Hoy y el próximo lunes hablaremos de una mujer que nos muestra el porqué de su búsqueda de Dios.
Hace años que tiene flujo de sangre; aclaramos que la sangre en la
Escritura simboliza la vida, ella pues refleja al hombre sin Dios. Sabe muy
bien que, aunque destaque sobre el candelero a su alrededor, es consciente de
que se le está yendo la vida. Por más que ha intentado solucionar para detener
sus hemorragias con mil soluciones, incluso costosas, el hecho es que va a peor
(Mc 5,25-26). En este morirse implacable, oye hablar de Jesús. En su corazón
hay una lucha, una duda entre resignarse o ir al encuentro de Jesús,
exponiéndose a una decepción más en su ya penoso historial. Por otra parte,
está ya cansada de seguir aparentando con su “cara de fiesta" que ya no
engaña a nadie.
Armándose de audacia decide acercarse a Jesús, que está justamente en la
ciudad en la que vive. Sabe algo de Él, se ha corrido la voz de que sus
palabras "son Espíritu y Vida " y ellas son la medicina que detendrán
sus hemorragias. Conocedora de las Escrituras sabe que si alcanza a tocar su
manto, que representa el espíritu de la persona que lo lleva se curará ( 2 Ry
2,9-16). Venciendo sus dudas y el miedo a un posible a hacer el ridículo, se
abrió paso entre el gentío y tocó el manto.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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