La gran, llamémosla así, jugada de Jesús a Satanás cuyo mayor deseo es la perdición eterna del hombre, se la hizo en el Calvario. El demonio junto con su corte, danzaron de alegría ante Jesús Crucificado. Inocularon la Mentira mortal en el corazón del pueblo que la acogió como si fuese algo maravilloso, como les pareció también a Adán y Eva la mentira del Edén. Como signo visible del "triunfo" de Satanás sobre Jesús, a su muerte hubo un eclipse solar como leemos en el Evangelio. (Lc 23,44) El frenesí de Satanás y los suyos fue desbordante, ¡solo les faltó decir! ¡Hemos aplastado la Luz, hemos vencido! De pronto, un grito de Jesús agonizante: ¡Padre, perdónales, no saben lo que hacen! (Lc 23,34).
P. Antonio Pavía
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