Leemos en el Génesis que al crear Dios el mundo,
viendo que todo era caos, oscuridad, etc.…dijo: Hagamos la Luz, y el caos dio
paso a la vida... (Gen 1,1- 3...). En esta creación paradisíaca, se hizo
presente Satanás que indujo al hombre a " independizarse de Dios "
siendo él su único dios, y en cuanto tal con poder y sabiduría para decidir lo
que está bien o mal. Seducidos por el padre de la Mentira (Jn 8,44) Adán, Eva y
sus descendientes se fueron deslizando progresivamente de la riqueza de la
verdad hasta llegar a lo que dijo Dios a Israel: “¡Ay de los que llaman bien al
mal, los que dan oscuridad en vez de luz...! " (Is 5,20).
Sucedió porque Dios fue apartado, no de los labios,
pero si del corazón del hombre. (Is 29,13). Sin embargo, a pesar de este
rechazo y desprecio, Dios volvió a decir: ¡Hagamos la luz...! Y la " Luz
se hizo carne y habitó entre nosotros " (Jn 1,14).
En el Evangelio de hoy vemos a Jesús, Luz y Palabra
del Padre que entra en la noche para orar, deshaciendo así las obras perversas
de las tinieblas. A continuación, sanó las heridas de unos hombres,
representadas aquí, por sus enfermedades, y expulsó multitud de demonios; esos
que no dejan de decirnos: Eres dios y como tal eres el único que decides lo que
está bien o mal. Olvídate de Dios, no te quiere, si te quisiera, no te pasarían
tantas cosas desagradables.
Los sabios
saben, o sabemos, hacer frente al Tentador pues cuanto más acogemos a Jesús con
su Santo Evangelio, más vemos con nuestros ojos, que es el Buen Pastor que nos
da la Vida en abundancia (Jn 10,10b).
P. Antonio Pavía
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