Dice Jesús a Nicodemo: "Si al deciros cosas de la tierra no creéis ¿Cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?” (Jn 3,12).
Dice Jesús a Nicodemo: "Si al deciros cosas de la tierra no creéis ¿Cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?” (Jn 3,12).
Despiertan a Jesús y se encuentra ante la tempestad del viento y el lago y ante la tempestad de la falta de fe de los suyos. Lógicamente tendría que actuar por orden de prioridad y por eso lo primero que hizo fue calmar a los elementos, que inmediatamente obedecieron. Ya en calma el temporal es cuando censura a los acompañantes de cobardes y faltos de fe.
¿Es Jesús un estorbo en tu vida?
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
Sin perder de vista la labor de los científicos en buscar la vacuna que hace posible vencer al virus en sus diversas mutaciones, no se ha de olvidar la importancia en la vida personal y social de lo que es la parte esencial de la experiencia espiritual. Siempre ha ocurrido en la vida social que han surgido momentos de incertidumbre y que se han hecho presentes ante las varias y multiformes enfermedades. El ser humano además de ser frágil es, como se dice ahora, vulnerable. Y ante estas situaciones adversas no puede quedarse parado y menos angustiado. No hay soluciones mágicas, pero sí existe una razón fundamental es la de que tenemos además de un cuerpo, al que debemos cuidar ante todo y sobre todo, un alma/espiritual que necesita sus cuidados. El sosiego y fortaleza que da la experiencia de oración ayuda mucho para no caer en la depresión o en la angustia o en la desesperación o en el sentir que la “vida no tiene sentido”. Los santos nos enseñan con mucha fuerza cómo han superado los momentos difíciles.
Los seguidores del mejor Maestro que es Jesucristo
se fían no de sus fuerzas sino del único consolador: “No os preocupéis por
nada; al contrario: en toda oración y súplica, presentad a Dios vuestras peticiones
en acción de gracias” (Flp 4, 6). Y los ruegos que hacemos a Dios generalmente,
lo solemos hacer, cuando aparecen en nuestras vidas las pruebas. Porque si una
cosa es segura, es que las pruebas y los problemas nos llegan a todos. Pongamos
la mirada y nombremos situaciones dolorosas en la vida: problemas de salud, la
muerte de un ser querido, problemas en el trabajo, soledad, relaciones
personales dolorosas, circunstancias adversas… y muchas más. Sólo queda el amor
que uno ponga en cada una de las circunstancias. “Sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados” (Rm 8, 28) y esto no es una fantasía sino la realidad
más concreta y cierta, puesto que lo contrario se convierte en una angustia
existencial que propicia el ser como peregrinos que caminan hacia la meta de la
absurda nada.
Un especialista en las mociones síquicas me refería
que hay un gran déficit en los momentos de dificultad y es que se puede perder
el sentido de la trascendencia (el sentido de que lo visible y actual no es lo
definitivo); es decir cada vez más se palpa una sed y urgencia de encontrar un
sentido auténtico de la vida. Se percibe un hastío de todo lo superfluo y de lo
que denigra a la persona. En cambio, hay una búsqueda de sentido en valores que
dan respiro al alma. Esto me hace recordar la vida y experiencia de Víctor
Frankl, una de las grandes figuras del siglo XX (1905-1997) que revaloriza la
dimensión espiritual y la aplica a la existencia humana. Vivió durante dos años
y medio las atrocidades de cuatro campos de concentración nazi y fue
precisamente en esos lugares donde pudo reflexionar y analizar, desde lo
sicológico, los horrores y las degeneraciones de la humanidad. En esas
terribles circunstancias maduró y estructuró su sistema psicoterapéutico-
antropológico como ayuda ante las dificultades y que el ser humano para vivir
tiene, sobre todo, la necesidad del sentido sobrenatural.
Se deduce que, en los momentos de prueba, se
requiere mayor sentido de la vida que tiene como sustento y raíz la experiencia
espiritual. No es auténtica una espiritualidad emotiva o sentimental con rasgos
de sosiego pacificador o relajante que se evade de la realidad o huye de la
misma. La espiritualidad verdadera se hace cargo de las situaciones y aprende a
saber sobrellevarlo con la mirada puesta en el mejor Maestro que nos lo ha
enseñado con su vida y ejemplo. “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y
yo os aliviaré. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo
es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30). Desde el punto de vista sicológico
cuánto ayuda este modo de afianzarse en la vida en Cristo.
+ Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela
Para éste Santo hablar
con “Angelino” -nombre que puso al
suyo- era el día a día; le veía desde muy niño y pensaba que eso era normal. Yo
no tengo esa suerte pero no importa, yo envío a Manuel aunque no tenga respuestas de vuelta, ni sepa si vienen ángeles
a mí; a lo mejor es que no me envían ninguno ¡Misterio!
¿Os pasa a veces que
la mente os trae a alguien y en ese momento tenéis noticias?, pues ¿quién nos asegura
que no sea el ángel de una persona que quiere decirnos algo?
El Santo era
genial, sin saber idiomas, hablaba todos en confesión y cuando recibía cartas
de todo el mundo, no las abría, decía que su Angelino ya se lo había contado... Los Capuchinos se quedaban pasmados,
y ¡Yo!
Era un ángel espectacular,
no paraba, se iba, volvía, venían otros, marchaban... Tuvo el Santo tantas
experiencias y hay tantos testimonios que merece la pena leerlos.
Gracias San Pío por
iluminarme y a mi Ángel Custodio Manuel
por estar ahí, a quien un día conoceré en el último viaje.
-Padre Pío, mándame a Angelino, si le ves por
allí, para que diga al mío que “funcione” porque o no sé hablarle, o se
despista o... ¡No me hace ni caso!
Emma Diez Lobo
El miedo es un estigma que nos golpea con cierta frecuencia. Los discípulos de Jesús no estamos exentos de este estigma pero confiamos en Él, nuestro Buen Pastor, que tiene poder para calmar nuestras angustias y ansiedades.
Es nuestra relación de pertenencia con Jesús, pertenencia por haber acogido su llamada al Discipulado, la que imprime la Paz en nuestro corazón. Discípulos de Jesús que por guardar la Palabra tenemos la experiencia de que Él camina delante de nosotros convirtiendo nuestras tinieblas en luz, como profetizó Isaías (Is 42,16).
Hay quienes piensan que por mucho que se esfuercen, por medio de sacrificios y oraciones, en agradar a Dios, nunca serán dignos de Él. Pues sí, todo hombre llega a ser digno de Dios su Padre, si orienta su vida, sus opciones y decisiones, en vistas a recibir de Él su Sabiduría. Tengamos en cuenta que en la Espiritualidad bíblica Sabiduría y Palabra sin sinónimos. De hecho, Jesús, Palabra del Padre, es llamado por San Pablo, Sabiduría de Dios (1 Co 1,24). Veamos ahora este texto del libro de la Sabiduría: "Quien madruga para encontrar la Sabiduría no se fatigará; a su puerta la encontrará sentada... pues ella misma va por todas partes buscando a los que son dignos de ella” (Sb 6,14-16 ).
Cuando se predica el Evangelio, sus palabras que son "Espíritu y Vida” (Jn 6,63b) buscan entre los oyentes a los hambrientos de Dios. No es que estén ya convertidos, pero si quieren cambiar su vida por la Vida y la buscan en Jesús y su Santo Evangelio, el mismo Jesús les hace dignos del Espíritu y Vida que reposa en sus palabras. El Señor les considera pues, dignos lo mismo que consideró a sus primeros discípulos dignos-aptos para poder sufrir a causa de su Nombre
(Hch 5,41).
Hay momentos en la vida que solo se pueden comprender como si de un milagro se tratara y lo digo porque, hace pocas fechas, una religiosa de la Congregación Franciscanas de María Inmaculada -la Hna. Gloria Cecilia Narváez, de 59 años- ha sido liberada en Mali (África) después de padecer toda clase de torturas, vejaciones y humillaciones diversas durante casi cinco años. Relato algo que ella misma manifestó en una rueda de prensa en Bogotá (Colombia). La dura prueba que para ella significó ese secuestro, empezó en el mes de febrero del año 2017, cuando ella se encontraba viendo noticias junto a sus hermanas de la congregación y violentamente cuatro hombres armados con fusiles, del Frente de Liberación de Macina (un grupo yihadista) y las amenazaron con llevárselas. Cecilia, al ver que no tenía opción y que sus hermanas más jóvenes estaban en peligro, con una valentía impresionante, se puso en frente del hombre armado y le rogó que si quería algo se lo hiciera a ella. El secuestrador accedió a la petición de la hermana Cecilia, dejó a las otras hermanas, y los terroristas la montaron en una moto y se la llevaron.
