Dice Jesús: Yo soy la Vid
Verdadera y mi Padre el viñador. Así empieza su bellísima y magistral
Catequesis sobre los frutos de sus discípulos.
Nos embarga el estremecimiento al saber que el
Padre, como viñador, cuida amorosamente de la Vid, su Hijo y de nosotros
sus sarmientos. Intentemos palpar con el alma el entrañable amor
con el que Jesús iba diciendo, que el Padre limpiaba los sarmientos, uno a uno,
gracias al Evangelio que su Padre le iba grabando en sus entrañas. (Jn 8,28).
Que Dios Padre cuide así a los sarmientos es
lo más parecido a un abrazo. Me explico. Hace 2000 años los frutos del campo no
se desinfectaban por medio de fumigadoras, como hoy día. Respecto a los
viñedos, los campesinos fijaban su mirada en ellos y si reparaban en una vid
con algún sarmiento cubierto de parásitos los tomaba delicadamente en sus manos
y los limpiaba.
Esta es la forma de
actuar infinitamente misericordiosa de Dios con nosotros. No somos
mejores que los demás, pero nos dejamos amar y limpiar así por Él, que es
nuestro Padre.
P Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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