Vimos a Jesús en un combate entre su fidelidad a la misión de salvar al hombre y la carne que como bien sabemos rechaza instintivamente todo sufrimiento. En este combate, a un cierto punto, gritó al Padre: ¡No Padre, no me libres de esta situación agónica, me has enviado al mundo para vencerlo de sus mentiras, que asfixian a los hombres!
Volvemos a lo que Jesús dijo y hemos visto al principio de este ciclo de
Catequesis: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da
fruto...".
Jesús es el grano de trigo que muere...No actúa como un autómata; bien sabe
que ha sido enviado al mundo para que el hombre viva a causa de Él y para ello
tiene que dejarse llevar a una muerte ignominiosa. Es la suya la fidelidad que
a todos nos salva; fidelidad profetizada por David: ...La fidelidad brota de la
tierra, la justicia mira desde el cielo. (Sl 84,12).
Jesús es el grano de trigo enterrado en tierra(el sepulcro) y el Padre, le hace justicia desde el Cielo resucitándole. Lo mismo sucede con sus discípulos. Somos llamados a ser granos de trigo; granos que llevamos en nuestro interior el Germen de la Fidelidad que atrae la mirada resucitadora de Dios, nuestro Padre.
P. Antonio Pavía
comunidadmadreapostoles.com
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