sábado, 31 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra Ascensión de Jesús. (Lc 24,46-53) "Quiero estar contigo Señor"

 



Del Evangelio de hoy veo un dato que me llama poderosamente la atención. Los Apóstoles que deberían tener tristeza ante la separación de Jesús al subir al Padre, sienten una alegría nueva, desconocida: "Se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén llenos de alegría". Es que   veían como Jesús les bendecía mientras ascendía al Padre. Es la Bendición de su Presencia permanente en sus corazones. Veamos: Ben-dicción...o sea Bien-decir; sobre ellos mientras subía al Padre suponía   dejar sus Palabras de Vida Eterna en ellos. Sus almas serían permanentemente regadas -como un huerto- por él Agua Viva del Evangelio para poder dar como les dijo Jesús: “Frutos de Vida Eterna" (Jn 4,35-36).

 Jesús nos ha dejado la Bendición por antonomasia: Su Santo Evangelio. Jesucristo no engaña a nadie. Ojalá amemos su Bendición, o sea su Evangelio por encima de todo. Sólo así podremos un día, llegar a, “amar a Dios, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas." (Dt 6,4-6).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 28 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra En ti me refugio, Dios mío. (II)

 




Nos hacemos eco de esta exhortación del profeta Isaías que nos invita a sopesar entre los bienes que sacian, que son los de Dios y los que podríamos decir que, sin ser necesariamente nocivos, podemos catalogarlos como un kit de supervivencia.

Escuchemos a Dios que nos habla por medio de Isaías: "¿Por qué gastar vuestro dinero en lo que no alimenta, vuestro jornal en lo que no sacia? …Aplicad el oído y venid a mí, escuchad y vivirá vuestra alma."(Is 55,2-3). Esto que nos dice Dios, es siempre actual y vigente. Todo aquel que acoge la Sabiduría de Dios que emerge de sus Palabras de Vida, abrirá su corazón a la Verdad y sus pasos se enderezarán ante Aquel que dijo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida "(Jn 14,69) Él que se ata “a su camino" “a su verdad " y “a su vida”, encasilla su alma, creada para la Plenitud, en una especie de círculo mil veces repetido, aunque cambien los decorados.

 No, no es bueno vivir con el alma encorsetada. No es bueno refugiarnos en nosotros mismos y más teniendo en cuenta de que Dios se nos ofrece como refugio del alma.

 

P. Antonio Pavía 

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martes, 27 de mayo de 2025

Hogar de acogida en nuestras intemperies

 


La historia de la humanidad es el relato de un largo éxodo, una inacabada peregrinación hacia una tierra nueva en donde la bondad y la belleza que perdimos en aquel primer edén, puedan ser otra vez acogidos para siempre sin traición ni sobresalto. Según el viejo y ancestral relato de la creación en el libro del Génesis, el hombre y la mujer fueron expulsados, o mejor, autoexpulsados de un jardín en el que la armonía, la paz y la concordia presidían todas las miradas, latían en todos los pálpitos, y fundamentaban las relaciones con el mismo Dios Creador, con quien paseaban a la hora de la brisa cada atardecer. Pero también entre Adán y Eva existía esa relación amable y amorosa de saberse iguales en su diferencia, complementarios en sus anhelos y necesidades. E, incluso, la misma vida se hacía cómplice de esta serena convivencia entre todos los seres cuya presidencia el Señor había querido asignar precisamente al hombre y a la mujer. El punto de quiebra, verdadera inflexión en esa historia, lo introduce lo que llamamos “pecado original”, por ser el primero y el originante de todos los demás que han venido después como torpe comentario de la trasgresión de la inocencia del principio.

