lunes, 10 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (XI)

 




Recordemos a la mujer que, yendo hacia Jesús, atrajo la Fuerza de su Espíritu al tocar su manto y quedó curada. Jesús reaccionó y, atentos, porque lo que dice es Vida Eterna para todos los que le   buscan. Jesús al sentir la Fuerza que había emanado de Él preguntó ¿Quién me ha tocado?  Vaya pregunta, le dicen sus discípulos.  Están todos apretándote como   como si fueses un muñeco de feria y ¿preguntas quién te ha tocado? Jesús, insiste; recorre a todos con su mirada hasta dar con los ojos de la mujer. ¡Con que ternura la miraría! Imposible evaluar el cariño con el que el Buen Pastor amó a esta oveja, un qué abriéndose paso entre el remolino de curiosos, había llegado hasta Él, buscando la Vida que no tenía, y cuya carencia se manifestaba con su pérdida continúa de sangre.

Está y solamente está es la acogida amorosa que Jesús hace a todos los que le buscan. son hombres y mujeres que saben que sin Él...se les escapa la Vida del alma. Y quien no tiene Vida en su alma es un muerto que no sabe de dónde viene ni a donde va. Se mueve solo por impulsos cada vez más inconsistentes. Todo aquel que aspira a la Vida Eterna y que al menos intuye que Dios se la puede dar, ya está muy cerca de dar con El: Jesús dice a esta mujer: Hija, ¡tú fe te ha salvado! (Mc 5,34).

 Leamos bien, Jesús no dice, te ha curado, sino, te ha salvado. Salvación que nos viene como resultado de buscar a Dios, contra viento y marea.

Dos mil años de experiencia nos confirman que todo aquel que busca a Dios abrazándose al Evangelio como "Ancla de Salvación" le encuentra.

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

sábado, 8 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Dom V T. O. (Lc 5,1-11) No te separes de mí, Señor.

 


 

Los discípulos de Jesús, vuelven con su barca a la orilla; no han pescado nada. Jesús les dice: Remad mar adentro y echad las redes. Pedro objeta: Hemos estado pescando toda la noche - el tiempo más propicio para pescar- sin ningún resultado, pero apoyado en tu Palabra echaré las redes.

No encontramos con una Catequesis determinante para la fe. La objeción de Pedro, es más que razonable. Es pescador desde niño, mientras que el oficio de Jesús, era el de carpintero. Sin embargo, Pedro da más valor a la Palabra de Jesús que a su razón. Actuó como María, que, ante la propuesta de Dios, aparcó los planes que razonablemente, habían hecho José y ella y respondió: ¡Hágase en mi según tú Palabra!

 Pedro se dirigió mar adentro, echo las redes, la pesca fue abundantísima; supo entonces que estaba ante el Hijo de Dios. Tembloroso se postró ante El y suplicó: Apártate de mí que soy un pecador. Tembló de miedo como Israel en la Teofanía del Sinaí. (Ex 19,16...)  Jesús podría recordarle lo que había dicho Juan Bautista acerca de Él: Que era el Enviado del Padre para "cargar con sus pecados "... sin pasar factura (Jn 1,29).

 Pedro lloró amargamente cuando le negó por tres veces; pero lloró mucho más y está vez de gratitud y amor al sentirse aludido cuando Jesús gritó desde la Cruz: ¡Padre, perdónales, no saben lo que hacen! No lo saben, porque dependen de la sabiduría del mundo, con tintes piadosos, pero cuando resucite serán revestidos de nuestra Sabiduría y alcanzarán el Discipulado. ¡Ojalá lleguemos un día a amar a Jesús, como le amó Pedro, el del corazón noble! 

 

P. Antonio Pavía 

Comunidadmariamadreapostoles.com

 

miércoles, 5 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadores de Dios (X)

 




Hoy y el próximo lunes hablaremos de una mujer que nos muestra el porqué de su búsqueda de Dios.

Hace años que tiene flujo de sangre; aclaramos que la sangre en la Escritura simboliza la vida, ella pues refleja al hombre sin Dios. Sabe muy bien que, aunque destaque sobre el candelero a su alrededor, es consciente de que se le está yendo la vida. Por más que ha intentado solucionar para detener sus hemorragias con mil soluciones, incluso costosas, el hecho es que va a peor (Mc 5,25-26). En este morirse implacable, oye hablar de Jesús. En su corazón hay una lucha, una duda entre resignarse o ir al encuentro de Jesús, exponiéndose a una decepción más en su ya penoso historial. Por otra parte, está ya cansada de seguir aparentando con su “cara de fiesta" que ya no engaña a nadie.

