Oímos al salmista: " Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años para que comprenda lo caducó que soy. Me concediste un palmo de vida, mis días son nada ante ti…el hombre pasa como una sombra, se afana por un soplo..." (Sl 39,5...).
El mayor drama de un hombre es el de aceptar desde un fatalismo inane, que todo lo que es culmina en la nada y el vacío. El drama se cierne y pretender ignorarlo es inútil. Nuestro salmista nos anuncia gozoso que no tenemos por qué ser rehenes de ese fatalismo que tan acertadamente ha descrito. Le vemos sobreponerse a él y gritando gozoso a Dios a quien ha buscado y encontrado: "Tú eres mi esperanza..."(Sl 39,9).
Seguimos el miércoles…
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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