Quiero exponer este testimonio para darnos cuenta
que la experiencia cristiana tiene unas expresiones que bien merece que la
sociedad actual tome en cuenta. Estas hermanas franciscanas de María Inmaculada
se dedican a cuidar a mujeres embarazadas, enseñarles a escribir, enseñar a
niños y niñas la belleza de saber que Dios nos ama. Fueron estas acciones de
amor al prójimo, las que terminaron llamando la atención del grupo terrorista y
actuaron contra las hermanas como si de un mal social se tratara. Los
secuestradores de la hermana Cecilia la tuvieron amarrada con cadenas,
recorrían en moto por el desierto, con un inhóspito sol, varios días para
torturarla y amedrentarla. Y ella sentía lo que muchas veces había recordado la
Fundadora Madre Caridad Brader: “Si alguien es fósforo, tú no seas candela”. Es
decir, que si alguien pone, con su odio y su violencia la mecha-fósforo, no te
pongas en su lugar para hacer lo mismo. No eches leña al fuego. Aquí resuena y
muy actualizada la bienaventuranza: “Bienaventurados cuando os injurien, os
persigan y, mintiendo, digan todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo…” (Mt 5, 11-12).
La hermana Cecilia cuenta que hubo días que comía
una sola vez y que la salida del sol resplandeciente en el horizonte era lo que
llenaba su alma de esperanza. Su fe, la confianza en Dios y una capacidad
enorme de adaptación y fortaleza, hicieron que soportara cada día su
cautiverio, amenazas e insultos en donde le advertían que la iban a matar.
Muchas ocasiones, en medio del cautiverio, pensó que esa era una prueba que
Dios le había mandado para probar su fe, para volverla más paciente, más
entregada a su labor y afrontando estas circunstancias con el silencio ante
cada uno de los improperios que recibía. Sólo se refugiaba en Dios y le pedía
para ser fuerte en esos momentos tan crueles. Escribía cartas a Dios con
pedazos de carbón en los que incluso dibujaba el mapa de Colombia, su tierra
querida, para pedir desde la distancia por la paz de su país.
A pesar de todo por lo que le hicieron pasar, la
hermana Cecilia también rezaba por la conversión de sus secuestradores y así
decía: “Nunca guardé rencor en mi corazón, no guardo rencor y rezo por ellos.
Lo único que anhelaba era que me liberaran”. Como todo lo vivido en cautiverio,
su liberación, para ella, también fue una verdadera sorpresa. Sin previo aviso,
un día, la montaron en un coche y tras un largo trayecto, en el que ella estaba
invadida por el miedo, en donde recorrió el desierto del Sahara y no tenía idea
en donde estaba, le dijeron: “Llegamos a este lugar, aquí está su libertad”.
Hoy la hermana Cecilia espera poder seguir sirviendo a los más pobres y afirma
que no tiene miedo de volver a irse a alguna misión fuera del país si así lo
ven sus superiores. Sirva este testimonio para comprobar la inmensa labor
escondida y poco aireada por los medios de comunicación. Hay tantísimas experiencias
positivas que superan a las negativas que son ínfimas, pero hacen mucho ruido.
Y es que la “luz luce, pero no se luce”.
+
Francisco Pérez González
Arzobispo
de Pamplona y Obispo de Tudela
Leía hace un
momento cómo María aplastaba la cabeza
de la serpiente (Gen 3-15); y
cómo éste La odia, tanto que se ha dedicado a meter en la mente de los hombres
que ni es Santa ni Virgen... Y ahí están sus alumnos, ejerciendo el trabajito
de filigranas que éste “bicho” hace desde que le aplastaron.
A lo tonto, a lo
tonto ya ha convencido a media humanidad: Protestantes;
evangélicos, sectarios, yoguistas con su “Ooooommmm”; los que bailan delante de
una hoguera cortando cuellos de gallina... Si sigo, no paro... El caso es apartar
a La Virgen de multitudes, suprimir su Nombre y así evitar su protección.
