Recordemos que Jesús nos dijo que no tenía donde reposar su cabeza y que su descanso era su Padre. La Buena Noticia es que Jesús nos enseña a descansar en Él, en su Amor.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
Recordemos que Jesús nos dijo que no tenía donde reposar su cabeza y que su descanso era su Padre. La Buena Noticia es que Jesús nos enseña a descansar en Él, en su Amor.
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Nos hacemos eco de la súplica que este salmista dirigió a Dios: "Anota en tu libro mi vida errante, recoge mi vida en tu odre, mis fatigas en tu libro" (Sl 56,9).
Es una profecía cumplida en Jesucristo y también en sus discípulos. Leamos este pasaje del Evangelio:
"Se acercó un escriba a Jesús y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Le dijo Jesús: las zorras tienen madrigueras...el Hijo del hombre no tiene donde reposar su cabeza" (Mt 8,19-20). Así fue; nadie más errante que Jesús. No tuvo un lecho donde reposar su cabeza, ni al nacer ni al morir; sin embargo, en Él se cumple la profecía de este otro salmista: "Solo en Dios descansa mi alma" (Sl 62,2).
La Buena y Gloriosa Noticia es que Jesús, con todo el pueblo elegido en contra, cumplió la misión confiada por su Padre, porque al guardar su Palabra en su corazón (Jn 8,44) aprendió, en cuanto hombre, a descansar en Él. Esta, repito, Buena y Gloriosa Noticia, alcanza también a todos sus discípulos de todos los tiempos. Oigamos a nuestro Buen Pastor: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados…y encontraréis descanso para vuestras almas"(Mt 11,28-29).
à Seguimos el miércoles
P. Antonio Pavía
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Después de un juicio marcado por la envidia y la mentira, Jesús fue crucificado en el Calvario. Satanás, sonríe triunfante. Todos se mofan y burlan de Jesús. Apenas María, un discípulo y dos mujeres más están afligidas y silenciosas junto a Él. Satanás está exultante; cree que tiene a Jesús sometido en sus dominios.
P. Antonio Pavía
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En una de las muchas Catequesis que brotan de los Salmos, se habla de un pueblo, Edom, ante el que Israel lleva siempre las de perder.
Lo veremos el miércoles.
P. Antonio Pavía
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Abordamos el Evangelio de hoy, a la luz de este texto
de Isaías: "Jamás se oyó ni escuchó, ni ojo vio a un Dios fuera de ti, que
tanto hiciese por quién espera en El " (Is 64,3). Parece como si Isaías se
hubiese asomado a las entrañas de Dios y supiese lo que puede y desea hacer con
los que en Él confían.
(P. Antonio Pavía)
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"Si conocieras el don de Dios..."dijo, como ya vimos, Jesús a la samaritana.
¿Recuerdas cuando te llamé a ser mi discípulo? Te garanticé que "te
haría llegar a ser pescador de hombres (Mc 1,16-17). ¡Yo soy la garantía de tu
Discipulado! ¡Has sido consciente de tu debilidad y ahora ya sabes que jamás te
abandonaré! Culminaré mi obra en ti. Y te pregunto: ¿Me amas? Pedro se quedó
sin saliva. Sus lágrimas la sustituyeron y pudo balbucir:
¡Señor, tú sabes que te amo! Jesús
le miró con "su Ternura"; veía en él a un pequeño cordero que le
reconocía como su Buen Pastor y entonces le dijo: ¡Apacienta mis ovejas!
Jesús... ¡Confía su misión divina a un hombre!
P. Antonio Pavía
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Por norma solemos fijamos en los trazos gruesos pasando desapercibidos los pequeños detalles donde suele haber tanta riqueza como en lo que más resalta a primera vista. Esto podemos aplicarlo a los pormenores del fragmento evangélico (Mc 3, 1-6). Fijémonos: Jesús entró otra vez en la sinagoga. Otra vez ¿Qué nos puede decir esta locución adverbial? Pues significa: reiteradamente, con frecuencia, vuelve a la sinagoga, que era un sitio frecuentado con asiduidad. Lo cual nos dice a su vez que no desprecia el lugar donde se reúne su entorno religioso; si frecuenta, denota que se encuentra a gusto en ese lugar y con esas personas.
(Pedro José Martínez Caparrós)
No sabemos que pasó en el corazón de esta mujer, pero
intuimos que la mecha humeante de su alma fue avivada, fogueada por Jesús (Is
42,3) … de ahí su súplica: ¡Señor dame de beber de esa agua para no tener más
sed...!
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En el Evangelio de hoy nos fijamos en lo que dijo Andrés a Simón después de
su encuentro con Jesús: ¡Hemos encontrado al Mesías! …y le llevó donde Él.
Jesús fijando en él su mirada le dijo: No te llamarás ya Simón sino Pedro, que
significa piedra. Jesús anticipó lo que le diría tiempo después: "Tu eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16,18). La mirada de Jesús
atravesó el alma de Pedro iniciando así la creación de un corazón nuevo, como
estaba profetizado (Ez 36, 26...).
P. Antonio Pavía
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Ya vimos que la Voz del Señor es más fuerte que la de las aguas embravecidas, símbolo de la muerte.
P. Antonio Pavía
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En la Escritura, las aguas embravecidas simbolizan el espectro de la muerte, que a todos nos alcanza bien en nuestras pruebas, bien al llegar el ocaso de nuestra estancia en este mundo. Ante esta realidad nada agradable, se eleva, inspirado por el Espíritu Santo este salmista proclamando "La voz del Señor sobre las aguas, el Dios de la gloria ha tornado, el Señor sobre las aguas torrenciales..." (Sl 29,3...).
P. Antonio Pavía
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Hoy vemos a Jesús que emerge de las aguas del río Jordán en su Bautismo, al tiempo que se abren los cielos y resuena la Voz del Padre:
"Este es mi Hijo amado en quien me complazco” El motivo de esta
exultación de Dios Padre es comprensible: la inmersión de su Hijo en las
aguas y su emersión de ellas, es un canto profético de su victoria sobre la
muerte. Victoria que proclama la voluntad de Dios que "quiere que
todos los hombres se salven" (1 Tm 2,4).
El Evangelio nos anima a caminar por el mundo arropados por esa alegría de la que Jesús dice: "nadie os la podrá arrebatar" (Jn 16,22) Es la Alegría propia de los Discípulos de Jesús y que destella, a pesar de vivir los sufrimientos que nos invaden igual que a los demás: enfermedades, penurias, soledad, decepciones...etc. Padecemos nuestras dosis de males, pero no se sobreponen a la "Cercanía de la Presencia que nos habita" (Jn 14,18).
P. Antonio Pavía
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