Hemos visto las reticencias de todo hombre ante la Verdad, o lo que es lo mismo ante Jesús: Camino, Verdad y Vida. No hacen falta grandes exámenes de conciencia para saber qué al igual que Israel, tenemos una fuerte querencia hacia la infidelidad con Dios, como dijo él profeta Oseas. (Os 11,7). Entonces... ¿Qué puede hacer Dios cuando tanto sacrificio y holocausto no pueden curar nuestra doblez de corazón? Escuchamos esta "conversación" entre Dios Padre y su Hijo, abordando este problema: " Rechazaste sacrificio y oblación, pero me abriste el oído” y entonces te dije: ¡Padre mío envíame...yo haré tú voluntad! (Sl 40,7-9 ...Y la voluntad de Dios es salvar al hombre. (Jn 3,16-17).
Así fue: Jesús dio los pasos para
nuestra salvación: nació, cargó con nuestras querencias venenosas, y las
sometió, al dejarse crucificar con ellas (Jn 10,17-18).
Sus discípulos atamos a nuestro corazón la Infinita Grandeza de su entrega
así testificada: "Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia
mí" (Jn 12,32).
P. Antonio Pavía
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