lunes, 30 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (VII)

 




Hoy intentaremos sondear el estremecimiento que pudo sentir Pedro en todo su ser al saber que Jesús confiaba en él y ponía en sus manos sus ovejas, para que se las apacentase. Recordemos que eran ovejas que Él había rescatado al precio de su Sangre (1 Pe 1,17-18).  El aturdimiento de nuestro amigo, tuvo que ser ensordecedor. Aun así, tuvo lucidez para comprender que Jesús, era realmente el Hijo de Dios en quien se cumplían las profecías de las Escrituras. Seguro que más de una vez había oído esta: "Sacaréis agua con gozo de las Fuentes de la Salvación" (Is 12, 3).

Comprendió entonces que junto con la misión que le encomendaba, Jesús le iba a dar la Sabiduría para poder conducir a sus ovejas hacia las Aguas de la Vida, como había sido profetizado: "El Señor es mi Pastor, nada me falta, hacia las aguas de la vida me conduce”

(Sl 23,1-2).

Desde ese instante eterno, Pedro supo en lo más profundo de si, que Jesús, abriría en su seno una Fuente de Aguas Vivas tal y como lo había proclamado: "Si alguno tiene sed, que venga a mí, de su seno correrán ríos de Agua Viva" (Jn 7,37-38). Pedro quedó tan desconectado y perplejo.

Ante tanto Amor que solo pudo decir a Jesús, lo que ojalá un día le digamos nosotros: Tú sabes que te amo... que viene a significar: Aquí estoy, ¿Qué quieres de mí?

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 28 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Dom. XXVI T. Ord. (Mc. 9,38-43.45.47-48)

 



¿Vive Jesús en mí?

 La mayoría de los que leéis estos textos, dedicáis buena parte de vuestro tiempo a apacentar las ovejas que Jesús os ha confiado, como a Pedro (Jn 21,15...).

El Evangelio de hoy nos pregunta si predicamos en nuestro nombre o en el de Jesús. Pablo nos da pistas seguras acerca de este tema pues su experiencia anterior a su Discipulado es determinante. Su "saber" las Escrituras de memoria no le libró de sus cargas morales ni de perseguir a personas cuya culpa era creer que Jesús era el Mesías que Israel esperaba. El caso es que fue conocer a Jesús y anunciarle, no desde su engañosa sabiduría, sino desde la de Jesús resucitado. Lo sabemos por lo que escribió a los creyentes de Corinto: "Cuando fui donde vosotros, prescindí de la Sabiduría a anunciaros el Misterio de Dios... Enseñamos una Sabiduría divina, misteriosa, escondida, destinada por Dios para nuestra gloria, desconocida por los príncipes de este mundo, pues de haberla conocido no hubiesen crucificado al Señor... Y Dios nos la reveló a nosotros... (1 Co 2, 1-10) Esto es predicar en el Nombre de Jesús.

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 25 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, tú eres mi Fuente (VI)

 



Veamos una faceta de la historia de amor, más Divina que humana, entre Pedro y Jesús, que quizás nos haya pasado desapercibida. La faceta es la siguiente: Nadie puede apacentar el rebaño de Jesús, rebaño, que nace y crece en el "frondoso prado" del Calvario, si el pastor no es previamente apacentado por El, con sus " Palabras de Vida Eterna" (Jn 6,68).

 Jesús fue apacentando a sus discípulos a lo largo de tres años. Aparentemente, sus Palabras no tuvieron mucho efecto, visto que en el Calvario solo estaba Juan. Pero tenemos pistas en el Evangelio que revelan las primicias de su efecto convertidor, como, por ejemplo, aquella vez en la que, de lo más profundo del corazón de Pedro, surgió su bellísima confesión de fe: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16,15-16).

 Si, al igual que los demás Apóstoles, Pedro recibió la Sabiduría para "partir la Palabra" y así, apacentar las ovejas que Jesús le confiaba, no desde su propia sabiduría sino desde la Sabiduría del Hijo de Dios. Esto hace que la predicación sea una Fiesta Divina en el alma, de los que la escuchan.

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 23 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, tú eres mi Fuente. (V)

 




Al decir Pedro a Jesús, Tú sabes que te amo, no le estaba haciendo promesa alguna: bien sabía, que, con esa pregunta, Jesús le estaba liberando del sepulcro a donde le habían llevado sus pecados; estaba pues   cumpliendo en él la promesa   hecha a sus antepasados por medio de Ezequiel: “Sabréis que soy Yahvé cuando abra vuestros sepulcros...Yo Yahvé lo digo y lo hago" (Ez 37,13-14).  

