sábado, 31 de agosto de 2024

Partiendo la Palabra Dom. XXII T. Ord (Mc 7,1-8,14-15,21-23) Dame, Señor, un corazón nuevo

 



 De este Evangelio, resaltamos esto que dice Jesús: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón, está lejos de mi". Estás palabras revelan lo que Dios piensa de su pueblo: que le honra en el Templo pero que al salir “pasa de Él". La cuestión es que, sin la Palabra anidada en el corazón, todo intento de verdadera conversión, fracasa porque los siete pecados capitales se hospedan en él. Cuando guardamos la Palabra, los pecados capitales, también están en nuestro interior, pero encadenados por la Fuerza de Dios que reside en el Evangelio de su Hijo, como dice San Pablo (Rm 1,16).

  No es lo mismo que nuestra querencia al pecado esté sujeta por el hilo de nuestros buenos propósitos, que por la cadena que es la Fuerza de Dios. Es cierto que aun así podemos tener caídas, pero cada vez serán menos y también menos graves.

 Dios nos da la " fórmula "para ser cada día más fuertes frente a toda tentación; la tenemos en uno de los Salmos; os la paso: "Si hoy escucháis mi voz, no endurezcáis vuestro corazón..." (Sl 95,7b- 8). 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 28 de agosto de 2024

Partiendo la Palabra Tú eres mi Padre (VI)

 



En el mismo contexto profético que nos muestra a Jesús apoyándose en el Padre, ante la maquinación de Satanás, que movió a Israel a socavar su misión, abordamos la profecía de otro salmista, que anuncia la postración extrema del señor, en el Huerto de los Olivos.

 Escribe el Salmista: Desde lo más profundo a ti grito mi Dios.  ¡Escucha mi clamor! Estén tus oídos atentos a mi súplica. (Sl 130,1-2...) Así, hundido hasta lo más hondo, en la fosa de las humillaciones oró Jesús al Padre, en el Huerto de los Olivos. Judas, ya había ido donde los Sumos Sacerdotes a consumar su traición; sus discípulos, aparentemente no se habían enterado de nada, e incluso los tres en quienes podría albergar algo de ayuda, se quedaron dormidos, como ajenos a su intensísimo dolor. ¡No tiene a nadie en quien apoyarse…o si…! ¡Su Padre! Su Padre a quien con un infinito Amor filial susurra. ¡Padre mío! Si es posible, que pase de mi este cáliz... (Mt 26,39...).

 ! Dejo a vuestra imaginación, cómo tuvo que resonar en los oídos del Padre, el gemido lastimero de su Hijo: ¡Padre mío! Jesús lo dijo, también, para que sus discípulos lo hagamos nuestro, cuando el mal y también el desprecio del mundo nos "crucifica". Ojalá entonces nos salga del alma el mismo gemido de Jesús:

 ¡Padre mío!

P. Antonio Pavía.

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lunes, 26 de agosto de 2024

PARTIENDO LA PALABRA ¡Tú eres mi Padre! (V)

 



 

Recordemos la profecía de Ezequiel: "Yo mismo   apacentaré a mis ovejas que están dispersas a causa de sus pecados..." (Ez 34, 11...). Recordemos la enorme tristeza de Jesús al ver a la muchedumbre   porque ..."estaban vejados y abatidos como ovejas sin pastor" (Mt 9,36).

Antes de su Encarnación Jesús ya había dicho al Padre por medio del salmista: "No pides sacrificios ni holocaustos, por eso te digo: "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad" (Sl 40,7-9) Bien sabia Jesús al venir al mundo que sería despreciado, rechazado, humillado por todos.  ¿Por qué? Por anunciar el Evangelio que había recibido del Padre, para el cambio de nuestro corazón (Jn 12,49-5º).

 Jesús permaneció fiel a la misión porque, aunque su rechazo fue satánico, es decir, inducido por Satanás, supo sostenerse en la Roca inamovible: El Padre, ofreciéndonos así la "fórmula" de nuestra fidelidad como discípulos suyos:  Su Padre, que es nuestro Padre...como dijo a María Magdalena (Jn 20,17).

Bellísima, hasta quemar nuestras entrañas, la profecía de este salmista sobre la relación entre Jesús y su Padre, en el cumplimiento de su misión: "Mi fidelidad y misericordia le acompañarán (a Jesús) ...

