Jesús miro a la multitud y sintió
compasión de la gente porque estaban como ovejas sin pastor (Mt 9,36…).
Jesús miro a la multitud y sintió
compasión de la gente porque estaban como ovejas sin pastor (Mt 9,36…).
Confesión de fe de un salmista: "Aunque camine por valle de tinieblas no temeré porque tú Señor vas conmigo" (Sl 23).
No es agradable vivir, a veces, la fe acosados por densas tinieblas; sin embargo, es caminando a través de ellas, guiados por Jesús, nuestro Buen Pastor de quién nos fiamos, como las vencemos. Sólo Él nos puede conducir al Padre pues es el Camino, la Verdad, y la Vida (Jn 14,6). Se nos presentan otros caminos en la vida, en los que aparentemente no hay tinieblas, tienen luces atrayentes y esplendorosas, pero, y bien lo sabemos, son luces con fecha de caducidad que al apagarse nos dejan vendidos a la angustia de nuestras oscuridades.
A pesar de ello Jesús, el Buen Pastor a quien un día “dejamos de lado" se presta a ser nuestra Luz... que jamás se apaga y no son pocos los que, venciendo sus resistencias, buscándole le encuentran. Empiezan, entonces, podemos decir, una nueva forma de vivir, tan gloriosa, que podrán, como este otro salmista proclamar exultantes: "Me enseñaste el camino de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua junto a ti" (Sl 16,11).
P. Antonio Pavia
Queridos hermanos:
Esta semana comenzamos el verano, y con él
llegan las vacaciones para muchos de nosotros. Seguramente tendremos más tiempo
libre, más posibilidades de viajar, de compartir con la familia... Después de
dos veranos encerrados por la pandemia, las ganas de salir de casa son mayores
ahora que las normas sanitarias se relajan –aunque el coronavirus sigue ahí y
no conviene olvidarlo–.
Todos tenemos derecho a “disfrutar de
descanso y tiempo libre, que nos permita cuidar la vida familiar, cultural,
social y religiosa” (Concilio Vaticano II. GS 67), y recuperar fuerzas tanto
física como espiritualmente. Salir de nuestro ambiente cotidiano nos da la
oportunidad de descubrir otras formas de pensar y ver la vida, de acercarnos a
la naturaleza y respirar aire puro. El tiempo libre es más propicio para
escuchar y contemplar, para serenar el alma, para el diálogo y la armonía, para
el encuentro con personas amigas y queridas, para orar en la naturaleza o en
las iglesias.
En verano, los pueblos de nuestra extensa
geografía extremeña incrementan notablemente su población. Los niños y jóvenes
vuelven a llenar sus calles. Aparte de los preciosos parajes naturales, de los
ríos y las montañas, el patrimonio histórico-cultural es en gran parte de
carácter religioso. Las Iglesias son los monumentos más representativos en
muchas poblaciones. Son obras que han nacido del sentimiento religioso a lo
largo de la historia, y que también hoy siguen siendo «auténticos caminos hacia
Dios… una ayuda para crecer en la relación con él, en la oración» (Benedicto
XVI).
Para los que prefieran viajar, las
parroquias, los colegios y la misma diócesis ofrece algunas posibilidades para
desconectar en este periodo estival. Diversas instituciones, asociaciones y
movimiento con presencia en la diócesis (Cáritas, Scouts, Junior, JEC, Milicia
de Santa María, Formacionistas…) organizan campamentos para jóvenes y niños en
los próximos meses. La Hospitalidad de Lourdes retoma la peregrinación anual
con voluntarios y enfermos desde el día 30 de junio al 7 de julio. También
habrá en el Seminario un encuentro de seminaristas de toda España, en el que
algunos darán el paso al Seminario mayor.
