Vimos el lunes que podemos considerar a los Salmos
como la Luz por la que Dios se da a conocer a sus buscadores. Recordemos al
autor del Salmo 42. Este israelita tiene tanto deseo de "estar con Dios"
que se compara con una cierva sedienta que corre en busca de un manantial de
agua, porque se muere de sed. (Sl 42).
Su gemido, estremecedor,
nos parte el alma: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo, ¿Cuándo podré ver
su rostro...? Prestemos mucha atención; este hombre está buscando "al Dios
Vivo" Está desengañado de tantos dioses inanimados en los que puso su
confianza y hasta su vida: Dinero, fama, reconocimiento social...etc. ... dioses
que cuando la vida le azota con vientos contrarios, no pueden hacer nada por
él. De ahí el deseo que emerge anhelante de sed en lo más profundo de su alma:
¿Cuándo podré ver el Rostro de Dios?
Bienaventurados los buscadores de Dios, porque un día
sus ojos interiores, los de su corazón podrán verle (Ef 1,17-18).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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