domingo, 18 de agosto de 2024

La Iglesia como conciencia social

 



       ¿Por qué la Iglesia desde sus inicios fue perseguida y sigue siéndolo más de dos siglos después? Por eso. Por tener la osadía de echarse para adelante y cantar las cuarenta al más “pintao”. Otra cosa es ser ejemplar, que es lo que debería ser por continuidad de su fundador. Lo tiene ganado por su persistencia pese a los cristianos. Ese es su gran valor y mérito: la perpetuación contra viento y marea.

       Claro, es que la Iglesia es la suma o conglomerado de los cristianos, todos hombres desde el papa hasta el último y más indigno de nosotros, con este plural me confieso cristiano dentro del grupo de los no merecedores de tal nombre por nuestro comportamiento. Hombres frágiles, como la arcilla de la que estamos formados. Seres humanos que, pese a su buena voluntad, al final nos comportamos como lo que somos: pobres pecadores. Pero ahí estamos dentro de esa masa conexionada que, por aquello de que la unión hace la fuerza, aguantamos contra viento y marea. Y esa mezcolanza le permite tener una autoridad moral, por razón de origen, para dictaminar lo que está bien y mal, además lo hace sin complejos de culpa y da resultado. ¿Qué resultado? La critican, la ponen en evidencia, la cubren de improperios hasta posiblemente con razón, la amenazan, la persiguen, la martirizan –en la actualidad más mártires que nunca– y ahí está cual cáscara de nuez flotando en medio de la tormenta sobre las olas. Esos propios vapuleos son la argamasa que la fortalece y le da argumentos, por lo visto, para impartir cátedra moral. Dice el clásico: ladran, Sancho, luego cabalgamos.

       El caso es que siempre está ahí dando testimonio, y, claro, ese testimonio de vida deja en evidencia a los otros estamentos sociales inferiores en moralidad y por ello la atacan. ¿Cuál es su testimonio? El estar siempre con los brazos abiertos para recibir a los desahuciados; el tener las puertas abierta para dejar entrar a cualquiera sin pedirle DNI o pasaporte; el acoger sin mirar raza, afiliación o religión; el ofrecer un plato de comida, pese a las dificultades actuales, seguro que por la fuerza que da el ser continuadora de la multiplicación de los panes y los peces. Cáritas, manos materiales de la moralidad o espiritualidad de la Iglesia. Testamento que intentan, pero no son capaces de conseguir los otros estamentos sociales-políticos-económicos. ¿Por qué? Pues… será por esta propia argumentación anterior.

       El caso es que ahí está la Iglesia metiendo el dedo en la llaga a diario en todos los asuntos necesarios o que tiene que dar su toque de aviso ético o moral, y eso que en su propio seno interno se discute si se queda corta o se pasa. Ni la base ni la jerarquía se pone de acuerdo en qué sí y en qué no se debe meter. Repito, continúa y permanece pese al papa, obispos, sacerdotes y cristianos de a pie. Un misterio. Será por aquello de que no está dormido a popa, sino haciéndose el dormido más bien para mantenernos asiendo, unas veces, o agarrados, otras, al timón, –no es lo mismo agarrar que estar agarrado– pese o precisamente por el miedo a la tormenta. Así que concluyo aseverando que el valor de la Iglesia para mantenerse en la picota le viene dado por su fundador, porque los poderes infernales nada pueden contra él.

 

Valencia, agosto de 2024

Pedro José Martínez Caparrós

No hay comentarios:

Publicar un comentario