¡Jopé!, no salimos de una y
nos metemos en otra. Ahora toca la del mono, antes la del murciélago y mañana...
La del boquerón; ¡Ea!, ya tenemos una representación pandémica de todos los
bichos: Aire, tierra y mar.
Cuando el hombre se desvía,
inventa sin buenas intenciones, hace cosas raras o quiere ser como Dios... ¡Zaca!
Te cae encima. Si es que somos la pera. Parece como si el mundo en lugar de
avanzar hacia arriba, lo hiciera hacia abajo cayendo en su propia trampa.
Estamos viviendo la típica película
de terror basada en hechos reales; se titula “No hay dos sin tres ni tres sin cuatro ni...”. El mundo se degrada,
la avaricia, la lujuria y las desgracias se expanden como plagas, y es que a
Dios se Le está apartando de la vida. ¡Qué triste realidad!
Pero no, aún no es el
Apocalipsis, será terriblemente peor, todavía queda mucho bien por destruir,
todavía seguimos aclamando a Dios.
Lo que importa ahora es atender
a nuestro “apocalipsis” personal y no al del futuro. Tenemos un tiempo maravilloso
para que ese final de nuestra película, sea de salvación, “calentito” a rabiar,
pero de salvación.
Aprovechémonos de la
Misericordia infinita que de momento ahí está; cuando se acabe se acabó y... ¡SE
ACABÓ!
-
A ver qué cara ponemos después de pasar por alto tanto perdón gratis y tanto
aviso... Qué no hay sorpresas ¡Caramba!, ¡que ya nos han dicho todo lo que va a
ocurrir!!!
Pues nada, como el que oye llover...
Emma Diez Lobo
No hay comentarios:
Publicar un comentario