En el Evangelio de hoy, vemos a Jesús subiendo al
monte Tabor con Pedro, Santiago y Juan. Se transfiguró ante ellos.
Junto a Él estaban Moisés y Elías. En este mismo pasaje, Lucas puntualiza que
Moisés y Elías también resplandecían gloriosos. Pedro se asustó ante la visión
de la Gloria de Dios, como se asustó también Isaías (Is 6,1-5).
Sin embargo, es
tan bello y sublime lo que está viendo, que no echa a correr monte abajo. Se
queda allí. Al transfigurarse Jesús, también Moisés y Elías, ante sus tres
discípulos, nos está mostrando lo que el Padre tiene preparado para sus hijos
al dejar este mundo. Seremos, según dice el mismo Jesús: "Radiantes como
el sol"(Mt 13,43).
Aun no se ha
repuesto Pedro del susto, cuando se oyó la Voz del Padre: "Este es mi Hijo
amado: Escuchadle". Si, escuchadle, porque Él es mi Palabra, la Luz
verdadera que os ilumina (Jn 1,9 ) la que os permite ser: "La luz de
mundo" ( Mt 5,14 ).
La
Transfiguración de Jesús, junto a Moisés y Elías, nos hace saber que cuando
nuestro cuerpo se descomponga, seremos transfigurados, como dice Pablo: "
... el cual (Jesús) transfigurará este cuerpo corruptible, en un cuerpo
glorioso como el suyo..." (Fil 3,21).
No nos
equivoquemos ni vayamos detrás de cantos de sirenas. ¡¡Escuchad a mi Hijo, nos
dice el Padre!! Su Evangelio es capaz de transformaros en un cuerpo glorioso
como el suyo (Col 3,1-4).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreApóstoles com
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