lunes, 26 de agosto de 2024

PARTIENDO LA PALABRA ¡Tú eres mi Padre! (V)

 



 

Recordemos la profecía de Ezequiel: "Yo mismo   apacentaré a mis ovejas que están dispersas a causa de sus pecados..." (Ez 34, 11...). Recordemos la enorme tristeza de Jesús al ver a la muchedumbre   porque ..."estaban vejados y abatidos como ovejas sin pastor" (Mt 9,36).

Antes de su Encarnación Jesús ya había dicho al Padre por medio del salmista: "No pides sacrificios ni holocaustos, por eso te digo: "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad" (Sl 40,7-9) Bien sabia Jesús al venir al mundo que sería despreciado, rechazado, humillado por todos.  ¿Por qué? Por anunciar el Evangelio que había recibido del Padre, para el cambio de nuestro corazón (Jn 12,49-5º).

 Jesús permaneció fiel a la misión porque, aunque su rechazo fue satánico, es decir, inducido por Satanás, supo sostenerse en la Roca inamovible: El Padre, ofreciéndonos así la "fórmula" de nuestra fidelidad como discípulos suyos:  Su Padre, que es nuestro Padre...como dijo a María Magdalena (Jn 20,17).

Bellísima, hasta quemar nuestras entrañas, la profecía de este salmista sobre la relación entre Jesús y su Padre, en el cumplimiento de su misión: "Mi fidelidad y misericordia le acompañarán (a Jesús) ...

El me invocará: ¡Tú eres mi Padre, mi Dios, mi Roca salvadora! (89,25-27). Benditos los que, sirviéndose del Evangelio, alcanzan una relación con el Padre, como Jesús desea que la tengamos.! Para eso vino al mundo, para reconciliarnos con Dios Padre (2 Co 5,17-19).

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

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