Dios ya no será el amigo con el que compartir paseo vespertino y participación en su obra poniendo nombre a cada cosa, como Él confió a Adán. Será más bien el rival y enemigo de quien hay que huir y esconderse, tapándose las vergüenzas con una hoja de parra. El otro, se llame Adán o se llame Eva, tampoco será ya la “ayuda adecuada” que nos corresponde complementando lo que cada uno no puede o no sabe o le viene a faltar. Más bien el otro será el objetivo de un señalamiento para poder imputar a los demás acusándolos como culpables de los males que nos puedan acechar. Y la vida misma se tornará hostil, de modo que habrá que trabajarla con el sudor de la frente, o habrá que parirla con los dolores del parto. Así, en síntesis, se describe esa deriva que nos dejó a la humanidad al pairo de los sobresaltos, contradicciones, miedos y violencias diversas en una convivencia tocada y hundida de modo fatal.

Sin embargo, esta historia ha tenido otro punto de inflexión que no se ha seguido de la insidia de quien engaña con sus mañas consabidas como diablo de marras. El Creador quiso recrear su obra y restañar las heridas de sus hijos proponiéndoles con calma y sin prisa un camino de vuelta a la inocencia original. Así nos fue hablando por sus enviados como padres y profetas que nos alertaban en cualquier circunstancia, nos animaban con anuncios bondadosos o nos reprendían con sus denuncias sanadoras. Pero a un cierto punto, ese acompañamiento a través de tantos desiertos y avatares varios, se hizo especialmente intenso, definitivo y cierto, mandándonos a su propio Hijo el bienamado, que sin dejar su condición divina se hizo hombre como nosotros naciendo virginalmente de una doncella nazarena llamada María.

Cuanto Jesús nos dijo con sus palabras y nos mostró con sus gestos, quedó en las manos de su comunidad, en la memoria viva que es la Iglesia. Dos mil años de camino atravesando todos los espacios de un sinfín de geografías, y abrazando todos los escenarios de cada historia en nuestros sucesos escrita. La Iglesia es el hogar del encuentro con el Dios samaritano que venda y cura mis heridas, es el ventanal al que asomarse cuando hay horizontes que nos secuestran la libertad detrás de sus mentiras, es la casa encendida en la que siempre luce una luz que no se apaga en nuestras oscuridades y arden las brasas para compartir la mesa de la esperanza. No hay afueras humanas que no hallen en la Iglesia la puerta de entrada, ni tampoco desviación o fuga que no encuentren en ese hogar el punto de regreso para volver a la casa nutricia donde nos esperan cada día. Un auténtico refugio que nos ofrece la acogida en nuestras intemperies y la esperanza que no defrauda como un alba pascual que amanece para mi dicha.

Es bueno recordar estas idas y venidas, estos aledaños y periferias, para redescubrir el hogar que representa la comunidad cristiana en el día de la Iglesia diocesana.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

 

 

lunes, 26 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra "Mi alma se refugia en ti Señor" (I).

 




Un problema que nos aflige a los Discípulos de Jesús es no saber esperar "los tiempos de Dios” ante ciertas pruebas. Problema que alcanza su virulencia al no saber   valorar las veces que Dios ha actuado en nuestro favor en situaciones adversas. Actuaciones que hicieron crecer nuestra alma ante tanta cercanía amorosa de Dios junto a nosotros.  

Hablamos de nuestra debilidad, bien conocida por el demonio. Ante nuevas pruebas, sentimos desconfianza e incluso fatigas; y los recuerdos de lo que Dios hizo anteriormente por nosotros, casi se nos borran.

 Mirémonos en Israel. pueblo que vio con sus propios ojos las maravillas que Dios hizo en medio de ellos:  al salir de Egipto, su protección en el desierto...etc.  Sin embargo, desconfiaban de Él una y otra vez,  Dios no desechó a los israelitas; les envío sin cesar hombres y mujeres Santos que mantuvieron con su fidelidad la Presencia de Dios entre ellos. Si...A lo largo de la Historia Dios cumplió sus promesas con Israel y actualmente con su Iglesia porque nunca faltaron ni faltarán en ella "Sus Verdaderos Buscadores":  Hombres y mujeres como nosotros que guardando él Evangelio de Jesús en sus entrañas como su Tesoro...el Tesoro de todos los tesoros, son la Luz del mundo y la Sal de la tierra. (Mt 5,13-16 ).