El me invocará: ¡Tú eres mi Padre, mi Dios, mi Roca salvadora! (89,25-27). Benditos los que, sirviéndose del Evangelio, alcanzan una relación con el Padre, como Jesús desea que la tengamos.! Para eso vino al mundo, para reconciliarnos con Dios Padre (2 Co 5,17-19).

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 24 de agosto de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Palabras para el Alma D.T.O. XXI (Jn 6,60-69)

 



Desde que Jesús dijo que era el Pan Vivo bajado del Cielo, la gente empezó a desconfiar de Él. Jesús insistió: "Mis Palabras, son Espíritu y Vida"; y entonces, poco a poco se fueron todos, menos los Apóstoles. La tristeza y decepción de estos es patente; entonces Jesús les dice:

¿También vosotros queréis marcharos? Pedro en nombre de todos le respondió: ¿Dónde quien vamos a ir? ¡Tú tienes Palabras de Vida Eterna! Pedro no es el más listo, ni perspicaz ni recto del grupo. Aun así, el Espíritu Santo le inspiró esta respuesta, que abre el camino a todo aquel que a lo largo de la historia desee ser Discípulo de Jesús.

 Nosotros lo deseamos, sino no estaríamos leyendo esto, porque buscamos Palabras de Vida Eterna. Las palabras de los hombres, pueden ser bellas, atrayentes e incluso interesantes, pero no alcanzan al alma. Sirven para honra y gloria de los "listos de turno " pero no resuelven los vacíos de nuestra alma ni la de quienes con ellas discursean.

  Las Palabras de Jesús, su Evangelio, son a la medida del alma. Sólo los que aman y aprecian la Grandeza de su Alma, van tras ellas. 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 21 de agosto de 2024

PARTIENDO LA PALABRA ¡Tú eres mi Padre! (IV)

 



Hemos oído a la súplica desgarradora de Isaías, súplica a Dios que en consonancia con otros profetas clama así: ¡No te deshagas de nosotros!

 Vimos también que la única posibilidad de que el hombre sea fiel a Dios es que descienda entre nosotros y siempre en nuestros corazones la fidelidad a Él. Dios, Padre y también Madre, es, sobre todo, Corazón y por eso está pendiente de nosotros, recibe en sus entrañas nuestros gritos de auxilio y, como hemos dicho, decide encarnarse, viene en medio de nosotros, que esto es lo que significa su Nombre: Emmanuel.

 Viene como el Buen Pastor que se preocupa más de sus ovejas, que dé El mismo; así nos lo presentó proféticamente, Ezequiel: "Yo mismo cuidaré de mi rebaño, velaré por él. las recobraré de los lugares donde se habían dispersado en el día de oscuridad y tinieblas.

 Dispersos quedaron los discípulos en las tinieblas del Calvario (Lc 22, 44...) Jesús murió...resucitó y los recuperó como por ejemplo a los dos de Emaús (Lc 24, 13... En los dos discípulos de Emaús nos busca a todos.

 

Padre Antonio Pavía

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lunes, 19 de agosto de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Tu eres mi Padre (III)

 


 

Recogemos el grito lastimero de Isaías, con el que terminamos el texto anterior: "...Porque tú eres nuestro Padre..."y lo completamos: "¡Porque Abraham no nos conoce, Jacob no se acuerda de nosotros! Tú Yahvé eres nuestro Padre, tu nombre es ... el que nos rescata" (Is 63,16). Esta es la diferencia Infinita, entre el Dios de Israel y los dioses de los pueblos vecinos; sus moradores, jamás podrán llamar Padre, a sus dioses, obra de sus manos. Los dioses " inventados "por el hombre, "tienen boca y no hablan, ojos y no ven, oídos y no oyen, no hay aliento en sus bocas."(Sl 135,15-17) ...es decir... ¡No pueden hacer nada por ti cuando se resquebrajan tus cimientos!

 La gran y drástica diferencia existente entre los dioses inventados por nosotros es que, aunque hipotequemos de mala manera nuestra vida en ellos...jamás podremos decirles: ¡Tú eres mi Padre! Isaías si lo pudo decir en Nombre de todo Israel, y no sólo eso…movido, como todos los profetas por el Espíritu Santo, una vez que llamó Padre a Dios, consciente de su debilidad y la de todo Israel, le gritó suplicante: ¡¡Baja, desciende hacia nosotros!! (Is 63,19b) ¡Con este ruego, profetizó la Encarnación del Hijo de Dios!

