miércoles, 30 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Dios conmigo y yo con Él (IV) (Sl 73)

 

Después de que el Salmista confesara que, aunque le agobie el mar de la incredulidad, sabe que Dios extenderá su mano para fortalecer su fe, en un arrebato de amor le dice: ¿No te tengo a ti en el cielo? Entonces: ¿Que me importa la tierra?

Este hombre que tiene su corazón en Dios, nos recuerda a una de las vírgenes sabías anunciadas por Jesús. A pesar de sus tinieblas, tienen a punto el aceite para encender su lámpara ante Jesús que se acerca (Mt 25, 1…).

Volvemos al salmista y ante su percepción de la cercanía de Dios proclama exultante: "Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio" Está declaración es toda una profesión de fe, un canto de victoria sobre el mal.

Como nosotros ha tenido un buen número de cartas para afianzar su vida. Todas parecen atrayentes pero nuestro amigo escogió la que le preparaba para dar el "Salto a la Vida”: Estar en este mundo con Dios y Dios con Él.

 

 P. Antonio Pavía

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lunes, 28 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Dios conmigo y yo con Él (III) (Sl 73)

 


Las adversidades y pruebas que sufrimos en nuestro crecimiento como discípulos de Jesús, favorecen el alcance de la Plenitud de Vida que supone que Dios esté contigo y tú con Él, como leemos en el Salmo 73. En él vemos a un hombre desanimado y dolido ante la indiferencia religiosa que percibe a su alrededor.

Sin embargo, a pesar de ello, se eleva por encima de su aflicción, también casi frustración y sin dejar de amar a su pueblo, lanza un grito de gratitud a Dios no sólo por mantenerle en   su fidelidad, sino porque no puede vivir sin Él. Le oímos: "...Pero a mí que estoy contigo, agarras mi mano derecha, me guías según tus planes hacia tu gloria ).

Es un canto de victoria, una bellísima profecía sobre Jesús extendiendo su mano hacia Pedro levantándole de las aguas caudalosas, que simbolizan la incredulidad, el desánimo...etc. (Mt 14,27-32).

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 26 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Dom. XXI T.O. (Mt 16,13-20) ¿Quién es Jesús para ti?

 


Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién decís que soy yo? Pedro respondió: Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Entonces Jesús declaró:” Bienaventurado eres Pedro, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre".

Estas palabras nos dejan expectantes. Saber desde lo más profundo de nuestro ser que Jesús es el Hijo de Dios va mucho más allá de lo que nuestra mente, "la carne y la sangre” puedan captar. Es necesaria la sabiduría divina, misteriosa de la que nos habla San Pablo (1Co 2,6-8).

Visto esto nos preguntamos anhelantes: ¿Qué hemos de hacer para adquirir está sabiduría divina gracias a la cual el Padre nos revela que Jesús es Dios?

El mismo Jesús nos responde con este pasaje del Evangelio:" Te doy gracias Padre porque has ocultado estas cosas a los sabios y grandes de este mundo y se lo has revelado a los pequeños."  (Mt 11,25...). Dios se manifiesta a los pequeños, a los que se fían de Él, a los que igual que María, ante el Evangelio que les sobrepasa por completo le dicen: !! ¡¡Hágase en mí según tus palabras!

 Como a Ella, la pequeña ante Dios, también a los pequeños, que es sinónimo de discípulos, Jesús les hace ver con los sentidos del alma, como decía San Agustín, que es el Hijo de Dios.

 

P. Antonio Pavía

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miércoles, 23 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Dios conmigo y yo con El. (II) (Sl 91)

 

 

Jesús lleva a su plenitud la experiencia de unión con Dios y viceversa que vivió y nos transmitió el autor del Salmo 91 como vimos el lunes.

 Recordemos algo de lo que Dios testificó sobre él: "...se puso junto a mi...yo me pondré junto a él en la tribulación." Jesús lleva a su plenitud la experiencia de la unión del salmista con Dios. Su testimonio es incomparable: "Yo estoy con el Padre y el Padre está en mi " (Jn 14,11).