Armándose de audacia decide acercarse a Jesús, que está justamente en la ciudad en la que vive. Sabe algo de Él, se ha corrido la voz de que sus palabras "son Espíritu y Vida " y ellas son la medicina que detendrán sus hemorragias. Conocedora de las Escrituras sabe que si alcanza a tocar su manto, que representa el espíritu de la persona que lo lleva se curará ( 2 Ry 2,9-16). Venciendo sus dudas y el miedo a un posible a hacer el ridículo, se abrió paso entre el gentío y tocó el manto. 

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

lunes, 3 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Buscadoras de Dios (IX)

 



 

Fijamos nuestros ojos en Lidia, una mujer que nos sorprende por su interés en su búsqueda de Dios. Nos atrae, porque le busca con su corazón y con su alma. Tengamos en cuenta que alma y corazón comparten significado en la Espiritualidad de la Palabra.

Vamos a los hechos. Pablo y Timoteo llegan a la ciudad de Filipos y se dirigen a la orilla del río para orar discretamente. (Hch 16,11 - 15.) Allí se topan con un grupo de mujeres lavando la ropa en el río. Pablo y Timoteo aprovechan esta circunstancia para a anunciarlas el Evangelio de Jesús. Nos llama la atención que Pablo puntualiza lo siguiente: "una de ellas llamada Lidia nos escuchaba. “El Señor, comenta Lucas, le abrió el corazón, para que se adhiriese a las palabras de Pablo" Nos parece maravilloso, pero... ¿Y las demás mujeres? Quizás fueron a escuchar la Palabra, por curiosidad, por descansar un poco de sus trabajos...etc. O sea que oyeron a Pablo y Timoteo sin percatarse de que tenían Palabras de Vida Eterna para ellas. No fue esa la actitud de Lidia; es como si intuyese que estaba ante la ansiada oportunidad para encontrar al "Dios Vivo" al   que tantas veces había rezado, por ejemplo, en los Salmos (Sl 42,1-3) (Sl 84,1-3).

 Estás intuiciones se tienen cuando rezamos con los labios del corazón a más que con los de la boca. Lidia, "comía y bebía en su alma  la predicación de estos dos discípulos de Jesús y por eso mismo, "El Señor le abrió el corazón para que - su corazón - se adhiriese a las palabras de Pablo".  Palabras habitaron en ella, como nos dice Jesús (Jn 14,23) Dios cumplió en ella esta promesa ya  anunciada:  Entonces, buscarás a Yahvé tu Dios, y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma" (Dt 4,29) Así  buscó a Dios Lidia, y le encontró...y le encuentran todos los que así le buscan.

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

sábado, 1 de febrero de 2025

Partiendo la Palabra Dm. IV T. Ord. Lc 2,22-40) ¿Tienes miedo a la muerte?

 




 Este Evangelio nos presenta a un anciano llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, es decir al Mesías.

Esto indica su gran dimensión espiritual; todo su ser estaba pendiente de la Venida del Mesías, su Salvador. Dios le había hablado al corazón diciéndole que no moriría sin ver antes al Mesías. Movido por esta promesa, iba al Templo, y un día vio a José y María con Jesús en brazos para presentarlo ante Yahvé. Jesús, no tenía una luz especial, ni una estrella en la frente...etc., pero Simeón le reconoció, por obra y gracia del Espíritu Santo. Alborozado le tomó en sus brazos y exclamó: ahora, mi Dios, ya puedo morir en paz, porque mis ojos han visto a tu Hijo.

Creo que todos tenemos envidia de este hombre; desearíamos tener una experiencia tan determinante y rompedora del Hijo de Dios, como la suya, que nos mueva a proclamar: Jesús, ya puedo morir en paz.

Para ello, os invito a leer despacio lo que dice el autor de la carta a los hebreos sobre Moisés, en su misión de conducir a Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida. Nos dice que caminaba firme como "si viera al Invisible" (Hb 11,27).

Ahí tenemos el secreto para morir llenos de esperanza, como Simeón. Moriremos con su misma certeza si hacemos de la Palabra de Dios, sobre todo del Evangelio, el Manantial Vivo de nuestra oración. ¡¡Es nuestra amorosa relación con el Evangelio, - como por ejemplo la de San Francisco- lo que abre nuestras entrañas al secreto …!! ¡Del Misterio de Dios!.

 Conforme vamos entrando en el Misterio de Dios, su Hijo traspasa a nuestro corazón su Sabiduría y un día, sabremos sin lugar a dudas, que...cuando Jesús dijo: "Nadie va al Padre, si no es por mi" (Jn 14,6,) …lo decía por ti y por mí. Entonces ya perderemos el miedo a la muerte. (Jn 5,24) Ya no envidiaremos a Simeón. 

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com