 

P. Antonio Pavía 

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domingo, 18 de agosto de 2024

La Iglesia como conciencia social

 



       ¿Por qué la Iglesia desde sus inicios fue perseguida y sigue siéndolo más de dos siglos después? Por eso. Por tener la osadía de echarse para adelante y cantar las cuarenta al más “pintao”. Otra cosa es ser ejemplar, que es lo que debería ser por continuidad de su fundador. Lo tiene ganado por su persistencia pese a los cristianos. Ese es su gran valor y mérito: la perpetuación contra viento y marea.

       Claro, es que la Iglesia es la suma o conglomerado de los cristianos, todos hombres desde el papa hasta el último y más indigno de nosotros, con este plural me confieso cristiano dentro del grupo de los no merecedores de tal nombre por nuestro comportamiento. Hombres frágiles, como la arcilla de la que estamos formados. Seres humanos que, pese a su buena voluntad, al final nos comportamos como lo que somos: pobres pecadores. Pero ahí estamos dentro de esa masa conexionada que, por aquello de que la unión hace la fuerza, aguantamos contra viento y marea. Y esa mezcolanza le permite tener una autoridad moral, por razón de origen, para dictaminar lo que está bien y mal, además lo hace sin complejos de culpa y da resultado. ¿Qué resultado? La critican, la ponen en evidencia, la cubren de improperios hasta posiblemente con razón, la amenazan, la persiguen, la martirizan –en la actualidad más mártires que nunca– y ahí está cual cáscara de nuez flotando en medio de la tormenta sobre las olas. Esos propios vapuleos son la argamasa que la fortalece y le da argumentos, por lo visto, para impartir cátedra moral. Dice el clásico: ladran, Sancho, luego cabalgamos.

       El caso es que siempre está ahí dando testimonio, y, claro, ese testimonio de vida deja en evidencia a los otros estamentos sociales inferiores en moralidad y por ello la atacan. ¿Cuál es su testimonio? El estar siempre con los brazos abiertos para recibir a los desahuciados; el tener las puertas abierta para dejar entrar a cualquiera sin pedirle DNI o pasaporte; el acoger sin mirar raza, afiliación o religión; el ofrecer un plato de comida, pese a las dificultades actuales, seguro que por la fuerza que da el ser continuadora de la multiplicación de los panes y los peces. Cáritas, manos materiales de la moralidad o espiritualidad de la Iglesia. Testamento que intentan, pero no son capaces de conseguir los otros estamentos sociales-políticos-económicos. ¿Por qué? Pues… será por esta propia argumentación anterior.

       El caso es que ahí está la Iglesia metiendo el dedo en la llaga a diario en todos los asuntos necesarios o que tiene que dar su toque de aviso ético o moral, y eso que en su propio seno interno se discute si se queda corta o se pasa. Ni la base ni la jerarquía se pone de acuerdo en qué sí y en qué no se debe meter. Repito, continúa y permanece pese al papa, obispos, sacerdotes y cristianos de a pie. Un misterio. Será por aquello de que no está dormido a popa, sino haciéndose el dormido más bien para mantenernos asiendo, unas veces, o agarrados, otras, al timón, –no es lo mismo agarrar que estar agarrado– pese o precisamente por el miedo a la tormenta. Así que concluyo aseverando que el valor de la Iglesia para mantenerse en la picota le viene dado por su fundador, porque los poderes infernales nada pueden contra él.

 

Valencia, agosto de 2024

Pedro José Martínez Caparrós

sábado, 17 de agosto de 2024

Partiendo la Palabra Dom XX T. Ord. (Jn 6,51-58)

 



Dicen los biblistas que Juan fusionó en el Capítulo 6 de su Evangelio la Plenitud de Vida que Jesús ofrece a sus discípulos: la Palabra y la Eucaristía. Ambas son la Roca en la que se cimienta la Fe, así como el Amor de Dios en su plenitud. Una Fe y Amor que mueven al alma a pedir a gritos el complemento total de la Palabra, que es la Eucaristía. De hecho, en general, los hermanos separados, que tanto culto dan a la Palabra al prescindir de la Eucaristía, la empobrecen enormemente, llegando casi a reducirla a un código de conducta. Ignorando la Vida que tiene en si la Palabra de Dios como nos dice Juan en su Evangelio: "En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios...en ella estaba la Vida..." (Jn 1,1-4)