 No obstante, nos preguntamos: Jesús está con el Padre y el Padre está con ÉL; maravilloso, pero nosotros ¿Qué relación podemos tener con Dios Padre? Dejemos que Jesús mismo nos responda. Empezamos diciendo que Jesús llamó y sigue llamando a sus discípulos, en primer lugar, " para que estuviéramos con Él " (Mc 3,13-14).

Una vez con Él, eleva hasta su culmen nuestra adhesión amorosa al Padre al decirnos: " El que me recibe a mí, recibe al Padre que me ha enviado:  (Jn 13,20) Y, por si nos parece poco, Jesús sella nuestra bellísima relación con el Padre con esta sublime declaración: "El Padre mismo os quiere porque me queréis a mí " (Jn 16,27).

 

P. Antonio Pavía

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lunes, 21 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Dios conmigo y yo con Él [I] (Sl 91)

 


Muchos son los pasajes de la Escritura en los que vemos a Dios como Padre que protege de forma muy especial a quienes a causa de su fidelidad son despreciados y perseguidos por los hijos del mundo, a quienes Jesús llama:  "hijos del padre de la mentira" (Jn. 8, 44 ).

El Salmo 91 nos presenta la relación entrañable entre Dios Padre y un fiel israelita, imagen profética de Jesús, que se acoge a su protección, se refugia en El, ante el acoso despiadado que sufre a causa de su fe. Este hombre renuncia a defenderse pues prefiere que sea Dios quien se haga cargo de su situación. Oigamos lo que el Salmista dice de él: "Verás la paga de los malvados porque hiciste del Señor tu refugio y tu defensa…" (Sl 91,8-9).

Termina el Salmo con este testimonio de inapreciable valor acerca de este hombre, imagen de Jesús y también de cada uno de sus discípulos:  " Se puso junto a mí, le   protegeré, me llamará y le responderé...me pondré junto a él le libraré y le glorificaré." He ahí el Santo Secreto: Este hombre en sus desdichas se puso junto a Dios, por eso Dios se puso junto a él. He ahí la fe que agrada a Dios.

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 19 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Dom. XX T. Ord. Jesús, Luz del mundo

 


 El gran milagro que Dios hace en un mundo que ama más las tinieblas que la Luz (Jn 3,19) es la Fe enraizada en el corazón. Israel conoció la fe trompeteada con la boca, pero desarraigada del corazón (Mt 15,8).

Sucede siempre, cuando el Evangelio de Jesús no es más que un florero ornamental que no influye gran cosa en nuestra vida. Hoy vemos a Jesús reticente a hacer un milagro que una mujer le pide para su hija. Esta mujer, que no es hija de Israel sino cananea, anuncia sin saberlo, que Jesús es la "Luz de las naciones, como profetizó Isaías. (Is 49,6). Ella ilumina profundamente nuestra relación con Jesús. El amor por su hija hace que olvidándose de sí misma, insista a Jesús para que la libere del demonio Jesús la escuchó e hizo el favor milagro.

Así son, o somos, los discípulos de Jesús. Olvidándonos de nosotros mismos, crecemos en la fe que agrada a Dios. Fe que hace de nosotros pequeñas luces en el mundo que permite a muchas personas, esclavizadas por el mal, levantar los ojos hacia nuestro - y su - Maestro y Señor, Luz de sus corazones (Mt 5,14).

  

P. Antonio Pavía

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miércoles, 16 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Señor tú eres mi Esperanza (II) (Sl 39)

 


Vimos que el Salmista había encontrado la respuesta ante la perspectiva de que su vida se deshiciera en la nada. La respuesta fue Dios; de ahí su grito alborozado: ¡Tú eres mi Esperanza!