Nuestro mundo conoce una evolución que nuestros mayores jamás pudieron imaginar. Sin embargo, no ha encontrado ni encontrará una respuesta a las angustias y fatigas del alma. Es que la única respuesta es Dios...y en nuestros tiempos, una vez más los Buscadores de Dios por esa Luz especial que Él "dibuja" en nosotros mostramos sin alardes ni condenas de ningún tipo, el Evangelio, Palabras de Vida Eterna (Jn 6,68) que nos liberan de toda opresión.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 24 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra VI Dom. Pascua (Jn 14,23-29): Somos Sagrarios de Jesús

 



Jesús empieza hoy diciéndonos: "El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él".

 Los primeros cristianos que alimentaban su fe, gracias a la predicación de la Palabra por parte de los Apóstoles y sus sucesores, llamaban a Jesús: La Palabra del Padre. A la luz de la vivencia de estas comunidades, de tantos Santos, muchos de ellos Mártires, entendemos mejor el título que encabeza este texto: Somos Sagrarios de Jesús.

Si, Sagrarios Vivientes en él mundo. Es un título que nada tiene que ver con sensacionalismos ni devocionismos...¡¡Es muchísimo más que eso!!... ¡¡Es nuestro sello de identidad como discípulos de Jesús!! Acoger en nuestras entrañas él Evangelio de Jesús, nos define como verdaderos hijos de María la que al decir: "Hágase en mi tu Palabra" dio paso a la Encarnación del Hijo de Dios. Cuando tú dices al Señor: Hágase en mi tu Evangelio, y por medio de sus Palabras él Discipulado, ya empiezas a ser su "Sagrario en el mundo" porque ya puedes decir, como San Pablo, estremecido de gozo: "no soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mí"(Gal 2,20). Por eso eres su Sagrario-Luz entre los hombres.

 

P Antonio Pavía 

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miércoles, 21 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra (Jn 12,20-32) Si el grano de trigo no muere (XIV)

 




Fijamos nuestros ojos en Jesús Crucificado y vemos que fue en el Calvario donde nos atrajo a todos. Si, fue allí donde Israel y Roma, representantes de los pueblos de la tierra le reconocieron como él Hijo de Dios. El centurión romano que dirigió la ejecución de Jesús proclamó: "Verdaderamente este era Hijo de Dios" (Mc 15,39). También Dimas uno de los ladrones, que representa lo más ínfimo del ser humano al buscar situarse en la vida a costa de hacer el mal a los demás dio testimonio de Jesús. A pesar de su bajeza moral tuvo conciencia de la inocencia de Jesús, y con ella la Sabiduría para proclamar que era Rey de los Cielos. También tuvo la "Santa Audacia" para suplicarle: ¡Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino! (Lc 23,42).

 Por último, los escribas y fariseos que espolearon a la multitud para burlarse con una maldad inhumana de Jesús Crucificado, (Lc 23,35-48) al ser testigos del perdón de Jesús (Lc 23,34)"Se volvieron del Calvario golpeándose el pecho".

Con su actitud prepararon sus corazones a la acogida de la primera predicación de la Iglesia, que les llegó tan al corazón...que dijeron a Pedro... ¿Qué tenemos que hacer? (Hch 2,37...). 

!... ¡Atraeré a todos hacia mí, dijo Jesús! Vimos que los atrajo. Nos sigue atrayendo. Y… ¿Nos dejaremos atraer por Él? O …" vamos a nuestro aire …"

P. Antonio Pavía 

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lunes, 19 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra XIII Si el grano de trigo no muere... (Jn 12,20-32) (XIII)

 



Hemos visto las reticencias de todo hombre ante la Verdad, o lo que es lo mismo ante Jesús: Camino, Verdad y Vida. No hacen falta grandes exámenes de conciencia para saber qué al igual que Israel, tenemos una fuerte querencia hacia la infidelidad con Dios, como dijo él profeta Oseas. (Os 11,7). Entonces... ¿Qué puede hacer Dios cuando tanto sacrificio y holocausto no pueden curar nuestra doblez de corazón? Escuchamos esta "conversación" entre Dios Padre y su Hijo, abordando este problema: " Rechazaste sacrificio y oblación, pero me abriste el oído” y entonces te dije: ¡Padre mío envíame...yo haré tú voluntad! (Sl 40,7-9 ...Y la voluntad de Dios es salvar al hombre. (Jn 3,16-17).

 Así fue: Jesús dio los pasos para nuestra salvación: nació, cargó con nuestras querencias venenosas, y las sometió, al dejarse crucificar con ellas (Jn 10,17-18).

Sus discípulos atamos a nuestro corazón la Infinita Grandeza de su entrega así testificada: "Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32). 

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 17 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra El Resplandor del Alma Dm. (V) Pascua (Jn 13,31-33a- 34-35)

 




 

Jesús nos habla hoy de su Glorificación, y que es su Padre quien le glorifica. Es un texto muy esperanzador; sin embargo, nos extraña que de pronto, aparezca la figura de Judas, dispuesto a consumar su traición a Jesús. Esto certifica que, como dice Isaías, nuestros caminos no son los caminos de Dios y nuestros pensamientos tampoco. (Is 55,8).

 En su misión de abrirnos una puerta de acceso al Padre, Jesús destruye el poder del pecado en el Calvario.  Le vemos Crucificado, sumido en su agonía. El demonio ya canta su victoria. Cuando está a punto de festejar su triunfo, Jesús anuncia su victoria sobre el mal al decir al Padre: ¡En tus manos encomiendo mi Espíritu (Lc 23,46)!

 El Humillado y Despreciado por excelencia fue glorificado por su Padre, resucitándole. Respecto a nosotros, Jesús nos dice: "El que se humille será ensalzado" (Mt 23,12). La Escritura utiliza el mismo verbo para referirse a glorificar o ensalzar a alguien. Ojalá seamos sabios y dejemos actuar a Dios para alcanzar... "el Resplandor de nuestra Alma".

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 14 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra XII Si el grano de trigo no muere (Jn12,20 32)(XII)

 



Vimos que la fe, se apoya en las obras que Dios hace en ti En realidad tendríamos que decir que se fundamenta en las obras que dejamos que Dios haga en nosotros. Dirigimos nuestra mirada hacia María de Nazaret a la que Jesús nombró Madre de sus discípulos. (Jn 19,26-27).

 Recordemos que, en el anuncio del Ángel Gabriel, este invitó a María a poner sus planes y razonamientos en las manos de Dios, que la había escogido para encarnar a su Hijo en el mundo. El programa de vida que José y María habían trazado con tanto esmero y rectitud, quedó de lado, y ella dijo al ángel:  renuncio a mis planes para que Dios pueda hacer su Palabra en mí.

Sabemos que Israel fue escogido, protegido y conducido por Dios al ritmo de sus obras maravillosas. Aun así, Israel se resistió a fiarse completamente en Dios; María y también José, sí. Vemos a María alabando, también en nombre de José, y proclamando en el Magníficat las maravillas hechas por Dios que como he dicho son el núcleo de la fe seria, adulta. (Lc 1,46-55)

 Esta es también la fe de los hijos de María; no vayamos tras cantos de sirena...

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 12 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra Si el grano te trigo no muere (Jn 12,20-32)(XI)

 

 



 Recordemos la Voz del Padre: "Le he glorificado y le glorificare" ...y la puntualización de Jesús:

"Está Voz no ha venido por mí, sino por vosotros".

Jesús está iluminando a sus discípulos, de todos los tiempos, acerca de la cerrazón de Israel ante la Voz de Dios que no deja de insistir en que aparque su terquedad y acoja su Voluntad. Oigamos por ejemplo la exhortación que le hace por medio del salmista: "Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis el corazón...como hicieron vuestros padres en el desierto... (Sl 95,8-9).

 Dios hizo maravillas en su pueblo, sacándoles de Egipto, en el desierto, en la conquista de la Tierra Prometida.... etc. El hecho es que con frecuencia también nosotros vamos tras nuestras palabras, en detrimento de las de Dios. El hecho es que dejamos de lado el cuidado de Dios a cambio de los caprichos del corazón. Fijémonos que Jesús hacía milagros: curaba leprosos, ciegos, sordos...etc.

Eran milagros que profetas como por ejemplo Isaías, señalaban la autenticidad del Mesías. Aun así, no creyeron en Jesús. La cuestión es que para creer verdaderamente en Jesús hemos de caminar juntos con Él, como discípulos suyos. Es entonces cuando El hace en ti su Obra Maestra: El Discipulado. Obra que hace con sus propias manos.

Me explico: nosotros somos barro. Jesús con un cariño entrañable toma el barro en sus manos, que son su Evangelio, y poco a poco; Catequesis tras Catequesis va perfilando en nosotros a sus Discípulos Amados". Y atención; nos va moldeando por medio del Evangelio como dice San Pablo (Rm 10,14-17)

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 10 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra Dm. IV de Pascua. Mis ovejas escuchan mi Voz (Jn10, 27-30)

 



Hoy hablamos de Jesús nuestro Buen Pastor.

 Siempre necesitamos de nuestro Buen Pastor, pero quizás, más aún ahora porque estamos, como quien dice, expuestos al mayor de los saqueos. Sí porque los "sabios de este mundo" (Mt 11, 25...) están empeñados en despojar nuestra alma de su Trascendencia. Vivimos, como decía Benedicto XVI en una pseudocultura marcada por el relativismo, lo que nos deja vendidos ante la fantasía. Sin embargo, algo está cambiando; se percibe una rebelión lenta pero imparable contra los dictados nihilistas.

 Asistimos a una oleada creciente de nuevos Buscadores de Dios, que están de vuelta ante tanto sucedáneo. Son buscadores de la verdad, y Jesús habla de ellos en este Evangelio, en estos términos: "Mis ovejas escuchan mi Voz son sabios porque cambian palabras que se las lleva el viento, por Palabras de Vida Eterna" (Jn 6, 68). En la misma línea dice Jesús que sus ovejas reconocen su Voz y por eso huyen de la voz de pastores extraños impotentes para rehacer el corazón cansado de tanto querer cambiar y no poder (Jn 10, 1-5).

Respecto a los Buscadores de Jesús que llegan a ser sus ovejas, El "las-nos" dice: "Yo soy vuestro Pastor; nada os faltará" (Sl 23). 

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 7 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra Si el grano de trigo no muere (Jn 12,20-32) (X)

 



Al gritar Jesús al Padre: ¡Glorifica tu Nombre, le estaba diciendo! Por el Honor de tu Nombre, no permitas que el sepulcro sea mi morada eterna. Respuesta del Padre: "Lo he glorificado - mi Nombre - y lo volveré a glorificar. Dios glorificó su nombre al crear el universo y escoger a Israel con la misión de..." dar al mundo la Luz incorruptible de la Ley, la Palabra (Sb 18,4). Muchas fueron las idolatrías, rebeldías, doble vida...etc. con las que Israel ofendió y se burló de Dios; las suficientes como para romper las promesas que le había hecho, pero no las rompió.

Nosotros podemos olvidarnos de tantas promesas, cambios de vida, pecados, que hemos hecho...Dios no. Prometió que de su pueblo brotaría la " Luz del mundo " y lo hizo en la Encarnación de su Hijo. (Jn 8,12) Dios es quien, como nos dijo Ezequiel, dice y hace (Ez 37,12-14). De ahí el grito de Jesús al Padre:

¡Glorifica tu Nombre! ¡El   Padre le respondió! ¡Lo volveré a Glorificar! Si, te resucitaré, ¡¡saldrás vencedor de la muerte!! Un día me dijiste: ¡Aquí estoy! (Sl 40,8-9) ...y yo te digo hoy: Estoy contigo, junto a ti en tus humillaciones, injurias, desprecios...en tu pasión y muerte, y te resucitaré. 

 Más aún: Tú serás el Creador del Discipulado en millones de hombres y mujeres a lo largo de la Historia. Hombres y mujeres que, como tú, cargarán - con tu Fuerza y tu Amor con el odio, el mal del mundo (Jn 17,14) y a cambio seréis para vuestros enemigos mi Luz (Mt 5,14) para que tengan la oportunidad de volverse a mí. Yo os glorificaré: venceréis vuestra muerte como yo la vencí.

 

P Antonio Pavía 

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lunes, 5 de mayo de 2025

Partiendo la Palabra Si el grano de trigo no muere (Jn 12,20-32) (IX)

 



 Dijo Jesús: "He venido a esta hora para esto..." Si, bien sabe Jesús, que le espera una muerte ignominiosa, a cambio de darnos su Vida, y por eso añade: ¡Padre, glorifica tu Nombre! ¡Está apelando al Honor del Nombre de su Padre! El Honor que recorre todas las Escrituras.

Por el Honor del Nombre de Dios, Él nos protege en nuestro caminar en la fe, incluso cuando vamos por valles de tinieblas como escribe el Salmista inspirado por Dios. (Sl 23).

Recordemos que las tinieblas acamparon en el Calvario  (Lc ,23,44) Digamos que el Mal, con sus demonios al frente, se dieron cita en el Calvario; y que Jesús sobreponiéndose a ellos..." Inclinando la cabeza entregó su espíritu" (Jn 19,30) Si, entregó su espíritu al Padre a quien estaba unido porque una sola era la voluntad del Padre y la suya.

A su alrededor estaba toda Jerusalén, con sus doctores de la Ley al frente, injuriándole por decir que era el Hijo de Dios. Lo visible que refleja el Calvario es más que monstruoso, pero Jesús se nos muestra como la plenitud de Moisés, que cumplió la misión que Yahvé le confió..." Como si viera al Invisible - en el caso de Jesús, a su Padre- (Hb 11,27).

 Los discípulos de Jesús mueren - morimos - con el Sello Glorioso del Discipulado, grabado en el alma. Sello que nos permite conocer cada vez más al Invisible. Acreedores de nuestra victoria sobre el mundo y su "padre de la mentira" morimos con sus s mismas palabras: "Padre, en tus manos, encomiendo mi espíritu" (Lc 23,46).

Una cosa importantísima antes de terminar: El Dios Invisible, se hace visible al alma porque su Espíritu discurre como Manantial de Vida en el interior de las "palabras visibles de las Escrituras" Orad "muy pausadamente" con los Salmos y nuestro Buen Pastor, os enseñará a descubrirlo.

 

P. Antonio Pavía 

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Partiendo la Palabra "Si el grano de trigo no muere..."(Jn 12, 20 -32) (VIII)

 


Vimos a Jesús en un combate entre su fidelidad a la misión de salvar al hombre y la carne que como bien sabemos rechaza instintivamente todo sufrimiento. En este combate, a un cierto punto, gritó al Padre: ¡No Padre, no me libres de esta situación agónica, me has enviado   al mundo para vencerlo de sus mentiras, que asfixian a los hombres!

Volvemos a lo que Jesús dijo y hemos visto al principio de este ciclo de Catequesis: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da fruto...".

Jesús es el grano de trigo que muere...No actúa como un autómata; bien sabe que ha sido enviado al mundo para que el hombre viva a causa de Él y para ello tiene que dejarse llevar a una muerte ignominiosa. Es la suya la fidelidad que a todos nos salva; fidelidad profetizada por David: ...La fidelidad brota de la tierra, la justicia mira desde el cielo. (Sl 84,12).

Jesús es el grano de trigo enterrado en tierra(el sepulcro) y el Padre, le hace justicia desde el Cielo resucitándole. Lo mismo sucede con sus discípulos. Somos llamados a ser granos de trigo; granos que llevamos en nuestro interior el Germen de la Fidelidad que atrae la mirada resucitadora de Dios, nuestro Padre.

 

P. Antonio Pavía 

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