domingo, 23 de enero de 2022

Un año que será de verdad nuevo, si nuestro corazón es nuevo

 


Qué es un año nuevo? Propiamente para los cristianos el nuevo año, corresponde con el nuevo año litúrgico que se vincula con el Adviento. Con las primeras Vísperas de Adviento se crea como una «noche vieja» para comenzar un año nuevo con la actitud

del Corazón de Cristo.

¿Qué es tener un Corazón nuevo? La mirada hay que ponerla en Cristo. El Corazón nuevo es el Corazón de Jesucristo. La novedad la da siempre el amor. Sin amor todo es viejo, con el amor de Jesús, todo es nuevo. La vida es nueva cuando se vive desde la gracia del Señor al servicio de los más pobres.

Tres aspectos deberíamos vivir en nuestra Archidiócesis, en estos momentos de visita pastoral, de una clave de sinodalidad, del jubileo de Guadalupe, para que este año nuevo, sea realmente nuevo, vivido desde el Corazón de Jesucristo.

1. Año Nuevo, volver a lo esencial. La novedad siempre es vivirlo todo por Jesucristo, con Él y Él. No hay novedad sin Cristo. Es Jesús el que lo hace todo nuevo.

Volver a lo esencial no es inmovilismo, cito aquí la frase del Papa Francisco de que hay que desterrar la frase del “siempre se hizo así” porque hace mucho daño a la Iglesia, y empezar a decir lo que hay y tener que hacer, o debiendo de comenzar para hacerlo así, que es como se debería de hacer siempre.

Volver a lo esencial es que no olvidemos lo central de nuestra vida de fe, la centralidad de la Eucaristía, la prioridad de la Redención de Dios, y la evangelización de los pobres, porque como no exista una pobreza como apertura no se acoge la Buena Noticia de Jesús de Nazaret.

2. Año Nuevo, comenzar con humildad. Nos hemos convencido de que el Señor sigue alentando a su Iglesia para vivir en sencillez y humildad. Ser humildes es el único camino que conduce a la Santidad si queremos llegar a la meta de buscar en todo coherencia. No somos más que peregrinos que comenzamos un año nuevo postrados de la humildad de la que soñamos con
la esperanza de que con el Señor todo es posible y ante los retos que tenemos es dirección obligatoria el tomarnos en serio el reto de ser cristianos coherentes, caminando en santidad, sacerdotes, vida consagrada y laicos.

3. Año nuevo, siempre… en ti confió. No nos podemos quedar en un desánimo que se instala en la queja de que nada puede cambiar. Todo es posible para Dios, creer como María, nuestra Madre en el Dios de lo imposible, cuando nos quedemos en una sospecha continua y desconfiemos de todo y sobre todo, creando ese ambiente nefasto del pesimismo visceral.

Son tiempos recios, que solo con una gran confianza podemos hacer saltar por los suelos y hacer trizas nuestro sentir de quedarnos en la lamentación estéril. Sin una profunda conversión personal, que se refleja en nuestra manera de evangelizar, donde es necesario recuperar la esperanza confiada.

Las palabras «éxito» y «fracaso» no existen, ni en el lenguaje, ni en el estilo de Jesús. La palabra «éxito» no es cristiana, la palabra sería «ser fecundo» y la fecundidad sí que es cristiana, si tiene mucho que ver con ser grano de trigo que muere para dar fruto abundante.

El «fracaso» sería la cruz que es dirección obligatoria para vivir la alegría del Resucitado. Cristo muerto y resucitado que celebramos en la Eucaristía, es el centro, la cumbre y culmen de nuestra santidad.

Vivamos un año nuevo, para sembrar y ser sembradores desde el Evangelio y la vida de nuestra iglesia diocesana tan llena de esperanza.

+ Francisco Cerro Chaves

Arzobispo de Toledo

Primado de España

 

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