Nuestros centros de estudios teológicos, el
Instituto de Teología “San Pedro de Alcántara” y el Instituto de Ciencias
religiosas “Nuestra Señora de Guadalupe” están acabando el año académico. Tras
dos años de interrupción, el XII Congreso teológico-pastoral “Raíces y
sinodalidad” ha puesto el broche de oro. La Iglesia en sínodo necesita la
comunión y la participación de todos en la misión, especialmente de los laicos.
En este sentido, la formación adquiere una importancia decisiva: para realizar
ministerios (diácono, catequista, lector, acólito, ministro de la comunión…),
para asumir responsabilidades en la evangelización (en las parroquias, en los
movimientos, en las cofradías, en Cáritas…), o para formar parte de los órganos
de decisión y consulta de la diócesis y de las parroquias.
Y tenemos la suerte de contar con un plantel
de profesores especialistas en teología que es una gran riqueza para toda la
diócesis. El Sínodo diocesano XIV encomendó a estos centros la coordinación de
la formación de los laicos (Orientaciones y disposiciones, n. 176). Invito a
todos los que puedan a aprovechar esta oportunidad. Además, ahora se abre la
posibilidad de hacer el grado en teología también en horario de mañana.
Por último, les recuerdo que el día 29 de
junio es la fiesta de San Pedro y San Pablo, el día del Papa. En esta jornada
damos gracias a Dios por nuestro Santo Padre Francisco, pedimos, de manera
especial, por su ministerio al servicio de la Iglesia universal, y contribuimos
con nuestras limosnas y donativos a su misión evangelizadora y de caridad. En
estos tiempos difíciles, de secularización y de crisis, este donativo, conocido
como óbolo de San Pedro, es un signo concreto de pertenencia a la iglesia y de
adhesión al Papa como símbolo de su unidad. Los animo a contribuir
generosamente en la colecta que se hace en las parroquias dedicadas a este fin.
Como esta será la última comunicación del
boletín diocesano por este curso, quiero desearles felices vacaciones a todos.
Con mi bendición,
+ Jesús Pulido Arriero
Obispo de Coria-Cáceres
Olga Alonso
Mucho nos ha llevado en este curso la creación de grupos para la reflexión en torno a ese tema que ha propuesto el Papa Francisco: la así llamada sinodalidad. Se nos ha terminado haciendo familiar la palabreja, por más que sea su significado y su mismo concepto, tan antiguo como la misma Iglesia. Porque, efectivamente, el término “sínodo” significa “camino compartido”, es decir una forma de entender un proyecto de modo no privado, sino acompañado por otras personas que me aportan y a las que yo aporto algo que nos enriquece mutuamente para lograr alcanzar el objetivo soñado. El cristianismo no es un camino privado, aunque siempre será personal. Por eso sólo cabe comprenderlo de modo comunitario, fraterno. No somos turistas viandantes que solitariamente se cruzan por el camino, sino peregrinos que tienen en común la meta hacia la que caminamos, la asistencia del Señor, y la senda que recorremos como hermanos hacia la patria celestial.
Ya el papa Francisco indicó que
«el mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en
sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en
todos los ámbitos de su misión». Las sinergias son los recursos que podemos
compartir para lograr llegar a ese gran objetivo cristiano que ha cruzado el
ímpetu misionero que Jesús nos dejó al marchar de nuevo al Padre: «id al mundo
entero y anunciad la Buena Noticia a toda la creación”» (Mc 16,15). Es el
mensaje del Evangelio que quiere llegar a cada rincón de la historia, a cada
persona en su variopinta situación con toda su carga de gozo o de llanto, de
perplejidad o de encanto, de esperanza o de desánimo. Una Buena Noticia que
ponga luz en nuestras penumbras todas y que grite la verdad desplazando los
engaños, que regale la paz y la misericordia en las encrucijadas conflictivas y
violentas. En definitiva, la cima de la gracia de Dios derramada en nuestros
abismos de pecados. Estas son las sinergias compartidas con las que somos
enviados.
Por este motivo, y explicando el
camino sinodal, decía en otra ocasión el Papa Francisco: «es necesario que cada
uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y
social que tanto necesitamos. Tal transformación exige la conversión personal y
comunitaria, y nos lleva a mirar en la misma dirección que el Señor mira».
Sin duda alguna, el mundo en el
que estamos y que nos ha tocado en suerte habitar, reclama esa presencia
cristiana que, con respeto educado, pero con decisión no acomplejada, cada uno
desde el don y la vocación que ha recibido, ha de saberse comprometido con el
resto de la comunidad eclesial para transformar las cosas en la dirección que
Dios nos señala. No todo está zanjado, ni trillado, ni sabido y prefijado.
Hemos de dejar espacio a que Dios nos sorprenda abriendo los nuevos senderos
que en su Providencia quiera señalarnos en este momento de la sociedad y de la
Iglesia.
La sinodalidad ha
supuesto un trabajo capilar en nuestra Archidiócesis de Oviedo, y han
participado nada menos que tres mil personas en 228 grupos sinodales. Esto
supone mucho tiempo de reflexión seria, de oración confiada, de debate
fraterno, donde hemos puesto en juego lo mejor de nosotros mismos para
involucrarnos en este reto que tenemos delante en este momento de la historia. Los
pastores con nuestro ministerio, los consagrados con sus carismas, y los laicos
con su compromiso en el mundo del trabajo, la política y la familia. Así hemos
hecho este camino sinodal, cuyas conclusiones hemos enviado a la Conferencia
Episcopal para que las traslade a la Santa Sede como nuestra aportación
diocesana. Asturias participará con el número máximo de los que se permiten en
la asamblea de Madrid para clausurar esta fase sinodal en las diócesis. Estamos
vivos, y con ganas. La comunión nos hace hermanos que se dejan enviar por el
Señor ante los retos que se nos plantean en nuestro tiempo. Dios sea bendito.
+
Jesús Sanz Montes
Arzobispo
de Oviedo
Estremecedor el susurro del salmista en su ansia de intimar con Dios: "Mi alma se aprieta contra ti " (Sl 63,8).
Después de la Comunión, en ese ratillo que Jesús aún está conmigo, Le dije: “El miércoles nos vemos en el hospital, espero que vaya San Francisco y San Antón. ¡Ah!, espera, primero se lo digo a tu Madre que siempre me lo dices.
No, no me contestó, si lo
llega a hacer “me quedo en el sitio” ... Pero me fui tranquila a casa. Esta vez
mis oraciones son por mi amada y chiquita “Roma” (así se llama).
Qué bueno es quedar con
ellos que, aunque no los vea, sé que a mí sí y me escuchan; para algo está la
Fe. Y, por cierto, si mi “nena” no saliera adelante, no debo angustiarme, quedaría
en manos de los Santos que tanto amaron a los animales.
Me alegro de ser católica
porque siempre tienes a Alguien a quien rezar y procurarte una sensación de confianza.
Hay tanto por lo que pedir... De a “poquitos” voy pidiendo y la esperanza te invade.
Solo nos pasa a los católicos, tenemos más suerte que nadie.
Con la Comunión, María, los Santos
y las oraciones que nos enseñaron, hacemos la vida. No hay religión tan llena
de amor como la de Dios, y no puedo respetar ninguna otra que ignore La Palabra
en su magnitud ¡Están empobrecidas!, no llevan al cielo sin Confesión ni Eucaristía.
A ver si se convierten y
tienen la suerte de poder ir con la Corte Celestial a todas partes ¿Hay algo
mejor para entrar en un hospital?
Emma
Diez Lobo
El grave ERROR de base es no separar al hombre del Espíritu Santo impuesto en la Ordenación de
Sacerdotes Católicos.
¡Cuántos me encuentro que
unen lo humano con lo Divino! Así nacieron los cismáticos, las nuevas
religiones cristianas, las sectas o las ideas a gusto personal. No distinguen,
no saben que la Consagración de un apóstol viene de Dios desde el año 34 -Pentecostés
(Juan 20, 19-23)-. “Lo que perdonéis en la tierra...”; y les infundió el Espíritu
Santo para que perdonaran en su Nombre.