Si se saltan a
María para llegar a Dios -los de la hoguera no entran-, sencillamente Dios se
salta a ellos. Es lo que tiene la Palabra
de Jesús.
Lo grande es que
las conversiones se suceden y María no desiste con los que niegan su Santa existencia
como Virgen Madre de Dios. Qué Lean
la Biblia pero que figure el “Nihil obstat imprimátur”. Las
protestantes han suprimido 7 Libros, testimonios de Santos y alterado los
textos Evangélicos; que mediten sus intencionadas y cercenadas biblias por su
bien.
Intercesora y Madre de la humanidad,
es la Persona a Quien más ama Dios. En cuerpo y alma fue asunta al cielo para
que supiéramos que en alma y después en cuerpo transformado, Viviremos junto a
Ella.
¡Bendito Poder de María!
Emma
Díez Lobo
Qué es un año nuevo? Propiamente para los cristianos el nuevo año, corresponde con el nuevo año litúrgico que se vincula con el Adviento. Con las primeras Vísperas de Adviento se crea como una «noche vieja» para comenzar un año nuevo con la actitud
del Corazón de Cristo.
¿Qué es tener un Corazón nuevo? La
mirada hay que ponerla en Cristo. El Corazón nuevo es el Corazón de Jesucristo.
La novedad la da siempre el amor. Sin amor todo es viejo, con el amor de Jesús,
todo es nuevo. La vida es nueva cuando se vive desde la gracia del Señor al
servicio de los más pobres.
Tres aspectos deberíamos vivir en
nuestra Archidiócesis, en estos momentos de visita pastoral, de una clave de
sinodalidad, del jubileo de Guadalupe, para que este año nuevo, sea realmente
nuevo, vivido desde el Corazón de Jesucristo.
1. Año Nuevo, volver a lo esencial. La novedad siempre es vivirlo todo por Jesucristo, con Él y
Él. No hay novedad sin Cristo. Es Jesús el que lo hace todo nuevo.
Volver a lo esencial no es inmovilismo,
cito aquí la frase del Papa Francisco de que hay que desterrar la frase del
“siempre se hizo así” porque hace mucho daño a la Iglesia, y empezar a decir lo
que hay y tener que hacer, o debiendo de comenzar para hacerlo así, que es como
se debería de hacer siempre.
Volver a lo esencial es que no
olvidemos lo central de nuestra vida de fe, la centralidad de la Eucaristía, la
prioridad de la Redención de Dios, y la evangelización de los pobres, porque
como no exista una pobreza como apertura no se acoge la Buena Noticia de Jesús
de Nazaret.
2. Año Nuevo, comenzar con humildad. Nos hemos convencido de que el Señor sigue alentando a su
Iglesia para vivir en sencillez y humildad. Ser humildes es el único camino que
conduce a la Santidad si queremos llegar a la meta de buscar en todo
coherencia. No somos más que peregrinos que comenzamos un año nuevo postrados
de la humildad de la que soñamos con
la esperanza de que con el Señor todo es posible y ante los retos que tenemos
es dirección obligatoria el tomarnos en serio el reto de ser cristianos coherentes,
caminando en santidad, sacerdotes, vida consagrada y laicos.
3. Año nuevo, siempre… en ti confió. No nos podemos quedar en un desánimo que se instala en la
queja de que nada puede cambiar. Todo es posible para Dios, creer como María,
nuestra Madre en el Dios de lo imposible, cuando nos quedemos en una sospecha
continua y desconfiemos de todo y sobre todo, creando ese ambiente nefasto del
pesimismo visceral.
Son tiempos recios, que solo con una
gran confianza podemos hacer saltar por los suelos y hacer trizas nuestro
sentir de quedarnos en la lamentación estéril. Sin una profunda conversión
personal, que se refleja en nuestra manera de evangelizar, donde es necesario
recuperar la esperanza confiada.
Las palabras «éxito» y «fracaso» no
existen, ni en el lenguaje, ni en el estilo de Jesús. La palabra «éxito» no es
cristiana, la palabra sería «ser fecundo» y la fecundidad sí que es cristiana,
si tiene mucho que ver con ser grano de trigo que muere para dar fruto
abundante.
