Vimos que Jesús había comparado a sus discípulos con
un grano de trigo arrojado en tierra, de donde emerge cargado del fruto que
agrada al Padre (Jn 15,8).
La soledad de
estos discípulos de Jesús, no es tal, ya que, igual que El, estamos acompañados
por Dios Padre (Jn 16,32) Además, Jesús mismo, al enviar a sus discípulos a
predicar el Evangelio les dice, y nos dice: "yo estaré con vosotros todos
los días..." (Mt 28,18-20).
En lo profundo
de la tierra, donde el mundo, nos arroja, Dios, como profetiza el
salmista va entretejiendo nuestro discipulado (Sl 139,15-16). Si, al
enviarnos a predicar su Evangelio, Jesús día a día, está con nosotros
santificando cada palmo de nuestra vida, despreciada igual que la suya. (Jn
15,20).
Por si fuera
poco, Dios que mira con ternura especial a los discípulos de su Hijo, nos mira,
ama y cuida...como lo hace una Madre. Lo dice este salmista: "Señor, mi
corazón no es ambicioso, no pretendo grandezas... Como un niño destetado en
brazos de su madre, así está mi alma en ti." (Sl 131).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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