Qué es un año nuevo? Propiamente para los cristianos el nuevo año, corresponde con el nuevo año litúrgico que se vincula con el Adviento. Con las primeras Vísperas de Adviento se crea como una «noche vieja» para comenzar un año nuevo con la actitud
del Corazón de Cristo.
¿Qué es tener un Corazón nuevo? La
mirada hay que ponerla en Cristo. El Corazón nuevo es el Corazón de Jesucristo.
La novedad la da siempre el amor. Sin amor todo es viejo, con el amor de Jesús,
todo es nuevo. La vida es nueva cuando se vive desde la gracia del Señor al
servicio de los más pobres.
Tres aspectos deberíamos vivir en
nuestra Archidiócesis, en estos momentos de visita pastoral, de una clave de
sinodalidad, del jubileo de Guadalupe, para que este año nuevo, sea realmente
nuevo, vivido desde el Corazón de Jesucristo.
1. Año Nuevo, volver a lo esencial. La novedad siempre es vivirlo todo por Jesucristo, con Él y
Él. No hay novedad sin Cristo. Es Jesús el que lo hace todo nuevo.
Volver a lo esencial no es inmovilismo,
cito aquí la frase del Papa Francisco de que hay que desterrar la frase del
“siempre se hizo así” porque hace mucho daño a la Iglesia, y empezar a decir lo
que hay y tener que hacer, o debiendo de comenzar para hacerlo así, que es como
se debería de hacer siempre.
Volver a lo esencial es que no
olvidemos lo central de nuestra vida de fe, la centralidad de la Eucaristía, la
prioridad de la Redención de Dios, y la evangelización de los pobres, porque
como no exista una pobreza como apertura no se acoge la Buena Noticia de Jesús
de Nazaret.
2. Año Nuevo, comenzar con humildad. Nos hemos convencido de que el Señor sigue alentando a su
Iglesia para vivir en sencillez y humildad. Ser humildes es el único camino que
conduce a la Santidad si queremos llegar a la meta de buscar en todo
coherencia. No somos más que peregrinos que comenzamos un año nuevo postrados
de la humildad de la que soñamos con
la esperanza de que con el Señor todo es posible y ante los retos que tenemos
es dirección obligatoria el tomarnos en serio el reto de ser cristianos coherentes,
caminando en santidad, sacerdotes, vida consagrada y laicos.
3. Año nuevo, siempre… en ti confió. No nos podemos quedar en un desánimo que se instala en la
queja de que nada puede cambiar. Todo es posible para Dios, creer como María,
nuestra Madre en el Dios de lo imposible, cuando nos quedemos en una sospecha
continua y desconfiemos de todo y sobre todo, creando ese ambiente nefasto del
pesimismo visceral.
Son tiempos recios, que solo con una
gran confianza podemos hacer saltar por los suelos y hacer trizas nuestro
sentir de quedarnos en la lamentación estéril. Sin una profunda conversión
personal, que se refleja en nuestra manera de evangelizar, donde es necesario
recuperar la esperanza confiada.
Las palabras «éxito» y «fracaso» no
existen, ni en el lenguaje, ni en el estilo de Jesús. La palabra «éxito» no es
cristiana, la palabra sería «ser fecundo» y la fecundidad sí que es cristiana,
si tiene mucho que ver con ser grano de trigo que muere para dar fruto
abundante.
El «fracaso» sería la cruz que es dirección
obligatoria para vivir la alegría del Resucitado. Cristo muerto y resucitado
que celebramos en la Eucaristía, es el centro, la cumbre y culmen de nuestra
santidad.
Vivamos un año nuevo, para sembrar y
ser sembradores desde el Evangelio y la vida de nuestra iglesia diocesana tan
llena de esperanza.
+ Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo
Primado de España
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