  Si desglosamos la Eucaristía de la Palabra de Dios el Banquete Eucarístico queda como diluido. Es justamente el binomio Palabra-Eucaristía, el que engendra en nuestra alma, lo que San Pablo nos legó como su bellísima experiencia de Fe: " Ya no soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mi " (Gal 2,20).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 14 de agosto de 2024

Partiendo la Palabra ¡Tú eres mi Padre! (II)

 



Hemos visto que Dios quiere ser amado por su pueblo, no tanto como el Todopoderoso, que podría infundir temor, sino como Padre que acoge a sus hijos con Amor Eterno como nos dice Jeremías (Jr 31,3).

  Consciente de la debilidad de todo hombre, Dios envía a los israelitas, profetas que les muevan a no menospreciar la elección que han recibido de Dios. Muchas veces las exhortaciones de estos profetas caen en terreno baldío. Ciegos y sordos de corazón, sus deseos de conversión no son más que "nubes pasajeras" (Os 6,1-4) El mismo Oseas pone en boca de Yahvé este triste lamento: "Mi pueblo tiene querencia a la infidelidad" (Os 11,7).

  Aun así, Dios, que, por encima de todo, es Padre, dice a continuación: ¿Cómo voy a entregarte, abandonarte Israel...?  No, pues soy Dios, no un hombre.! Precioso texto. Dios no desea abandonar ni entregar a nadie a merced de sus debilidades. Más tiernamente aún, aunque parezca imposible, se expresa Isaías ante nuestros pecados. Isaías, ante tantas caídas de Israel, con una confianza filial que nos sobrecoge, se " acerca " a Dios y " como despertándole" le dice: ¿Dónde están tu celo, tú fuerza y la conmoción de tus entrañas?  ¿Es que tú corazón se ha cerrado para mí? ¡Porque tú eres nuestro Padre...! (Is 63,15b- 16).

                                             Seguimos el lunes…


 P. Antonio Pavía 

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lunes, 12 de agosto de 2024

Partiendo la Palabra ¡Tú eres mi Padre! (I)

 



Iniciamos este ciclo Catequético sobre Dios, como nuestro Padre, haciendo mención de gran parte de la sociedad, cuyo mayor error es poner su vida en manos de dioses muertos, que, en vez de sostenerla, nos la asfixian. El síntoma más letal de tanta asfixia son tantas guerras que desde siempre, asolan buena parte del mundo.

 Sometidos a tantos males ancestrales, Dios compadecido de todos, escoge un pueblo, Israel, a quien promete paz en sus fronteras, en la medida de su fidelidad a Él. Israel, sin embargo, deslumbrado por el culto idolatra que los países vecinos daban a sus dioses, recubiertos de oro plata, bronce...etc., a quienes podían ver y tocar, fueron tras ellos.

 Dios que es Amor, les envía profetas para enderezar sus caminos hacia la Verdad, que no es otra que adorar al Dios Vivo, el que se vuelca a favor de ellos, mientras que los inventados y fabricados por los hombres nos dejan a nuestra suerte, que no siempre nos es favorable.  Digamos que Dios es y quiere ser nuestro Padre... Padre de los que, como dijo Jesús a la samaritana, "le adoren en Espíritu y Verdad" (Jn 4,24).


 Seguimos el miércoles.

 

P Antonio Pavía 

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sábado, 10 de agosto de 2024

Partiendo la Palabra Dom XIX T. Ord. (Jn 6,41-51) Tus Palabras en mi alma

 


 Hoy Jesús nos dice: "Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me ha enviado, no le atrae". Estas palabras nos conmocionan por su riqueza y belleza, pero nos preguntamos: ¿Cómo vamos a dejar que Dios Padre nos atraiga hacia su Hijo, siendo tan dados a fenómenos que rayan la milagrería? Quizás creemos que el Padre nos dará señales especiales para seguir como discípulos a su Hijo.

 El hecho es que tenemos ante nuestros ojos... La Señal de todas las señales:  !!El Santo Evangelio al que quizás no le damos mayor importancia!! Es el Evangelio que Dios Padre imprimió en el corazón de su Hijo para que nos lo diese a nosotros (Jn 12, 49-50). Es el Evangelio del que Jesús dice: "Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mi" (Jn 6,45). Recordemos que "aprender" viene de "prender". A este respecto Jesús dice a los fariseos de todos los tiempos: "... Mi Palabra no prende en vosotros ..."(Jn 8,37).