Se impone la gran pregunta: ¿Cómo podremos encontrar a Dios, a este Dios tan cercano que quiere y busca intimar contigo?  Tenemos la respuesta en este pasaje del Evangelio: "Jesús entró en casa de Marta. Su hermana María sentada a los pies de Jesús escuchaba su Palabra..."(Lc 10,38...).

Habría mil cosas que hacer en la casa, pero esta mujer, llena de Sabiduría dio prioridad a escuchar a Jesús a sus pies; es decir, no estaba "aprendiendo" la Palabra sino escuchándola con tal pasión, que está se prendía en su corazón, en sus entrañas, para que diese su fruto. Esto es lo que significa "que escuchaba a los pies de Jesús ", es decir, ¡con la intención de obedecerle!

Su hermana Marta protestó porque no la ayudaba. Jesús cariñosamente le dijo “Marta, Marta, te afanas por muchas cosas, tu hermana se afana por escucharme: ¡Ella escogió la mejor parte! Y.… ¿las cosas de la casa? ... podían esperar..., lo primero es lo primero: Dios y tu alma.

 

P. Antonio Pavía

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lunes, 14 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Señor, Tú eres mi Esperanza (Sl 39)

 

 Sondeamos las reflexiones que hace este salmista y que reflejan acertadamente esas que, de una forma u otra, afloran desde nuestras interioridades. Es cierto que pretendemos ahogarlas con esas " mil cosas" por hacer y que quizás no son más que un activismo engañoso. 

Oímos al salmista: " Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años para que comprenda lo caducó que soy. Me concediste un palmo de vida, mis días son nada ante ti…el hombre pasa como una sombra, se afana por un soplo..." (Sl 39,5...).

El mayor drama de un hombre es el de aceptar desde un fatalismo inane, que todo lo que es culmina en la nada y el vacío. El drama se cierne y pretender ignorarlo es inútil. Nuestro salmista nos anuncia gozoso que no tenemos por qué ser rehenes de ese fatalismo que tan acertadamente ha descrito. Le vemos sobreponerse a él y gritando gozoso a Dios a quien ha buscado y encontrado: "Tú eres mi esperanza..."(Sl 39,9).

 

                                         Seguimos el miércoles…

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 12 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Domingo XIX T.O. (Mt 14,22-33)

 


Jesús y nuestras tempestades.


Hoy vemos a los Apóstoles a merced de la furia de una tormenta. Todo parece perdido, cuando de pronto, desde el seno del caos, se eleva la Voz: ¡Ánimo no temáis: ¡Soy Yo! La primera reacción de los Apóstoles es de perplejidad, incluso de miedo ancestral. En esta situación tan confusa, emerge la Fe en la figura de Pedro que grita: ¡Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas! La Voz le dice: ¡Ven! El resto ya lo sabemos.

 Mientras Pedro fijaba los ojos en Jesús, caminaba firme sobre las aguas, en cuanto desvío su mirada hacia el viento arrasador, empezó a hundirse, pero gritó a Jesús, que le libró de la muerte al tiempo que calmaba la tormenta. Fijémonos bien: la fe de Pedro no sólo le salvó a él de la tempestad, sino también a los demás Apóstoles.

 Así es como los discípulos de Jesús, somos Luz del mundo.

 

P. Antonio Pavía

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miércoles, 9 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Buscando a Dios {II} (Jn 8,12)

 

Oímos a Jesús: " Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no camina en tinieblas" (Jn 8,12).

Podemos decir que esta es la respuesta del Hijo de Dios a quienes entre mil dudas e incluso decepciones ante escándalos, persisten en buscarle. La proclamación de Jesús: " Yo soy la Luz del mundo " es la plenitud de la intuición que tuvo este salmista que le llevó a proclamar que " Dios resplandece en Jerusalén " (Sl 50,2) alusión clarísima a su Templo Santo.