No es nuestra labor juzgar la
vida de un sacerdote, lo que importa es
que el Espíritu Santo actúa y se sirve de ellos para suministrar los
Sacramentos o darnos a conocer el Evangelio:
Cuando nos Leen La Palabra, en
la Confesión, en la Eucaristía, en las Ordenaciones. Lo de menos es de quien son la boca y las manos Consagradas.
Y tanto es así que el Clero
y el Papa, siendo hombres pecadores y a lo mejor más que tú y que yo, también se
condenan, pero el Poder Divino de librarte
de la culpa del pecado y de Consagrar, solo
ellos mas no es Obra de ellos.
Si no se ajustan a tu idea
de perfección, no te equivoques, son humanos no dioses y como nosotros también deben
confesarse con otros sacerdotes.
¡Sálvate!, y deja de mirar quien te perdona, que un
Consagrado ni tiene cara ni vida personal porque el perdón no viene de él sino
de Dios.
Emma Díez Lobo
Eucaristía: Presencia de Dios
Durante la Última Cena Jesús tomo el pan y dijo: " Tomad y comed porque este es mi cuerpo entregado por vosotros." Lo hemos oído infinidad de veces, está por ver si el "entregado por vosotros" nos causa el mismo impacto sobrecogedor que le causó a Pablo; fue tan determinante en su relación con Jesús que decidió dejarlo por escrito en una de sus cartas: " Me amo y se entregó por mi..." (Gal ,2,20) Seguimos con la Última Cena. Jesús tomo el cáliz y pronunció estas palabras: " Tomad y bebed, este es el cáliz de mi sangre que será derramada…para el perdón de los pecados..." El verbo derramar en la Escritura está relacionado con la efusión del Espíritu Santo; por eso el día de Pentecostés Pedro lleno del Espíritu Santo se dirigió a los judíos congregados ante el Cenáculo recordándoles la profecía de Joel: " Sobre mis siervos y mis siervas derramaré mi Espíritu." (Hch 2,18).
Queridos hermanos:
El
próximo domingo celebramos la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, es
decir, la fiesta de Cristo realmente presente en la Eucaristía, sacramento en
el que Jesús se queda con nosotros hasta el fin del mundo.
A estos
sencillos y cotidianos alimentos de pan y vino Jesús los llenó en la última
cena de la misma lógica de la entrega por amor de su encarnación y muerte en
cruz: al venir al mundo, se hizo uno de tantos, se convirtió en
"siervo" para llegar a los últimos, y murió como un criminal en la
cruz para rescatar incluso a los más perdidos, para que nadie se pueda sentir
excluido de la predicación del Reino y del anuncio del Evangelio. Con esta
misma lógica de abajamiento se quiere hacer accesible a todos en un pedazo de
pan y en un poco de vino.
¡Qué
misterio! El Señor se queda entre nosotros como comida, bajo los accidentes, la
apariencia, del pan de cada día, de ese pan que no debería faltarle a nadie.
Dios es libre y poderoso para hacerse hombre, pero solo el amor explica que se
haga el último de los hombres;
Dios es
omnipotente para estar en todos los sitios y a la vez, pero solo su
misericordia explica que quiera estar presente en lo más humilde, pan y vino.
En la
Última Cena Jesús se identificó el pan que repartía y con el cáliz que ofrecía
a sus discípulos, diciendo: “Esto es mi cuerpo… Esta es mi sangre”. Anticipaba
así la muerte en la cruz ya cercana: el pan partido es su cuerpo clavado en la
cruz y traspasado por la lanza; y el vino ofrecido es su sangre derramada hasta
la última gota.
Movida
por este mismo amor de Dios, la Iglesia el día del Corpus mira a los últimos, a
los que quiso llegar Jesús haciéndose pobre y haciéndose pan. Caritas encarna
esta misma lógica del amor de Dios que no excluye a nadie. Decía San Juan de
Ávila que el amor de Dios es más grande que el cielo, porque en el amor de Dios
caben todos, justos y pecadores, de cualquier clase y condición, de toda raza y
nación, incluso de cualquier credo, mientras que en el cielo solo entrarán los
justos.
“Somos
lo que damos. Somos Amor” es el lema elegido por Cáritas para la campaña de
este año, en el que celebra el 75 Aniversario de su constitución. Las
consecuencias de la crisis económica, las secuelas de la pandemia, las heridas
que provoca la guerra… son una llamada apremiante a la compasión, a compartir
nuestro pan con quien tiene menos que nosotros. Pero, aunque no hubiese
necesidades en el mundo, el amor de Dios nos llevaría a dar, a darnos para
parecernos a Él.
Nos
viene bien recordar hoy aquella queja de San Pablo a los cristianos de Corinto,
cuando veía que, mientras unos pasaban hambre, otros estaban hartos de pan y
borrachos de vino. Les decía: “Eso no es comer la Cena del Señor… Así vuestras
reuniones causan más daño que provecho” (1Cor 11, 20-17).
Cuando
acompañemos a Jesús Eucaristía por nuestras calles, no olvidemos que él ha
querido identificarse con los últimos, los que pasan hambre, tienen sed, están
en el hospital o en la cárcel… y que a él le gustan las procesiones que nos
llevan a visitar a los enfermos, a vestir a los desnudos... La fe no se puede
desconectar de la vida ni la eucaristía de la caridad.
Con mi
bendición,
+
Jesús Pulido Arriero
Obispo
de Coria-Cáceres
A todos nos entusiasma la idea de vivir, ya en este mundo, permanentemente con Jesús; pues bien sepamos que Él desea estar permanentemente unido con quiénes a pesar de sus debilidades e incoherencias acogen su llamada al Discipulado, y esto nos sobrecoge profundamente. Sepamos que no hay otra Escuela del Amor… del Amor de Jesús, que su Santo Evangelio. En él oímos a Jesús que nos dice: " Yo soy la vid verdadera, vosotros mis sarmientos... Permaneced en mi como yo en vosotros…" (Jn 15,1).
Miremos a María… como dio su sí a Dios... "Hágase en mi según tu Palabra." (Lc 1,38).
P. Antonio Pavía
Quien piense que Jesús dio su vida porque quiso y por tanto no es culpa de nadie, se equivoca. Lo que Le hizo Morir en La Cruz, fue el mal del hombre y siendo consciente de que Le llevarían a la muerte, no por destino sino por maldad, Muere perdonando su asesinato y todos los pecados que no vayan contra el Espíritu Santo.
Él ve, el pasado, presente y
futuro del hombre, no lo programa, no lo implanta ni lo decide, simplemente lo ve
y actúa en consecuencia. En nuestra libertad nos jugamos la condena o la
salvación a “ojos” de Dios.
Es como si hiciéramos una
película de toda nuestra vida y se la entregáramos a una persona del pasado. Éste
sabría qué sucede en cada momento, pero no puede cambiar nada de la película
una vez hecha y terminada a gusto del consumidor; un largometraje que nadie nos
impuso.
Tenemos un espacio de tiempo
para hacer un buen film. Tú marcas el final que has entregado a Dios; has sido
libre para ir cambiando el rumbo a lo largo de los años.
Dios
no mueve marionetas sin cielo, sino almas en libertad con Paraíso.
Por eso Nace en la tierra y nos enseña el camino.
¿Pudo Jesús haberse salvado de la Muerte?
Evidente, era Dios, pero habría cortado libertades... Y no solo no las prohibió,
sino que encima les perdonó.
Le asesinamos sí, pero en su
Resurrección nos abrió el cielo, pienso que hay que querernos muchísimo para
hacer esto...
Emma
Diez Lobo
Bellísima esta declaración de amor de David a Dios: " El Señor es mi pastor nada me falta..." (Sl 23). David no vive este amor a Dios como fruto de una vida ascética sino por el hecho de haber amado su Palabra más que a si mismo; fue la Palabra la que creó tal intimidad con Dios, que le movió a decir: ¡Nada me falta!
Hoy festejamos la Fuerza del Amor. Recordemos la Ternura que invadió al padre del hijo pródigo cuando desengañado de todo emprendió la vuelta a casa. Su padre, figura de Dios Padre, viéndole a lo lejos, corrió conmovido a su encuentro. El hijo empieza a disculparse, su padre abrazándole tiernamente le cubre de besos ahogando sus disculpas (Lc 15,20...).
P. Antonio Pavía
Fijaros como es el tema que hace unos días, un sacerdote me recordó que para que Jesús esté en medio de nosotros, debemos ser dos o más hablando de Él: “Porque donde dos o tres están reunidos en mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mateo 18,15).
La comunidad de la Iglesia es la Casa de reunión con Dios. La pregunta era que,
si yo participaba de la misa por el “ordenata”, me valía. Pues a medias si
quería sentirme cerca de Él. Lo que a Dios Le duele, por ti, es que vayas al “teatro”
y no a su Templo.
Por otro lado, hablar
de Él es genial, sabes que está ahí, en la mesa con el grupo. El Espíritu Santo
ayuda a recordar los pasajes del Nuevo Testamento, y puedes rebatir ideas
profanas o por lo menos, haces reflexionar.
Una amiga decía que
Jesús estaba en todas partes y no necesitaba ir a ningún sitio para encontrarse
con Él; y le entré con el Evangelio de Mateo. No eran palabras mías sino de
Dios. Pero se niega a escucharlas en la Iglesia porque juzga a los Sacerdotes
¡Qué manía con los juicios personales, como si la Palabra cambiara!
Lo grande es que yo
no tengo nada que inventar y me es muy fácil; en cambio ella tiene que basarse en
sí misma... Total, que “la palabra” ya no es de Dios sino suya y se cree que
vale. ¡Pues no!
Dos o más en Su
Nombre, son cosas del cielo...
Emma Díez lobo
En el seguimiento a Jesús, vamos tras sus pasos con nuestra cruz identificándonos con El en la línea que dice Pablo: "Estoy crucificado con Cristo" (Gal 2,19). Estamos de acuerdo con Pablo, pero es bueno puntualizar que Jesús al llegar al Calvario donde muriendo nos rescató del abismo de la muerte no concluyó su caminar pues como bien sabemos resucitó y dijo a María Magdalena: "Di a mis hermanos que subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios" (Jn 20,17).
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
Es genial y alentador, pero... ¿A vosotros os hacen caso cuando les pedís algo? Y venga Santos en la mesilla que ponen por detrás “Petición”. Haces todo como te dice la estampa, esperas el “efecto” … Y nada.
¿Esto pasa porque no sabemos
pedir?, Jesús lo advertía, pero no se si se refería a las peticiones o al modo
de pedirlas, el caso es que cada día se te suman “entuertos” … Y no sabes si es
que lo estás haciendo mal o se trata de otra cosa.
De todas formas, a los
Santos nada les salía bien... Cuando lees sus vidas, los pobres más calvarios y
penas no pudieron pasar; y nosotros insistiendo para que las cosas nos vayan
mejor... ¡Pues va a ser que no!
Conozco personas que cada
vez lo tienen más complicado ¿Es que son más amados por eso? A ver si es que la
cuestión del amor va por ahí...
-
Vamos a ver Emma, que la cosa no es baladí. A veces Dios dispone “males o entuertos”
para conocer tu fidelidad al Evangelio porque Le importa tu alma. Los Santos son elegidos para la humanidad como
ejemplo de lealtad y confianza. Pero tú no estás entre ellos así que pide si es
para bien, pero es que lo haces fatal.
¡Vaya por Dios!, pues como
yo, la tira...
Emma
Diez Lobo