Podemos imaginarnos la temblorosa conmoción de Pedro al constatar que Jesús, le estaba sacando del sepulcro de sus debilidades; que su promesa de hacer de él un pescador de hombres, esto es el Discipulado, la estaba cumpliendo a pesar del abismo sin fondo de su pobreza moral... Si, Jesús le estaba diciendo:

¡Aquí estoy cumpliendo la promesa que te hice! Te amo...y te doy el poder para apacentar mis ovejas. Las apacentarás no con palabras de sabiduría humana, pues se debilitarán como tú...yo pondré en tu boca "Mis Palabras de Vida Eterna" (Jn 6,68...) para que tengan Vida Eterna.

 ¡¡¡Las grandes promesas de Jesús, están grabadas en su Evangelio... Ojalá hagamos de él...!!! El Libro por excelencia, de nuestra vida...así veremos igual que Pedro, que también cumple con nosotros sus promesas.

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 21 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Dom XXV. T. Ord. (Mc 9,30-37). Átame a ti, Señor

 



En su caminar, Jesús va instruyendo a sus discípulos acerca de su Pasión; estos no se enteran de nada. ¿Por qué? Porque durante la instrucción, discutían entre si sobre quien era el más importante de ellos. Esto nos parece tan vulgar como inadmisible, les pasó porque jamás habían acogido en sus corazones la Palabra, que oían en la sinagoga desde niños. De esto habló Dios a su pueblo en este Salmo: "Israel no me quiso obedecer y lo abandoné a la dureza de su corazón" (Sl 81,12-13a).

Ante su dureza de corazón, Jesús les invitó a ser como los niños, libres de vanidades y ambiciones. Nadie puede alcanzar por sí mismo, esta libertad, que, en el fondo, es dejar que Jesús, con la Fuerza de su Evangelio, cree en nosotros el vuelo del alma, que es el Discipulado.

 La Buena Noticia es que en el (Salmo 131) Dios promete que llegaremos a ser como niños: Sin ambiciones ni vanidades propias del príncipe de este mundo.

Leemos la profecía que Dios inspiró al salmista: " Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros...acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre... (es decir, en los tuyos mi Dios) Así nos ama Dios, nuestro Padre y también Madre (Sl 131).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 18 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (IV)

 



Que estremecedor tuvo de ser el impacto de David, al saberse elegido por Dios, a pesar de sus enormes caídas. También al considerar la inmensidad del Universo, con sus innumerables estrellas y satélites, por lo que apenas pudo decirle: ¿Que es hombre para que te acuerdes de él? (Sl 8,5).

A la Luz de la perplejidad de David, nos acercamos a Pedro. ¡Cómo tuvo que quedar su corazón al oír al Hijo de Dios vivo esta pregunta tan irreal como inconcebible:

¿Me amas? El Creador pregunta a un simple y débil hombre que sí le ama. Creo que el mismo Jesús tuvo que sostenerle, pues fue una pregunta, cómo para caer fulminado por un infarto. Jesús se lo preguntó y al mismo tiempo acarició su corazón con su mirada tranquilizándole. Nos parece bellísimo, pero hay más: La pregunta de Jesús es también dirigida a ti, a mí; a todos los que tan débiles como Pedro hemos emprendido el camino del Discipulado, porque tenemos Sed de Dios y queremos ser suyos.

No nos desanimemos ante nuestra debilidad. La propuesta de Jesús para ser sus Discípulos, va acompañada con su Fuerza que somete nuestras carencias.  Es la Fuerza que emerge de su Santo Evangelio como nos dice Pablo (Rm 1,16...) 

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 16 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (III)

 




 

En este ser de Dios, en el que tiene mucho que ver la toma de conciencia de que es una experiencia existencial, pues la ausencia de Dios en el alma la desvitaliza, volvemos a mirarnos en Pedro, que representa al hombre caído, arrollado por su debilidad. También es aquel, que fue elevado a lo más alto porque Jesús no consintió en absoluto que se le perdiera una oveja tan querida, como tampoco está dispuesto a perdernos a nosotros que estamos haciendo pasos fascinantes como discípulos suyos.

Los más predilectos de Jesús, son los que tienen conciencia de que, a pesar de tantos propósitos, apenas son unas "mechas humeantes” (Is42,3). Si, mechas   humeantes, pero que no hemos renunciado a dar un paso tras otro, sostenidos por El, porque como el " Pedro caído " no renunciamos a ser discípulos de Jesús, el que dijo: " He venido a traer Fuego a la tierra... y que angustia hasta que se cumpla " (Lc 12,49-50) Si, angustia, porque solo entregándose a la muerte en la Cruz, se encendería con su resurrección el Fuego Divino capaz de transformar nuestro corazón.

