Jesús miro a la multitud y sintió
compasión de la gente porque estaban como ovejas sin pastor (Mt 9,36…).
Jesús no se limitó a compadecerse de los
hombres, sino que entregó su vida para romper nuestros horizontes tan simples
como sujetos al vaivén de las vanidades. Se dejó conducir al Calvario,
crucificado venció con su Luz a las tinieblas.
Nosotros a quien el Señor nos dice:
" Vosotros sois la Luz del mundo" (Mt 5,14) asistimos a una etapa
crítica de la humanidad marcada por guerras altamente destructivas, pandemias, sequías
que provocan hambrunas...etc. En el colmo de su orgullo, el hombre, dejando a
Dios de lado, se ha erigido como único discernidor entre el bien y el mal con
secuelas que todos conocemos pero que preferimos silenciar.
Ante esta realidad, nuestra misión como
discípulos de Jesús no es la de juzgar, ni meter miedos ancestrales. Jesús no
nos llamó para ser jueces- acusadores de nuestros hermanos sino su Luz en medio
de ellos. El hecho de obedecer a Jesús predicando y dando testimonio de su
Santo Evangelio es el mejor servicio que podemos hacer al mundo. Quienes acogen
las palabras de Jesús, se dejan juzgar por ellas. Es un juicio de compasión, de
amor y misericordia...la de DIOS...que, como Padre, nos abraza con tal fuerza
creadora que transforma nuestros corazones.
Ojalá entendamos que Jesús nos envía al
mundo con su Evangelio. No como jueces condenatorios sino como reflejos de su
Luz.
P. Antonio Pavia
http://comunidadmariama.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario