lunes, 16 de septiembre de 2024

Partiendo la Palabra Tuyo soy Señor, Tú eres mi Fuente (III)

 




 

En este ser de Dios, en el que tiene mucho que ver la toma de conciencia de que es una experiencia existencial, pues la ausencia de Dios en el alma la desvitaliza, volvemos a mirarnos en Pedro, que representa al hombre caído, arrollado por su debilidad. También es aquel, que fue elevado a lo más alto porque Jesús no consintió en absoluto que se le perdiera una oveja tan querida, como tampoco está dispuesto a perdernos a nosotros que estamos haciendo pasos fascinantes como discípulos suyos.

Los más predilectos de Jesús, son los que tienen conciencia de que, a pesar de tantos propósitos, apenas son unas "mechas humeantes” (Is42,3). Si, mechas   humeantes, pero que no hemos renunciado a dar un paso tras otro, sostenidos por El, porque como el " Pedro caído " no renunciamos a ser discípulos de Jesús, el que dijo: " He venido a traer Fuego a la tierra... y que angustia hasta que se cumpla " (Lc 12,49-50) Si, angustia, porque solo entregándose a la muerte en la Cruz, se encendería con su resurrección el Fuego Divino capaz de transformar nuestro corazón.

 Ahí vemos el amor de Pedro por Jesús, en su deseo de ser su discípulo, por eso a pesar de su caída, supo esperar su abrazo una vez resucitado...y Jesús le abrazó intensamente al decirle: ¡Olvídate de tu caída, clavé tu debilidad en mis manos traspasadas en la Cruz! ¡Me has esperado y buscado! ¡Te confío mis ovejas para que me las apacientes!

 Pedro...volvió a llorar…ni en sus mayores sueños de ciencia-ficción pudo imaginar un Amor así... ni así ser amado. ¿Como no decir a Jesús, también nosotros? ¡Aquí estoy...necesito ser amado así por ti...y amarte con toda mi alma!

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario