Jesús nos habla hoy de su Glorificación, y que es su Padre quien le
glorifica. Es un texto muy esperanzador; sin embargo, nos extraña que de
pronto, aparezca la figura de Judas, dispuesto a consumar su traición a Jesús.
Esto certifica que, como dice Isaías, nuestros caminos no son los caminos de
Dios y nuestros pensamientos tampoco. (Is 55,8).
En su misión de abrirnos una puerta
de acceso al Padre, Jesús destruye el poder del pecado en el Calvario. Le
vemos Crucificado, sumido en su agonía. El demonio ya canta su victoria. Cuando
está a punto de festejar su triunfo, Jesús anuncia su victoria sobre el mal al
decir al Padre: ¡En tus manos encomiendo mi Espíritu (Lc 23,46)!
El Humillado y Despreciado por
excelencia fue glorificado por su Padre, resucitándole. Respecto a nosotros,
Jesús nos dice: "El que se humille será ensalzado" (Mt 23,12). La
Escritura utiliza el mismo verbo para referirse a glorificar o ensalzar a
alguien. Ojalá seamos sabios y dejemos actuar a Dios para alcanzar... "el
Resplandor de nuestra Alma".
P. Antonio Pavía
Comunidadmariamadreapostoles.com
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