Fijamos nuestros ojos en Jesús Crucificado y vemos que fue en el Calvario donde nos atrajo a todos. Si, fue allí donde Israel y Roma, representantes de los pueblos de la tierra le reconocieron como él Hijo de Dios. El centurión romano que dirigió la ejecución de Jesús proclamó: "Verdaderamente este era Hijo de Dios" (Mc 15,39). También Dimas uno de los ladrones, que representa lo más ínfimo del ser humano al buscar situarse en la vida a costa de hacer el mal a los demás dio testimonio de Jesús. A pesar de su bajeza moral tuvo conciencia de la inocencia de Jesús, y con ella la Sabiduría para proclamar que era Rey de los Cielos. También tuvo la "Santa Audacia" para suplicarle: ¡Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino! (Lc 23,42).
Por último, los escribas y fariseos
que espolearon a la multitud para burlarse con una maldad inhumana de Jesús Crucificado,
(Lc 23,35-48) al ser testigos del perdón de Jesús (Lc 23,34)"Se volvieron
del Calvario golpeándose el pecho".
Con su actitud prepararon sus corazones a la acogida de la primera
predicación de la Iglesia, que les llegó tan al corazón...que dijeron a Pedro...
¿Qué tenemos que hacer? (Hch 2,37...).
!... ¡Atraeré a todos hacia mí, dijo Jesús! Vimos que los atrajo. Nos sigue
atrayendo. Y… ¿Nos dejaremos atraer por Él? O …" vamos a nuestro aire …"
P. Antonio Pavía
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