El «fracaso» sería la cruz que es dirección
obligatoria para vivir la alegría del Resucitado. Cristo muerto y resucitado
que celebramos en la Eucaristía, es el centro, la cumbre y culmen de nuestra
santidad.
Vivamos un año nuevo, para sembrar y
ser sembradores desde el Evangelio y la vida de nuestra iglesia diocesana tan
llena de esperanza.
+ Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo
Primado de España
El Espíritu del Señor está sobre mi
Terminada la lectura dice:
esta profecía se cumple hoy...Yo soy el hoy de la salvación.
La palabra muerte
da miedo, digan lo que digan entra un “yuyu” importante. Eso de: “A todos nos tiene que pasar, es lo más natural
del mundo”... ¡Ya!, porque quien lo dice no está en esa situación final. La
Fe es lo único que nos puede sacar “tímidamente” el miedo del cuerpo ¡No hay
otra!, pero debe ser terrible para los
no creyentes.
La Fe, más diminuta
que un grano de mijo hay que aumentarla con “comidita” y se me ocurre... Recordemos
a
Juan cuando nos habla del lugar donde irán los Hijos de Dios; recordemos
las apariciones
de la Virgen y sus palabras; recordemos a los
Santos, sus visiones, sus milagros y la alegría al dejar este mundo.
Y Jesús, el eterno
Jesús nos mostró su Resurrección que también es la nuestra. La frase “Dios
confío en Ti”, no la olvidemos jamás.
El amor de Dios, en
el momento final, hace que la mente cambie y el miedo se disipe si eres
creyente; lo manifestaba un familiar que decía ver a la Virgen a los pies de la
cama y tranquilamente se fue.
Estoy empezando a
entrenarme... No, no me pongo en la cama como dormida, lo que hago es presentar
al alma lo que sucederá, escuchar a Dios para sentir al prójimo, no enfadarme
casi nada, vender hasta las pestañas y cuando me levanto, dar gracias porque la
familia aún me tiene cerca.
Recuerdo a Juan
Pablo cuando dijo: “No tengáis miedo”. Pues haber si nos tranquilizamos que los
Católicos tenemos tanta suerte...
Emma Díez Lobo
No es lo mismo cumplir con Dios que estar con Él. El hermano mayor de la parábola del hijo pródigo cumplía puntualmente las órdenes de su padre (Lc 15,29a), pero su corazón no estaba con él sino con sus amigos (Lc 15,29b).
Jesús, enviado del Padre, abre nuestra alma para que le lleguemos a conocerle y adorarle en espíritu y verdad (Jn 4,23-24). Para llegar a conocer a Dios como Padre, es decir de tú a tú, es preciso que la línea divisoria que hay entre el Cielo y la tierra sea rasgada; línea que impide que el hombre tenga una relación filial, íntima con Dios como Padre. La línea divisoria estaba simbolizada por un tupido velo que cubría la entrada en el recinto sagrado llamado, Santo de los Santos, del Templo de Jerusalén.
Parecía un reportero que tomaba sus
apuntes en aquella cena de despedida. Todo lo que el Maestro decía tenía una
inmensa transcendencia, y a Juan no se le escapó ninguna de sus palabras. Aquel
discípulo nos ha dado apuntes preciosos que sólo en su relato podemos leer. No
en vano la predilección de la que fue objeto ayuda a comprender la entraña
íntima del Corazón de Dios. Fue el primero en interesarse por la casa de Jesús
y permanecer allí, el que presenció el día luminoso del Tabor y la noche
tenebrosa de Getsemaní, el que se recostó en su pecho durante aquella Última
Cena, el que estuvo con María al pie de la cruz, el que antes llegó al sepulcro
vacío. Juan nos dice cosas en su Evangelio que completan el perfil interior del
Señor. Una de ellas es esta breve e importantísima oración: que todos sean uno
(Jn 17,21).
Eran muy distintos aquellos doce
apóstoles, tan diversos por tantas razones, y sin embargo llamados a una unidad
del todo especial: que sean uno como el Padre y Jesús son uno. Y nada menos que
en eso cifraría la fe de la humanidad: que sean uno, como Tú, Padre, y yo somos
uno, para que el mundo crea.