 Ahí vemos el amor de Pedro por Jesús, en su deseo de ser su discípulo, por eso a pesar de su caída, supo esperar su abrazo una vez resucitado...y Jesús le abrazó intensamente al decirle: ¡Olvídate de tu caída, clavé tu debilidad en mis manos traspasadas en la Cruz! ¡Me has esperado y buscado! ¡Te confío mis ovejas para que me las apacientes!

 Pedro...volvió a llorar…ni en sus mayores sueños de ciencia-ficción pudo imaginar un Amor así... ni así ser amado. ¿Como no decir a Jesús, también nosotros? ¡Aquí estoy...necesito ser amado así por ti...y amarte con toda mi alma!

 

P. Antonio Pavía 

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sábado, 14 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Dom XIV T. Ord (Mc 8,27 - 35) Sólo a ti, te miraré, Señor

 



Pregunta Jesús a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? Hubo toda clase de respuestas: Que eres Elías, Jeremías...o sea cualquier profeta, pero no el Mesías. Aceptarle como Mesías implicaba aceptar que llegó el tiempo de convertirse y para quien cree superficialmente en Dios, hay que mantener las distancias ante la conversión pues corta las alas; es mejor ponerse de perfil.  Jesús les dice entonces: Y vosotros: ¿Quién decís que soy yo? Pedro en nombre de todos dijo: " Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo".

Pedro habló con la Sabiduría de Dios. Es cierto que en su Pasión negó a Jesús, pero recordemos que Él le había prometido que llegaría a ser pescador de hombres; que esto es el Discipulado. Pedro debería de ser nuestro espejo. En su debilidad, supo esperar el cumplimiento de la promesa de Jesús.

 Damos un salto y vemos a Pedro en la noche anterior a su martirio.! cuantas palabras de amor y gratitud a Jesús! Si, porque esa noche pudo decirle una y otra vez con el alma temblorosa y estremecida ¡Tú eres el Hijo de Dios vivo! ¡Abre tus brazos, que en unas horas estoy contigo!  Y ¿aún no te has enterado que Jesús quiere repetir la historia de Pedro en ti?

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 11 de septiembre de 2024

Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente ( II )

 




Cuando el desánimo, una de las armas preferidas por Satanás para tambalearnos, perfora nuestra alma, mente y corazón, hemos de sostenernos con la Sabiduría -Palabra de Dios- Hagamos nuestra la promesa de Dios a Israel cuando su esperanza de seguir siendo su pueblo elegido, estaba casi desvanecida. Oigamos como Dios reaviva su esperanza casi perdida: "Con amor eterno te amé, por eso reservé gracia y misericordia para ti…y tu alma será como un huerto regado" (Jer.31, 2..12).

  Reseco y árido estaba el huerto del alma de Pedro en esa noche de traiciones; sin embargo, con una humildad que a todos nos enamora, supo esperar a Jesús, quien con un amor " incomprensible", le confió sus ovejas.

  Damos un salto y vemos a Pedro en la noche anterior a su martirio. Sobrepasando sus miedos normales, podemos decir que su gozo era ya eterno, ¿Por qué? Porque en su misión de apacentar las ovejas que Jesús le había confiado, seguramente, haría suyas estas palabras de la esposa-alma del Cantar de los Cantares: "Los frutos, tanto los nuevos, como los añejos, los he guardado, amado mío, para ti "(Ct 7,14b).

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 9 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (I).

 



Este ciclo de Catequesis, tiene como centro, la experiencia de Pedro que, a pesar de su traición a Jesús, no renunció a seguirle; tenía demasiada sed de Él, tampoco quería privarse de "la otra sed" que Jesús había sembrado en su alma: "la de pertenecerle a Él". Por eso supo esperarle; confiaba en su perdón. Jesús fue a su encuentro; nuestro amigo, se preguntaría después, una y mil veces... ¡Como pudo sobrevivir a tanto amor! Nos asomamos temblorosos a ese encuentro (Jn 21,15...).

  El Señor encontró a Pedro, pecador, pero con una sed infinita, de su abrazo de acogida; con   esa sed de la que nos habla David: "Dios mío, mi alma tiene sed de ti, como tierra reseca, agotada y sin agua..." (Salmo 63,2). Esa sed que queramos o no todos tenemos. Así estaba el alma de Pedro. Jesús, que es siempre el Buen Pastor lo sabía y por eso, aquella mañana, le tomó aparte y selló en su corazón su definitiva pertenencia a Él al preguntarle: ¿Me amas? Apacienta mis ovejas. ¡Le confió sus ovejas para que se las apacentase con las palabras propias de Él mismo y que son “Vida y Espíritu” (Jn 6,63 b)!

