(Ct 7,14b).

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 9 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (I).

 



Este ciclo de Catequesis, tiene como centro, la experiencia de Pedro que, a pesar de su traición a Jesús, no renunció a seguirle; tenía demasiada sed de Él, tampoco quería privarse de "la otra sed" que Jesús había sembrado en su alma: "la de pertenecerle a Él". Por eso supo esperarle; confiaba en su perdón. Jesús fue a su encuentro; nuestro amigo, se preguntaría después, una y mil veces... ¡Como pudo sobrevivir a tanto amor! Nos asomamos temblorosos a ese encuentro (Jn 21,15...).

  El Señor encontró a Pedro, pecador, pero con una sed infinita, de su abrazo de acogida; con   esa sed de la que nos habla David: "Dios mío, mi alma tiene sed de ti, como tierra reseca, agotada y sin agua..." (Salmo 63,2). Esa sed que queramos o no todos tenemos. Así estaba el alma de Pedro. Jesús, que es siempre el Buen Pastor lo sabía y por eso, aquella mañana, le tomó aparte y selló en su corazón su definitiva pertenencia a Él al preguntarle: ¿Me amas? Apacienta mis ovejas. ¡Le confió sus ovejas para que se las apacentase con las palabras propias de Él mismo y que son “Vida y Espíritu” (Jn 6,63 b)!

 ¡Así es como nos ama Jesús...! ¡A todos sin excepción, hayamos hecho lo que hayamos hecho!

  Seguimos el miércoles.

 

 P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com