No es una cuestión de uniformidad
estética, de componenda fotográfica, de disciplina de partido, de “fuenteovejuna-todos-a-una”.
Es algo más grande, más sencillo, menos pretencioso y nada ideológico. Ser uno
no significa la anulación de la mirada personal que cada uno tiene de las
cosas, sino la conciencia de que esa mirada no logra abarcar del todo la realidad
cuando ésta es más grande, más hermosa, más bondadosa de cuanto los ojos
particulares son capaces de captar. Es atreverse a mirar las cosas desde los
ojos de Dios que custodian la Iglesia.
La unidad pedida por Jesús a sus
discípulos no es el resultado de una imposición de la propia mirada a los
demás, o la anulación cegadora de la visión del otro obligándole a mirar lo que
yo y como yo. Esa unidad surge y crece cuando logramos mirar juntos, con la
humildad de quien reconoce que no lo ve todo ni lo puede abarcar todo, y se
deja asombrar por la grandeza, la belleza y la bondad de Otro, de Dios mismo en
cualquiera de sus manifestaciones. Es un asombro que nos reclama una adhesión
llena de gratitud y de amor hacia la Verdad que inmerecidamente se nos ofrece por
parte del Señor.
Lejos de hacernos rivales que porfían y
se enfrentan desde nuestras formas distintas de ver y de mirar, se nos
constituye en hermanos que se completan y complementan. Sin avasallar al otro,
sin la prepotencia sobre el otro, dejamos que la Verdad de Dios con toda su
belleza, su bondad y su grandeza se nos adentre, nos purifique y nos conceda
esa unidad que pidió al Padre el mismo Jesús.
En estos días vamos a celebrar la
semana de oración pidiendo la unidad de los cristianos, de cuantos confesamos a
Jesús como el Hijo de Dios. Recemos al Padre nosotros también con la misma
oración de Jesús: que todos seamos uno para que el mundo crea. En sintonía con
el lema que se propone para este año, “hemos visto salir su estrella y
venimos a adorarlo” ponemos la esperanza en que la luz de Cristo “sigue
alumbrando las oscuridades de las personas y de los pueblos, sin que se extinga
el hambre de Dios”.
La presencia cristiana no es obsoleta,
no está afónica ni es invisible, por más que haya grupos políticos e
ideológicos que la quieran censurar o incluso
Pidamos para que sea fecundo el diálogo
teológico, para que vaya acompasado por el diálogo de la caridad y para que sea
sostenido por la oración. Y que la unidad redunde en la entrega a la humanidad
por la que murió redentoramente Jesús, vendando sus heridas, respondiendo sus
preguntas y acercándoles la gracia de la que todos somos mendigos.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Última Cena: Jesús da a los Apóstoles las catequesis que apuntalan el Discipulado. Una tristeza se abate sobre ellos ante el inminente arresto y muerte del Señor; Felipe abatido le dice: “Muéstranos al Padre y nos basta" (Jn 14,8). Felipe no digiere lo que está pasando pero ha oído a Jesús hablar muchas veces de su Padre y desea contactar con Él para entender los próximos pasos de su Hijo. Seguramente recordaría cuando Jesús les dijo que su Padre revelaría "estas cosas" -su Misterio- no a los grandes de este mundo sino a los que se hacen pequeños (Mt 11,25...). También sabe que su Padre que vela sobre las aves del cielo y los lirios del campo, con mayor razón cuidaría de ellos que un día, dejándolo todo, acogieron la llamada de Jesús (Mt 6,26-30).
https://comunidadmariama.blogspot.com/
A las dos horas, más menos se les acabó
el vino y María sabiendo que su Hijo era Especial, se Le acercó para decirLe: “No
les queda vino”. Jesús le contestó: “Mujer, déjame, todavía no ha
llegado mi hora”. Esto es curioso, la Madre dice una cosa y el Hijo
contesta otra…
Tal vez Jesús no quería aún hacer un
milagro a la vista de todos, pero si su Madre se lo pedía, lo haría solo ante
los “sirvientes”.
Entonces María dijo a los sirvientes: “Haced
lo que Él os diga”; y a petición de Jesús llenaron 6 tinajas de agua
que, ante ellos, convirtió en vino
excelente. “Ahora llevádselo al mayordomo”... El mayordomo “alucinó” del
buen sabor del vino y llamó al novio para decirle: “Todo el mundo pone primero el
vino bueno, tú en cambio has guardado
el vino bueno hasta ahora”... ¡Pobre novio, si no tenía ni idea de lo que
había sucedido!, tampoco el metre.
Qué importante es entender éste milagro:
Primero el vino “viejo” o A.T. y después con Jesús, el vino “bueno y nuevo” o N.T. como culminación
del Antiguo. Pero aún debíamos conocer
su Palabra, la hora estaba a punto de comenzar...
Su nueva Doctrina junto a su Muerte -arrebatadora
de pecados- nos brindó la salvación.
Gracias por “ir a la boda” y convertir lo Viejo en Nuevo.
Allá
que iba Juan (el Bautista) caminando con dos discípulos, uno era Andrés -el
otro no se sabe-, cuando vieron pasar a Jesús… Juan les dice: “Este
es el Cordero de Dios”…. Tal vez sus amigos no entendieron lo “del
cordero” pero lo de Dios seguro que sí, y fueron tras Él.
Jesús
al verles preguntó: ¿Qué buscáis?, y contestaron como los gallegos (siempre con
otra pregunta), y Tú ¿Dónde vives?
- “Venid
y lo veréis” (hoy,
en su Iglesia) y se quedaron con Él. Horas de asombro por el leguaje tan
especial de Jesús; conocerían a María y a José, su carpintería, su hogar... Y
Juan, de paso, vería a sus familiares.
Tan
emocionado estaba Andrés por lo sucedido (como nosotros al descubrirLe) que en
cuanto vio a su hermano Simón, le dijo: “Ven conmigo que hemos encontrado al Mesías”,
y te Lo voy a presentar (pasar La
Palabra de unos a otros).
Jesús
al verle... “Tú eres Simón (significa roca) y sobre ti, edificaré mi Iglesia”,...
Cuando Jesús dice algo ¡Cómo para discutir! Y sobre Simón-Pedro, La edificó. Es
esa donde también está María y puedes
escucharLe cada día; las otras no ¿eh?, que se han olvidado de la roca, de
Pedro, de María, de la Cena...
Rememorar aquellos pasajes es como
estar allí y conocer al primer Papa de su Iglesia. No, no nos hemos perdido
nada en absoluto, es lo que tienen los Evangelios, poder vivir la voz de Dios
en el presente. Por eso somos Católicos,
Apostólicos y Romanos.
Emma Diez Lobo
Haced lo que Él os diga
Algo que distingue a los fariseos de todos los tiempos es que detrás de su fachada de personas más o menos piadosas esquivan con mil razones la Palabra de Dios que escuchan, es decir que esquivan al mismo Dios. Por eso Jesús dijo a los de su tiempo: ¿Por qué me llamáis Señor, Señor y no hacéis lo que os digo?
No me imagino a un católico torturando a
otro ser humano por el hecho de ser un falso converso; pero sucedió, y no estoy
nada orgullosa de esta afrenta a Dios protegida por las Leyes Inquisitorias.
Cuando la Iglesia de Cristo es mal
entendida, y lo fue, se cometen gravísimos errores con el solo motivo de
“salvar almas herejes”, sin pensar que al juzgarlas ponían las suyas en
peligro.
Hoy la herejía está a la orden del día;
en tiempos de Jesús se llamaban paganos, al fin y al cabo es lo mismo pero ningún apóstol, ni Cristo, alzó su
espada para evangelizar, por el contrario fueron mártires de la Palabra.
La Fe radica en obedecer el Evangelio,
en perdonar, en extender su amor y enseñar los peligros sin el camino de la
Verdad, pero pretender hacer la labor de Dios... Él dijo: “En la medida que juzguéis seréis
juzgados”.
Perdón se pidió por lo que hicimos, hoy
pedimos respeto a nuestra Fe. Aquél que se defina Católico, no puede ni por
Poder ni por razón, condenar en Nombre del Altísimo.
Qué Dios bendiga a todos los Santos Pastores
que han muerto y mueren por la salvación de las almas... Qué distinto ¿Verdad?
Emma Díez Lobo