 ¡Así es como nos ama Jesús...! ¡A todos sin excepción, hayamos hecho lo que hayamos hecho!

  Seguimos el miércoles.

 

 P. Antonio Pavía 

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sábado, 7 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Ante ti, Señor Dom. XXIII T. Ord. (Mc 7,31-37)

 




 Hoy vemos que llevan ante Jesús un hombre sordo y con gran dificultad para hablar. Desde el punto de vista catequético, se trata de alguien, que por las razones que sean, en su relación con Dios, jamás le escuchó con los oídos de su corazón, como diría San Agustín; y por la misma razón tampoco sabía hablar con Él, no obstante, sus rezos. Unos amigos de este hombre, " estos sí que son verdaderos amigos" le llevan donde Jesús. Él le toma aparte, signo de bellísima intimidad, y le hace unos gestos que simbolizan la transmisión de la Eficacia Salvadora de su Palabra. Primero mete sus dedos, que respecto a Dios representan su Fuerza que engendra la Fe, que a pesar de que persistan dudas con sus combates, es sembrada en su corazón.

A continuación, con su saliva, que simboliza su Palabra, de hecho, sin saliva, no podemos casi hablar, tocó su lengua haciéndola así apta para hablar con Dios, por ejemplo, con un Salmo que ya no lo rezas con la mente sino con los labios del corazón. Así rezaban los Salmos, por inspiración del Espíritu Santo, los judíos íntegros, como por ejemplo María, José, Lázaro...etc...

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 4 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tú eres mi Padre (VIII)

 




Nos ubicamos en el Calvario, en los instantes previos a la muerte de Jesús. Vimos este lunes, que Jesús suplicó al Padre: "Perdónales, no saben lo que hacen”. Podemos decir, que, claro que sabían lo que hacían; realizó obras divinas, como había testificado Nicodemo, doctor de la Ley (Jn 3,1-2) aun así fue condenado a muerte.

  Jesús, les había dicho que a pesar de rezos y más rezos... "no conocían al Padre " (Jn 8,54-55) ... por eso con misericordia infinita clamó al Padre: ¡No saben lo que hacen! Después de estas palabras, repito, de misericordia infinita, Jesús gritó exultante: ¡Padre en tus manos encomiendo mi espíritu! Con estas palabras testificó su victoria sobre el mal y su príncipe: Satanás.

 Como signo de su victoria Lucas nos dice que…" entonces, los asistentes a ese espectáculo -que no habían dejado de insultarle- se volvieron golpeándose el pecho." (Lc 23,48). Con su muerte increíblemente inhumana, Jesús nos abrió el camino para conocer a Dios como Padre...y el Camino no es otro que Él mismo: su Santo Evangelio, como dijeron los Padres de la Iglesia Primitiva. 

 Oigamos lo que dijo a María Magdalena al resucitar: "Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mí Dios y a vuestro Dios " (Jn 20,17 b).

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 2 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tú eres mi Padre. (VII)

 



La gran, llamémosla así, jugada de Jesús a Satanás cuyo mayor deseo es la perdición eterna del hombre, se la hizo en el Calvario. El demonio junto con su corte, danzaron de alegría ante Jesús Crucificado. Inocularon la Mentira mortal en el corazón del pueblo que la acogió como si fuese algo maravilloso, como les pareció también a Adán y Eva la mentira del Edén. Como signo visible del "triunfo" de Satanás sobre Jesús, a su muerte hubo un eclipse solar como leemos en el Evangelio. (Lc 23,44) El frenesí de Satanás y los suyos fue desbordante, ¡solo les faltó decir! ¡Hemos aplastado la Luz, hemos vencido! De pronto, un grito de Jesús agonizante: ¡Padre, perdónales, no saben lo que hacen! (Lc 23,34).

  Y Jesús, seguiría para sus adentros: ¡Padre, ten compasión de ellos! Están tan engañados que al crucificarme   creen que te están dando culto a tí. (Jn 16,1-3) ¡Padre, ten compasión de ellos; ámalos, ¡actúan así porque no te conocen! (Jn 8,54-55) ¡Padre, ámalos; me has enviado al mundo para deshacer la Mentira del Diablo!

  El último susurro de Jesús al Padre....no es humano...es ¡Gloriosamente Divino! En mi resurrección ... tu serás también su Padre. 

 

P. Antonio Pavía 

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