 Los discípulos de Jesús saben, o sabemos, muy bien que ningún atajo conduce a Jesús. Que Él nos conceda la Pasión Inmortal por su Evangelio para así, rechazar todos los atajos, que no son más que "cantos de sirena". 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 7 de agosto de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Sólo en Dios descansa mi alma (VIII)

 



Recordemos lo que Jesús, exultante de gozo, dijo al Padre acerca de los que nacieron de nuevo gracias a la Palabra guardada en el corazón (Jn 1, 12...). Dijo al Padre: "Te doy gracias Padre Santo, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes de este mundo, y se las has revelado a los pequeños" (Mt 11, 25...). Tengamos en cuenta que "los sabios de este mundo" no soportan a los pequeños de Jesús: sus discípulos, porque la Sabiduría de estos, saca a la luz sus carencias, aunque vivan en un pedestal. Por eso y como bien dijo Jesús, el mundo les odia (Jn 17,14).

  Ahora bien, si los discípulos de Jesús, estamos expuestos al odio y la envidia de los sabios de este mundo, ¿Vale la pena el Discipulado? Esta es la respuesta de Jesús: "Venid a mí los que estáis cansados y abatidos, aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontrareis descanso para vuestras almas. (Mt 11,28...).

  Jesús el Cordero manso y humilde, encontró el descanso de su alma, en el Padre. Nosotros que vivimos abrazados al Evangelio, también.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 5 de agosto de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Solo en Dios descansa mi alma. (VII)

 




A estas alturas vamos a hablar de nosotros, de los que somos o estamos en camino de ser Discípulos de Jesús, nuestro Buen Pastor a quien los Salmos llaman: "El Fuerte en la batalla" (Sl 24,8).

  Jesús nos enseña a vencer al Tentador, en lo que San Pablo llama, el combate de la fe. (2 Tm 4,7). Es un combate en el que equipados con el "Evangelio de la Fuerza de Dios" - así lo llama San Pablo, nos hace victoriosos. Victoria que, como subraya Juan en su primera carta, es sobre el mundo porque hemos nacido de Dios (1Jn 5,4). Alguien podrá objetar: ¿Y cómo puedo yo nacer de Dios, como dice Juan? Es un nacimiento gracias a la Fuerza de la Palabra.

 Esto no es una corazonada, ni una revelación pía. Lo leemos en el Prólogo del Evangelio de Juan quién proclama que alcanzamos a ser hijos de Dios, gracias a la Palabra acogida, guardada, protegida frente a la tentación...En definitiva, abrazada en nuestras entrañas. Leemos a Juan: "...A todos los que recibieron la Palabra (esta) les dio poder para hacerse hijos de Dios... " (Jn 1,12.).

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 3 de agosto de 2024

PARTIENDO LA PALABRA Dom XVIII T. Ord (Jn 6,24-35) Alma, Corazón y Mente

 



Después de haber saciado el hambre de miles de personas, Jesús y sus discípulos, fueron a Cafarnaúm. La multitud fue a su encuentro y entonces, Jesús dejándose de rodeos les preguntó: ¿Me buscáis porque creéis que soy el Mesías?... O solo para que os haga otro milagro. Esta aclaración sobre la fe, es esencial para nuestra madurez en el Discipulado. La gente respondió a Jesús: ¿Que tenemos que hacer para realizar la obra de Dios? Jesús les dijo:  Si queréis ser mis discípulos, tenéis que crecer en la fe. Creed en mí, yo soy el Enviado del Padre.

  Veamos; creer es el fruto del Amor de Dios dentro de ti. Recordemos aquel pasaje en el que un escriba preguntó a Jesús, cuál era el mayor de los mandamientos. Jesús le recordó lo que él ya sabía por las Escrituras: El mayor mandamiento es: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" (Mt 22,37). Está es la fe que agrada a Dios (Hb 11,6). Está fe, es la Piedra Angular del Discipulado. Que no haya hendiduras en tu corazón, en tu alma y en tu mente, que no estén habitadas por Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Vayamos tras esta fe y sabremos cómo y cuánto nos ama Dios. 

 

P. Antonio Pavía

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