Resplandor que anuncia inequívocamente su Presencia radiante en la Encarnación de su Hijo, Palabra que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1,9) La profecía del Salmista tendría que sobrecogernos pues al proclamar, movido por el Espíritu Santo, el resplandor del Templo de Jerusalén, estaba profetizando el resplandor de Dios en aquellos discípulos de Jesús, que por guardar su Palabra en sus entrañas, se convierten en sus Templos Vivos que iluminan el mundo. (Jn 14,23). 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 7 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Buscando a Dios (I) (Jn 8,12)

 

Jesús envía a sus discípulos al mundo para ser luz (Mt 5,14) No cualquier luz, sino la " Luz verdadera que ilumina a todo hombre..." (Jn 1,9).

 Tengamos en cuenta que encontraremos personas, y no pocas, que como dice Jesús, que amaran más las tinieblas que la Luz porque sus obras son perversas (Jn 3,19). A pesar de ello los discípulos de Jesús hacemos este servicio esencial al mundo, con la Luz recibida de Él.

 Gracias a Jesús, conocemos el Amor que no desilusiona, más aún, está como impulsado hacia lo alto, hacia su Fuente: el Corazón entrañable de Dios. Ante El, deponemos las mentiras que hicieron de nosotros una especie de zombis tambaleantes y nos rendimos. Si, nos rendimos agradecidos, porque en el Corazón de Dios hemos encontrado nuestra verdadera casa, nuestro hogar caldeado que eleva nuestra alma desangelada.

 Por eso, por tanto, Amor recibido en el Hogar de Dios, somos Luz para los demás. Pablo así nos lo dice: "... para que seáis irreprochables e inocentes, hijos de Dios en medio de una generación perversa ante la que brilláis como antorchas..." Iluminamos con amor, sin juzgar a nadie.”

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 5 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra Dom. XVIII T. Ord. Transfiguración del Señor

 


Jesús sube con Pedro, Juan y Santiago al monte Tabor y se trasfigura ante ellos.  El Señor resplandece con la Luz de Dios. Damos paso al Padre que proclama desde el Cielo:  "Este es mi Hijo amado...Escuchadle".

 Esto es muchísimo más importante de lo que podamos imaginar: Dios Padre está anunciando nuestra propia Transfiguración. ¡Analizamos este! ¡Escuchadle! a la luz de lo que leemos en el Prólogo del Evangelio de San Juan: "La Palabra es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre..." (Jn 1,9).

 Atentos: ¡Luz Verdadera!   Es decir que brilla y resplandece en el interior de quienes escuchan con un Amor Único a Jesús iniciando así en ellos un proceso transfigurador que culmina cuando el alma separándose del cuerpo se eleva victoriosa hacia el Corazón de Dios Padre.

 Esto no es una teoría ni nada parecido. Nos lo dice el mismo Jesús: “…Los justos brillarán como el sol en el Reino de - su - Padre”.

  

P. Antonio Pavía

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miércoles, 2 de agosto de 2023

Partiendo la Palabra "En tu Luz vemos la luz " (II) (Sl 36,10)

 


Vimos el lunes que podemos considerar a los Salmos como la Luz por la que Dios se da a conocer a sus buscadores. Recordemos al autor del Salmo 42. Este israelita tiene tanto deseo de "estar con Dios" que se compara con una cierva sedienta que corre en busca de un manantial de agua, porque se muere de sed. (Sl 42).

 Su   gemido, estremecedor, nos parte el alma: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo, ¿Cuándo podré ver su rostro...? Prestemos mucha atención; este hombre está buscando "al Dios Vivo" Está desengañado de tantos dioses inanimados en los que puso su confianza y hasta su vida: Dinero, fama, reconocimiento social...etc. ... dioses que cuando la vida le azota con vientos contrarios, no pueden hacer nada por él. De ahí el deseo que emerge anhelante de sed en lo más profundo de su alma: ¿Cuándo podré ver el Rostro de Dios?

 Bienaventurados los buscadores de Dios, porque un día sus ojos interiores, los de su corazón podrán verle (Ef 1,17-18).

 

 

P. Antonio Pavía

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